Por Luis Benítez
Nacido en Linares, Chile, en 1971, Mario
Meléndez estudió Periodismo y Comunicación Social. Entre sus libros figuran: Apuntes para una leyenda, Vuelo subterráneo,
El circo de papel y La muerte tiene
los días contados. En 1993 obtiene el Premio Municipal de Literatura en el
Bicentenario de Linares. Sus poemas aparecen en diversas revistas de literatura
hispanoamericana y en antologías nacionales y extranjeras. A comienzos del 2005
obtiene el premio "Harvest International" al mejor poema en español
otorgado por la University
of California Polytechnic, en Estados Unidos. Parte de su obra se encuentra
traducida al italiano, inglés, francés, portugués, holandés, alemán, rumano, búlgaro,
persa, catalán y macedonio. Durante cuatro años vivió en Ciudad de México,
donde dirigió la serie Poetas Latinoamericanos en Laberinto ediciones y realizó
diversas antologías sobre la poesía chilena y latinoamericana. Actualmente
radica en Italia. A comienzos del 2013 recibe la medalla del Presidente de la República Italiana ,
concedida por la
Fundación Internacional don Luigi di Liegro. Es considerado una de las voces más importantes de la nueva
poesía latinoamericana y con muchísima razón, dada la potencia expresiva y la
singular cosmovisión que animan sus versos. No en balde, dijo de su obra el
poeta ecuatoriano Xavier Oquendo Troncoso (1972): “En Meléndez hay un rasgo dúctil y diáfano que ayuda a que su discurso
sea directo, casi a lo antipoético, es decir, desusar aquellas imágenes
crípticas para asumir, inclusive, el lugar común, como un recurso nuevo y
establecido que asombre. Este recurso es la metáfora insólita. El discurso de
Meléndez es inaudito para muchos, pero siempre deja una dosis de enorme
bifocalidad, de aquello que el lenguaje tiene en su matriz, pero que no todos
podemos usarlo siempre, que es la connotación sobre el hecho denotativo. Este
es su principal recurso”.
Los presentes
poemas forman parte del próximo libro de Meléndez, “El mago de la soledad”, que
este año se publicará en México.
ASI ESCRIBE MARIO MELÉNDEZ
La
portadora
Ella sacó a pasear las palabras
y las palabras mordieron a los niños
y los niños le contaron a sus padres
y los padres cargaron sus pistolas
y abrieron fuego sobre las palabras
y las palabras gimieron, aullaron
lamieron lentamente sus ciegas heridas
hasta que al fin cayeron de bruces
sobre la tierra desangrada
Y vino la muerte entonces
vestida con su mejor atuendo
y detúvose en la casa del poeta
para llamarlo con gritos desesperados
y abrió la puerta el poeta
sin sospechar de qué se trataba
y vio a la muerte colgada de su sombra
y sollozando
"Acompáñame", le dijo aquélla
"porque hoy estamos de duelo"
"Y quién ha muerto", preguntó el poeta
"Pues tú", respondió la muerte
y le extendió los brazos
para darle el pésame
y las palabras mordieron a los niños
y los niños le contaron a sus padres
y los padres cargaron sus pistolas
y abrieron fuego sobre las palabras
y las palabras gimieron, aullaron
lamieron lentamente sus ciegas heridas
hasta que al fin cayeron de bruces
sobre la tierra desangrada
Y vino la muerte entonces
vestida con su mejor atuendo
y detúvose en la casa del poeta
para llamarlo con gritos desesperados
y abrió la puerta el poeta
sin sospechar de qué se trataba
y vio a la muerte colgada de su sombra
y sollozando
"Acompáñame", le dijo aquélla
"porque hoy estamos de duelo"
"Y quién ha muerto", preguntó el poeta
"Pues tú", respondió la muerte
y le extendió los brazos
para darle el pésame
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Apuntes para una leyenda
Una mujer está parada
sobre un puente
que no existió jamás
Su piel que jamás fue besada
flota sobre las aguas del tiempo
como un recuerdo sin rostro
Una carta que jamás fue leída
lucha por alcanzar la orilla
para que alguien la descubra
Un hombre que jamás ha leído
que no sabe leer
que no aprendió jamás
halla la carta y el cuerpo
debajo de ese puente
El hombre llora de impotencia
mientras la carta se deshace
entre sus dedos
El río que está lleno de lágrimas
se apiada de aquel hombre
y le revela el secreto de esa carta
Y el hombre loco de amor
junta sus noches y delirios
para arrojarse de ese puente
que no existió jamás
que no existió jamás
Su piel que jamás fue besada
flota sobre las aguas del tiempo
como un recuerdo sin rostro
Una carta que jamás fue leída
lucha por alcanzar la orilla
para que alguien la descubra
Un hombre que jamás ha leído
que no sabe leer
que no aprendió jamás
halla la carta y el cuerpo
debajo de ese puente
El hombre llora de impotencia
mientras la carta se deshace
entre sus dedos
El río que está lleno de lágrimas
se apiada de aquel hombre
y le revela el secreto de esa carta
Y el hombre loco de amor
junta sus noches y delirios
para arrojarse de ese puente
que no existió jamás
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