“Un cielo firme”, de Ramón Altamirano
Por
Luis Benítez
El sello argentino Tiempo de Parque Ediciones colocó en librerías el primer
poemario del autor local, con ilustraciones realizadas por el artista plástico
Rafael Baca Muñoz.
Un auspicioso lanzamiento, por parte del sello Tiempo de Parque Ediciones, es el del poemario inicial del autor entrerriano, actualmente residente en la ciudad de Buenos Aires, Un cielo firme (1), que consta de treinta y siete composiciones, diferenciadas en siete secciones, a saber: la que toma el nombre del título general; Nacer; Jilguero, Parque, Plegaria, Unos diálogos y Monte jardín.
Alguna vez señaló el poeta,
dramaturgo y crítico literario británico-estadounidense Thomas Stearns Eliot
(1888-1965) que “no hay facilidades en el verso libre para el muchacho
trabajador” y el logro de un poemario como Un cielo firme confirma ese
aserto del Premio Nobel de 1948.
Es de una admirable factura este laborioso emprendimiento de Ramón Altamirano, por su capacidad para contener en un mismo discurso innumerables referencias y lograr que todas ellas se integren -y es más: se complementen- las unas con las otras. En Un cielo firme logra el autor reabrir el acceso a su infancia pueblerina y llevar consigo de la mano a su lector, para situarse y situar a su invitado en el mismo lugar, allí donde se puede asistir nuevamente al despliegue de sombras y de desdichas tanto como de felicidades y de asombros; ese sitio que trasciende los poderes de la memoria gracias al vehículo de la poesía, donde lo recordado deja de ser niebla para volverse casi materia y clima y sentido verdadero; ese espacio donde de nuevo es posible el tacto, la vista y el olfato, así como el oír otra vez las voces de los que fueron y los sonidos de lo que suponíamos definitivamente enmudecido por el pretérito. De modo concluyente lo que hace Ramón Altamirano va más allá de las posibilidades que otorga el recuerdo; no apela a una écfrasis reconstructiva, no es el arqueólogo de su propia vida.
¡Sobre qué base se
apoya esta asombrosa destreza de Altamirano para ejercer sobre terceros ese
rapto hacia un pasado redivivo? Sin duda en su competencia para labrar una
diégesis capaz de elegir para expresarse un lenguaje engañosamente simple y muy
directo, pero que conoce cómo sembrar claves que, al modo de señuelos a seguir,
conduzcan a su objetivo. Obviamente esas claves que desempeñan funciones de acicates
están constituidas por palabras, mas las que él elige poseen la calidad
esencial de remitir de manera inmediata a la meta trazada, sin cortapisas ni mayores
obstáculos. No hay imagen en sus versos que no sea prioritariamente funcional,
subyugada al eje central de lo planteado. Sin ripios, sin metáforas
decorativas, se trata de versos que desdeñan cualquier tipo de fuego de
artificio, para permitir acceder a lo medular, lo concreto y preciso. Emplea el
recurso narrativo donde es necesario, siempre alternándolo con apelaciones
francamente líricas y, cuando lo necesita, echa mano de regionalismos, modismos
locales -la primera parte de su vida transcurrió en Bovril, una pequeña
localidad de la provincia argentina de Entre Ríos- que en buena parte de Un
cielo firme son los elementos que establecen esa orientación y ese
subrayado de sentidos que referimos antes.
De modo llamativo,
para aquel lector que no conoce el significado de estas expresiones, ellas no
representan escollo alguno para aprehender el sentido general de cada
composición donde se insertan; por el contrario, amén de aclararse sus implicaciones
repetidamente por contexto, permiten establecer una polisemia allí donde
estallan, fortaleciendo todavía más la potencia manifiesta en cada línea.
Altamirano comienza por la parte para proyectar sus contenidos hacia el conjunto; no reduce ningún aspecto a un solo ámbito. Lo que nos dice se universaliza y resuena en nosotros con un “para siempre” que va mucho más lejos de la supuesta poesía de la experiencia. Una demostración más de que no es indispensable haberlo vivido para hacernos de algo como propio: también podemos ser, leyendo a autores como este poeta entrerriano -de alguna manera innegable para nuestra sensibilidad- también el otro.
El autor
El poeta y editor Ramón Altamirano nació en Bovril, provincia argentina de Entre
Ríos, en 1956. Actualmente reside en Buenos Aires. Asiste a los talleres literarios
del poeta Osvaldo Bossi, con quien en 2023 realizó una clínica de obra para
trabajar su primer libro de poesía. En 2009 publicó la plaqueta de poesía
ilustrada Parque Continuado. Su
poema Distancia fue publicado
en la Antología NIÑEZ: 100 poemas
sobre Infancias. 100 poetas argentinos, Editorial Camalote, 1ra. Ed. compendiada, 2023, Paraná, Entre Ríos. En 2024 el blog Mis poetas contemporáneos, que
conduce el poeta Gustavo Tisocco, y la revista digital y editorial Flor de Ave
publicaron obras de su autoría
NOTAS
(1)Tiempo
de Parque Ediciones, ISBN 978-631-00-3842-1, 105 pp., Buenos Aires, 2024. https://www.instagram.com/tiempodeparque_/

Comentarios
Publicar un comentario