El II Festival Internacional de Poesía de Lima reunirá 100 poetas de veinte países






LA CITA SE REALIZARÁ DESDE EL 4 DE JULIO PRÓXIMO
“La poesía es una forma crítica de ver la realidad”
Renato Sandoval, uno de los poetas relevantes de Perú y parte de la organización del II Festival Internacional de Poesía de Lima, reflexiona sobre cómo está el panorama regional de la lírica y cuánta relevancia adquiere este tipo de encuentros desde el apoyo público y privado

Víctor Vimos
Nombre completo: Renato Sandoval
Estudió Lingüística y Literaturas Hispánicas en la Pontificia Universidad Católica del Perú y completó estudios doctorales en Filología Románica en la Universidad de Helsinki de Finlandia.
Ha publicado seis libros de poesía, así como versiones traducidas de Pavese, Quasimodo, y otros.
Renato Sandoval hace una reflexión en el contexto del II Festival Internacional de Poesía de Lima a desarrollarse del 4 al 7 de julio en la capital peruana. Las razones para organizar un festival al que se darán cita cien poetas de cuatro continentes, el valor de la palabra en nuestros países, así como el interés de las instituciones públicas y privadas alrededor del tema son algunos ejes sobre los que una de las figuras visibles del encuentro se refiere en esta conversación. 

¿Cuál es el contexto en el que surge el Festival Internacional de Poesía Lima 2013?
Antes no había un festival de este tipo en el Perú, un país consciente de la gran tradición poética que posee. Eso llamaba la atención pues ni el Estado ni la empresa privada tuvieron intención de explorar este campo. Se han privilegiado acciones como la gastronomía, iniciativas que dan más rédito económicamente hablando. La poesía es un bien intangible, nada productivo desde ese punto de vista, quizá por eso generó desinterés.

¿Qué se estaba perdiendo Lima, el Perú, con la ausencia de un evento como este?
Muchas cosas. En principio, después de años de dictadura y corrupción, la palabra se veía absolutamente devaluada y corrompida; retomar el sentido de la misma desde la poesía con toda su carga de concentración y verdad era una manera de reaccionar frente a una realidad que no daba para más. También había que visibilizar la tradición poética peruana, la imagen de los poetas, relegada, venida a menos. Había que hacer un reconocimiento a la figura del artista en el Perú.

¿El festival es la respuesta visible del lenguaje a las distintas crisis que se ciernen sobre el país?
La poesía es una forma muy especial y crítica de ver la realidad, de reflejarla y retratarla. Y por otro lado, esa misma posibilidad la vuelve crítica frente al discurso oficial. Esa posición es importante y necesaria en un espacio social de debate.

¿Cómo armar un festival de estas características sin una experiencia previa?
He sido un hombre de infinita fe: creo porque veo. A la gente le interesa la poesía, la entiende de manera diversa, pero le interesa. Eso me hizo pensar que era posible. Por eso también, no hice caso al sentido común que recomendaría “empezar de a poquito” para ir creciendo. ¿Y por qué? Porque siento que se ha perdido demasiado tiempo como para permitirnos crecer de a poco. Necesitábamos una especie de shock para que el impacto sea mayor.

¿Cuál fue el impacto?
Reunir 50 poetas de cuatro continentes, juntarlos con sus pares peruanos, todos bardos de primerísima línea, llenar un auditorio de 4 mil personas en su inauguración, con un público venido de las clases medias y bajas, que veía a todas esas personas con los rostros llenos de una fascinación impresionante, es un regocijo increíble.

¿Aporta el Festival a reubicar la imagen del poeta en el medio local?
Eso es fundamental. En vivo y en directo, escuchar a un poeta significa sentir toda la energía que despliega, establece un diálogo directo con el público, que asiste sobre todo a un encuentro pluricultural, diverso, que no dura solo los días del festival sino que repercute en lo sucesivo.

¿Cuál es el perfil de los poetas invitados?
Esas cosas pueden ser muy subjetivas, pero creo que se trata de convocar a la mejor tradición poética a nivel mundial. No para hacer un espectáculo, un show, sino para conocer y compartir lo que se hace en otros espacios, entender que la poesía no está en una sola parte, la buena poesía se ubica en todos los rincones del mundo. Muchas veces, en el mismo país, nos comemos, destruimos, alabamos y no sabemos lo que pasa en otras partes de la región. Esta es una forma de aprender, de ir contra la visión etnocéntrica. (César) Vallejo puede ser muy bueno, pero no es toda la poesía del mundo.

¿Qué hay del apoyo de las instituciones que, en teoría, deberían sumarse a esta iniciativa?
En el caso del Perú el apoyo es limitado, si no, inexistente. El festival lo hacemos pocas personas de la sociedad civil y el presupuesto que viene de la parte pública, que es bien recibido, no llega ni al 20%.
Ese es un gran problema: vender un producto como este no es nada fácil. Es más fácil vender los platos de la gastronomía como fuentes de interés.

En el ámbito poético y literario, los festivales están plagados de amiguismo e intereses. ¿Cómo estar un paso más allá de esto?
La cuestión está en tratar de mantener la calidad por sobre todas las cosas, empezando por la cantidad: un festival trae 100, entonces otro trae 150, otro 151, etc. Más cantidad no es sinónimo de mayor importancia. Mantener el nivel implica ser muy crítico, no practicar tanto el amiguismo. En mi caso, estoy perdiendo cada vez más amigos. Por otro lado están los poetas que son profesionales en saltar de un festival a otro: pasan 10 meses viajando ¿a qué hora escriben?

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