Publicada por el sello argentino
Editorial Vanadis (https://editorialvanadis.com) en mayo del corriente año en
formato físico y en el pasado agosto como audiolibro, Dr. Blanco Rivera hacedor de tragedias es una nouvelle (148 pp., ISBN:
9789874727763) hábilmente salida de la pluma de Nathalia Tórtora (Ramos Mejía,
Provincia de Buenos Aires, 1991), residente en Nueva York desde 2015.
Previamente, la narradora ha publicado los títulos El último latido de un sueño (2015); El pintor de los degollados (2017, primer premio en la categoría Terror
de los Constellation Awards del mismo año) y Purgatorio (2018).
Escogida por Tórtora la clásica
tercera persona del singular como voz narrante, nos introduce sobriamente
dentro del género con el desembarco en la Buenos Aires de la segunda mitad del
siglo XIX de Niavasha, un no muerto que para disimular su apetencia de sangre
humana adopta el alias de Hipólito Blanco Rivera, médico. Y las circunstancias
de la ciudad portuaria son más que favorables para que su supuesta profesión le
permita circular y hacer de las suyas: Buenos Aires está siendo azotada por la
histórica epidemia de fiebre amarilla que se llevó consigo a la quinta parte de
la población.
Cuando La Gloire, el navío francés que lo trasportó hasta el Río de la
Plata, se aleja de la ciudad maldita por la peste, Niavasha/Hipólito encuentra
rápido refugio en una habitación abandonada del segundo piso del Convento de
San Francisco, donde instala sus reales. Naturalmente, una vez resuelta la
urgencia inmobiliaria… sale luego a buscar alimento. Serán sus víctimas –en
medio del trastrocamiento de la sociedad de la época- los desahuciados, los
marginales, las prostitutas, los pobres cuyos cuerpos exangües nadie reclamará,
mientras en las esquinas de Buenos Aires se amontonan los féretros por falta de
sitio donde darles sepultura.
Niavasha, personaje muy logrado por la
autora, aunque pariente cercano en su construcción del acostumbrado vampiro
gótico, ofrece interesantes singularidades. Desea vincularse rápidamente con la
élite local, para ampliar su campo de acción, y para ello aprovecha su
proclamada condición de profesional de la salud. Bien recibido en principio por
los atribulados círculos médicos porteños, que en medio de la epidemia ven en
ese colega extranjero un inesperado aporte llegado de ultramar, llama en él la
atención un detalle: supuestamente Blanco Rivera es mudo, ya que se comunica
escribiendo frases cortas en papeles que lleva siempre consigo. El motivo, en
la diégesis pergeñada por Tórtora, es que Niavasha detesta las lenguas
modernas, amante como es de las sonoridades y los refinamientos de los idiomas
antiguos, aquellos que habló durante su tan prolongada existencia.
El detalle de la muy sugerente
reconstrucción de la época, sus modos y costumbres, sirven a la narradora para
ambientarnos en esa añeja escenografía de manera altamente convincente y su
fantástico protagonista se desliza por ella de un modo tan macabro como
verosímil, una vez aceptada por el lector la propuesta de trasplantar el
vampiro clásico a las costas latinoamericanas. Este es un logro a resaltar por
parte de Tórtora, quien ha sabido cómo innovar en la manera de caminar por un
sendero tan recorrido desde los tiempos de Bram Stoker.
Prosa sin excesos, ritmo llevadero,
trama apretada y amena, sobrias y precisas descripciones, buen conocimiento de
los datos históricos para una nouvelle
que mezcla en dosis muy exactas ficciones con realidades, son las claves del
buen puerto a donde arriba Dr. Blanco
Rivera hacedor de tragedias, cuyo personaje central no demora en
transformarse de perseguidor en perseguido…
Merece párrafo aparte la muy cuidada
resolución del objeto-libro, en particular la presentación de la cubierta, que
combina equilibradamente detalles vintage
(como las encantadoras viñetas de ángulo, tan características de las presillas
de las fotografías antiguas) con superposiciones de imágenes propias del diseño
moderno.
Distribuido el formato papel por la
casa editora en librerías de Argentina, España, Colombia, México, Ecuador,
Uruguay y Perú, se accede al digital a través de numerosas tiendas virtuales,
entre ellas Apple Store, Amazon Kindle, Google Books, Kobo, Barnes & Noble,
Bajalibros, Leemos, Storytel, Casa del Libro, Ghandi, Fnac, etc.
Luis
Benítez
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