Por Lupe Rumazo Hay acierto en llamar Extraña sonoridad al último poemario de Helena Sassone. No de otro modo puede calificarse la resonancia de una poesía hermética, encapsulada, casi críptica. ¿Cómo puede sonar, exactamente sonar y no otro verbo, lo que brota de gruta interior y que si alcanza altura de todas maneras retorna en caída a esa oquedad? El sonido es así grave, distinto, etéreo en algún momento cuando asciende, pero siempre hondo, remansado en pozo. ¿Es que el título de un poemario debe corresponderse con el texto que lo sigue? Se espera que así sea. En este caso hay concordancia, unicidad entre el acorde inicial y la armonía que continua. Es evidente entonces que la figura tutelar sea un búho, o la sabiduría que éste trae y que se ofrezca en uno de los poemas también como cabeza talada, inerte, pero absoluta en su preeminencia total. ¿Es el cerebr...