Carta de Lili a Umberto Eco

Por Eva Feld Querido Umberto: Te escribo desde el destierro, desde la soledumbre y la tempestad, tres de las cuatro paredes que conforman mi encierro. Al principio perdí el habla, fui infante sin seno materno y sin quien socorriese mis exaltaciones, pero fui creciendo y, autodidacta, como sabes que soy, fui aprendiendo a leer. O mejor dicho a leerte. Pero no me adelanto. La prisa ha perdido su rango de plebeya para convertirse en lujo. En el lujo de quienes la recuerdan en carne propia y no en la etérea referencia del pasado. Curioso asunto, Umberto, pues antes era todo lo contrario, la velocidad era un todo poderoso, el vértice del valor absoluto. Ahora lo sigue siendo sólo para pocos, ha perdido el don de la accesibilidad. Sólo se apresuran los tecnócratas, los físicos, los científicos en general. Lo hacen para que cuando acabe el letargo universal en el que estamos, se atisbe un nuevo mundo. Estamos en la matriz de lo desconocido y yo me engaño creyendo que ya aprend...