De Cincinnati a Canadá tras una gaviota

Por Eva Feld Tres mil quinientos kilómetros en dos extraordinarias semanas a lomo de motocicleta no pueden ser recogidos en palabras: Harían falta muchas más onomatopéyicas de las que existen en el diccionario, también sería imprescindible un elenco mayor de interjecciones y exclamaciones, pero sobre todo sería menester emplear un tiempo verbal que fusionase el presente continuo, el gerundio y el pasado simple, lo cual redundaría en un yo sostenido, pues no se puede negar que el cabalgar a toda velocidad acelera el propio corazón y catapulta la emoción siempre en la primera persona del singular. Aquello que se ve en un instante deja de existir en el siguiente. Pongamos por caso un par de venados a la orilla del camino. No acaba uno de registrarlos en la retina, cuando aparece en medio de una reverberante arboleda un inmenso lago cuyo horizonte queda pronto sustituido por el astro más luminiscente. Ése que en la hora meridiana del ver...