“Tango con acento en la O” se titula un reciente lanzamiento de la
ya veterana editorial Nueva Generación, de Buenos Aires, República Argentina,
que lleva como sugestivo subtítulo “Los arcanos de Carlos Gardel”. Su autora,
Carmen Platero, articula en este volumen una mixtura convincente entre lo
novelístico, el ensayo y lo testimonial, subrayando con su obra que las
fronteras entre géneros -siempre cuestionadas- consisten en una mera
convención.
Con un estilo que se distingue
por su frescura y espontaneidad, Platero sabe llevar de la mano a los lectores
a través de un laberinto de personajes, circunstancias, datos y argumentos
donde se entrecruzan elementos de la novela policial, secciones que aluden a
los peores momentos de la política latinoamericana, hechos reales y
fantásticos, datos literarios y buena parte de la historia de la música
rioplatense. Todo ello gira y vuelve a girar en torno de esa mítica figura, la
del gran cantor popular, que constituye el eje general de esta singular
narración. El hilo principal atraviesa las peripecias que sobrellevan los dos
protagonistas fundamentales, Chávez y Rosales, intentando develar algunos de
los misterios que todavía envuelven al famoso cantante tanguero y su probable
origen, aspecto este último aún en nuestro tiempo sujeto a polémicas
discusiones. El intento de revelación conducirá a ambos personajes por
tortuosas situaciones, no exentas de peligro y variadas complicaciones,
mientras una variada gama de historias secundarias nutre con aportes de
consideración al conjunto de este trabajo literario.
Muy bien documentada, Platero
sabe cómo mezclar la realidad con la fantasía, enriqueciendo a la primera y
volviendo verosímil a la segunda, en un juego de espejos que no desdeña tampoco
la cita culta pero sin abusar del recurso, para obtener así un ajustado
balance. De tal manera, las referencias a autores como Jorge Luis Borges y
Ernesto Sábato -y a sus obras y expresiones- no dejan de ser adecuadas y bien
temperadas, contribuyendo como claves para perfilar en mejor forma la
contundencia del relato general.
Se destaca en primer plano,
gracias a la autora, la tantas veces ocultada presencia de la cultura afro en
la música rioplatense, rasgo que debemos agradecerle al poner en evidencia no
solamente el peso fundacional que tuvo en la gesta del género, sino también
cómo, intencionadamente, este aspecto fue sucesivamente escamoteado a la
atención de historiadores, investigadores y lectores en general, una falta de
reconocimiento que obedeció a criterios racistas y reaccionarios, deseosos de
apropiarse de un tipo de creaciones de raigambre definitivamente popular, campo
en el cual las personas de origen o descendencia africana han realizado una
aporte cultural ya imposible de continuar negando, por obcecada e irracional
que sea esa intención.
Luis Benítez
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