De El eterno retorno
Afuera el tiempo loco
hurta y devasta incluso
lo imperceptible
Podría abrir la puerta
y abandonar esta circularidad
que nada
modifica
lanzarme a las calles
exponerme
sin temor de errar el doble
seis
_____________
Mis ojos
solitarios pasillos que esperan
una
imagen
atravesará la escala fatal
del claroscuro
______________
El tiempo se detiene
derrama una gota
y yo me quedo navegando
De Encuentros del poeta con el psicoanalista
Monodia
Mi voz
perdida y recobrada
Mi voz
a solas
Mi voz
juego de voces
Mi voz
olvido y alegoría
Mi voz
sin grafía ni escritura
Mi voz
ante el hombre que ha nacido
de mi voz
Mi voz
tejido, membrana, hendidura
Mi voz
defensa y abandono
Mi voz
corpórea y difusa
Mi voz
la que finge y oculta las
voces
Mi voz
paraje de sombras
Mi voz
ocasión de la ausencia
Mi voz
riesgo y aventura
Mi voz
puente y muro
Mi voz
hilo en tu oído laberinto
Mi voz
se contiene, desea
Mi voz
regresa, desmiente y acusa
Mi voz
ritmo y agonía
Mi voz
no evoca, ejecuta
Mi voz
atraviesa el tiempo
y el tiempo es sólo un
argumento de mi voz
Mi voz
frontera, palabra
Crónica de un desencuentro
Algunos encuentros, una vez
consumados, permanecen difusos e inacabados en la memoria frente a otros que han tenido un final
concluyente y revelan una forma dramática, diríase casi clásica. Su desenlace
es comprensible en nuestra conciencia. Los primeros adolecen de estructura y,
por supuesto, de toda justicia poética. Tienen la cualidad de lo atmosférico.
Su trama es inasible, y su singularidad y belleza están envueltas por el
misterio de las obras inconclusas como “La piedad” de Tiziano; “El arte de la
fuga” de Bach; “El último magnate” de Scott Fitzgerald; “El otro lado del
viento” de Orson Welles o “Los primeros rayos del sol naciente” de Jimmy
Hendrix; por citar algunos ejemplos conocidos. Pero ellos han sido truncados
debido a un elemento externo e inexorable
como la enfermedad y la muerte, y no por la voluntad propia del artista.
En cambio existen otros que han sido concebidos deliberadamente a partir de lo
non finito, expresión italiana acogida por las teorías del arte para
señalar algunas creaciones cuyos autores
voluntariamente eligen la imperfección, los rasgos indefinidos, imprecisos, o
el mismo vacío, frente a los cánones del
clasicismo, a saber: la integridad, la simetría y el orden. Aunque algunos
gestos manieristas ya responden a l’esthétique de l’inachevé, esta tendencia se afianza con mayor ímpetu
durante del romanticismo, pasando después al impresionismo y luego a las
vanguardias y al arte contemporáneo.
Regresando a la cuestión
inicial, la de los encuentros non finitos o inacabados, ellos nos recuerdan
algunos elementos propios de la arquitectura como las escaleras que no conducen
a ninguna parte o las ventanas ciegas,
que en la literatura hallan su figura en el oxímoron, porque todo encuentro
inacabado resulta ser una paradoja y constituye, finalmente, un desencuentro.
Si nos remitimos a una de las obras más relevantes del impresionismo,
"Impression, soleil levant" de Claude Monet, lo que nos perturba es
no saber con certeza si la realidad del cuadro tiene mayor peso en el mismo
reflejo del agua o en lo que acontece en la superficie. Y también los brumosos
mares de Turner, cargados de una luz que disuelve los contornos, cuya imprecisión los torna enigmáticos y
arcanos. O bien, el vacío inmerso en la
solidez de una piedra esculpida, el blanco ante la información del universo
cromático, o el silencio, como pausa en
un mundo saturado de palabras. La
ausencia de bordes, lo híbrido de las fronteras, la ingravidez, son, en
definitiva, consustanciales al cruce azaroso entre dos individuos, del que
solamente quedan rastros de lo vivido en el recuerdo, duplicándose en una
suerte de fragmentos dispersos, episodios incongruentes, bocetos fallidos,
incapaces de construir un tema, una historia.
*Christiane Dimitriades, es venezolana, de origen
griego, nace en Egipto, El Cairo. Llega a Venezuela a los tres años de edad
tras el conflicto de Suez. Es Licenciada en Filosofía y luego profesora de Estética en la Escuela
de Artes -fue su directora entre 1993 y 1996-
de la Universidad Central de Venezuela.
Ha publicado poesía y ensayos sobre arte y filosofía
en diversos periódicos y revistas especializadas del país. Es autora de los
poemarios Del eterno retorno (La draga y el dragón, 1987) y de Encuentros del poeta con el psicoanalista (Fundarte, 1991). En 1997 publica una novela Sabath (Grijalbo) y, en el 2001, Mínima
antología de estética (Fondo Editorial
de Humanidades y Educación, Universidad Central de Venezuela).
En proceso de publicación, por Oscar Todtmann
Editores, el poemario Voz de fondo
que reúne textos escritos desde comienzos del año 2003 hasta nuestros días.
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