“Aprieta, pero no ahorca”, de Irene Haimovichi

 



Por Luis Benítez

El sello argentino Gogol Ediciones distribuyó la primera novela biográfica ficcionalizada de la autora local, que atraviesa la turbulenta historia de su país desde los años ’60 hasta la actualidad.

En las complejas relaciones que entrelazan en un mismo texto la ficción con la realidad, es posible observar que dependerá del dominio escritural del autor que la primera no encubra o difumine a la segunda, sino que sirva para relevar aún más sus detalles más secretos y que, paralelamente, contribuya a dotar a la diégesis de acción, intriga y suspenso, elementos que a lo real muy poco le importan.

Como refería el gran cineasta Alfred Hitchcock (1899-1980) “una película es la vida, quitadas sus partes aburridas”. El dicho respecto de las obras cinematográficas bien puede ser aplicado a las literarias. Feliz y además sorprendentemente, la escritora argentina logra este trabajoso milagro en su primera entrega novelística. Por aquello de que primeras partes nunca son buenas, uno tiende a leer textos primerizos con alguna inevitable prevención, aunque con buena predisposición a dar al menos con los gérmenes iniciales que preanuncien futuros logros de esa misma pluma. En este caso específico, Aprieta, pero no ahorca (1) nos depara el reconocimiento del buen oficio de Irene Haimovichi para hilvanar personajes, conflictos, situaciones, antagonismos y felicidades de diverso espesor, dando por resultado una novela coral, muy habitada por caracteres disímiles que ensamblan sus personalidades e interrelaciones del modo más verosímil para pintar el agitado devenir de un país tumultuoso, caracterizado por la alternancia de sangrientas dictaduras con frágiles períodos democráticos, con todo lo que ello significó y significa en la Argentina.

Al mismo tiempo, Haimovichi conoce el arduo arte de pintar lo macro desde lo micro y viceversa. Su personaje central, entre los tantos primarios, secundarios y terciarios que pululan por su novela, sin confundirse jamás para el lector (esto también es un logro de la autora) es Marina, quien trasluce desde la infancia hasta la madurez sus similitudes con quien la creó en la ficción. Marina, sucesivamente niña, adolescente y mujer, transita su existencia poblada de descubrimientos objetivos y subjetivos y, al igual que todos aquellos que se relacionan con ella en mayor o menos medida en las páginas de Aprieta, pero no ahorca, brinda al lector la imagen de su intimidad al mismo tiempo que esta refleja límpidamente los complejos acontecimientos que celebra, sufre y sobrepasa la protagonista.

Desde su niñez hasta la madurez, Marina conocerá el candor inicial, la adolescencia bajo el férreo yugo dictatorial, la guerra que enfrentó a su país con una de las primeras potencias mundiales cuando ese mismo gobierno de facto, ya agonizante, acudió al pretexto de recuperar las Islas Malvinas para intentar perpetuarse en el poder; vivirá Marina el esperanzado retorno de la democracia y también las desilusiones y el desastre social y económico de 2001, con la caída de una exangüe gestión presidencial que le cobró a la nación más de una treintena de vidas a modo de despedida; los ideales políticos a los que adscribirá la joven en búsqueda de un mundo mejor, así como recorrerá el tortuoso sendero amoroso, atravesará las complicaciones de la concepción de una nueva vida y escogerá la valentía de la pugna sindical en defensa de sus compañeros de profesión. Desde luego, esta acotada enumeración de las peripecias de Marina, el alter ego de la autora, no agota cuanto hallará el lector en Aprieta, pero no ahorca, pues la riqueza del texto supera y en mucho al espacio propio de una mera reseña.

Baste señalar que en su novela Haimovichi supo cómo transmitirle a quien la lea lo medular de su existencia, indisolublemente ligado y atravesado por la historia reciente de la Argentina, del modo más feliz en que tan compleja tarea puede y ojalá siempre fuera encarado: con honestidad y calidad literaria. Insisto: aunque parezca increíble, la autora logró plasmar todo lo anteriormente dicho en una primera novela y eso solo alcanza para recomendarla a otros ojos y otras experiencias.

La autora

Irene Haimovichi nació en la localidad de Haedo, Provincia de Buenos Aires, en 1962. Cursó estudios en la Escuela Nacional de Cerámica, en la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano y en la Panamericana de Arte. Trabajó en distintos medios periodísticos de la Ciudad de Buenos Aires. Durante 17 años fue delegada de los trabajadores y las trabajadoras de prensa del diario La Nación. Integra la Comisión Directiva del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA). Escribió numerosos textos políticos que fueron publicados en diversos medios de Argentina y artículos sobre las condiciones laborales en el gremio de prensa.

 

NOTAS

(1)Gogol Ediciones, ISBN 978-631-6523-73-0, 270 pp., Buenos Aires, 2024.

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