Vladimir Sersa, el fotógrado







Acaba de salir publicado un libro que recoge en buena parte la obra de uno de nuestros mejores fotógrafos, Vladimir Sersa. Con tal motivo publicamos la entrevista que le fuera hecha por Tomás Rodríguez y Nany Goncalvez, así como una síntesis de su currículum profesional.


Entrevista a Vladimir Sersa.

-¿Cómo te empezaste a relacionar con la fotografía? ¿Cómo te interesaste por ella?

Realmente fue a través de unos amigos que tenía, entrando a la Universidad Central de Venezuela a estudiar Química alrededor de 1965. Tenía unos amigos con los que siempre salía. Ellos iban los fines de semana a tomar fotos a los parques, a los museos. Así fue que me interesé, empecé a hacer fotografías junto a ellos. En las casa había una camarita parecida a una Rolleiflex, pero 4x4cm. y empecé a tomar fotos con ella… Después reuní un dinero y compré mi primera cámara 35 mm, una Canon.

-¿En tu infancia tuviste alguna relación con la fotografía?

Nada más allá de las fotos familiares o de las revistas que a veces se compraban en casa, como National Geographic, entre otras, que eran como una manera de descubrir el mundo.

-¿Ya desde el principio tenías una idea acerca de la fotografía?

No, hacía fotos de lo que me llamaba la atención: edificaciones, gente, los parques, sobre todo los niños.

¿Cómo comenzó tu relación con la fotografía a un nivel más profesional?

Las primeras relaciones fueron con Juan Santana y Donald Mayerston. Ellos tenían un laboratorio en El nuevo grupo y hacían sobretodo fotografías de teatro. No recuerdo cómo los conocí, pero fueron ellos los que me enseñaron cómo se revelaba y copiaba. La gente en ese entonces no te quería contar cómo se hacían esas cosas, guardaban el secreto o te decían muy poco sobre esto. En cambio ellos me explicaron todo: metes aquí el rollo, pones este químico, esperas tanto tiempo, etc. También me enseñaron a copiar y a trabajar en las copias.

-¿Y ellos hacían fotografías de teatro y danza, lo que imagino te acercó a ese género?

Sí, claro. Ellos estaban ahí porque también eran fundadores de El nuevo grupo, pero Juan Santana también era el fotógrafo del Instituto de Cultura (Inciba) y cubría todos los eventos culturales. Después, con el tiempo, se dedicaron a hacer cine.

-¿Recuerdas los primeros libros de fotografía que viste? ¿Cuáles fueron las primeras fotografías sobre las cuáles pensaste “esto es excepcional”?

Fui descubriendo poco a poco el mundo de la fotografía. Ayudó mucho la existencia de La Fototeca, donde a veces uno tenía la posibilidad de ver exposiciones de fotografía. También en las librerías se conseguían algunas cosas.
Recuerdo especialmente el trabajo de William Eugène Smith o el del grupo Concern Photography, que tanto se preocupaban por el rasgo humano y la denuncia y eso tenía mucho que ver conmigo. Salía a la calle a hacer fotos y siempre me preocupaba mucho el asunto de la desigualdad social, o de los indigentes y mendigos, los niños de la calle, lo abandonada que estaba la arquitectura de la ciudad. ( Atget, Hine, Riis, Steichen, Weston, Koudelka, Alvarez Bravo, Cartier- Bresson y los pioneros Daguerrotipistas y Fox- Talbot )

-¿Y los movimientos políticos de esa época te influenciaron, porque en los sesenta y setenta había mucha actividad política?

Sí, yo participé bastante en las marchas estudiantiles universitarias, en la famosa toma de la Plaza Bolívar en 1972, que fue reprimida.

-¿Y toda esa propuesta fotográfica viene a relacionarse también con la propuesta de la Fototeca y del Consejo Venezolano de Fotografía? ¿O de la relación de Gasparini con el Consejo Mexicano de Fotografía y todo lo que se habló en esa época sobre fotografía de la realidad?

Bueno, la verdad nunca fui muy partidario de las discusiones teóricas. Más bien me interesaba hacer fotos, verlas, copiarlas y exhibirlas. En esa época no exhibía mucho, estaba muy inseguro. Finalmente envié al Premio de Fotografía Luis Felipe Toro, Conac y logré darle forma a algo. Vi que, realmente, lo que yo había tomado tenía un hilo conductor.

-O sea, después de muchos años de trabajo es que logras entender la coherencia de tu obra

Si, yo había expuesto pero siempre en conjunto, con El Grupo especialmente. Habíamos hecho “A gozar la realidad”, después el trabajo“Letreros que se ven” y participábamos todos de otras exposiciones colectivas que se hacían por ahí: el Coloquio de México, el de La Habana…

-¿Fuiste a alguno de éstos?


Al de México, no. Al primero que fui fue al de La Habana, que fue una experiencia importantísima. Era la primera vez que tenía contacto con tantos fotógrafos del mundo, especialmente latinoamericanos. Además, se me presentó la oportunidad de ir invitado como jurado seleccionador de ese encuentro, en 1984. También conocí a los grandes fotógrafos cubanos: Raúl Corrales, Korda, entre otros

-¿Cómo nació “El Grupo”?

Yo conocía a Luis Brito, quien en ese entonces aún no era fotógrafo, sino que estaba dedicado al cine. Yo le enseñé las pocas cosas que sabía de laboratorio y con el tiempo fueron apareciendo Ricardo Armas, Jorge Vall y Alexis Pérez Luna. Empezamos a reunirnos y nos percatamos de que teníamos miradas similares. De ahí nació el primer proyecto, que fue la exposición “A gozar la realidad”, que recorrió prácticamente toda Venezuela, en museos, alcaldías, Casas de cultura y otros centros comunitarios

-Fue una idea muy innovadora en su momento. Por un lado por la autogestión de proyectos y, por el otro, por las numerosas exposiciones itinerantes.

Sí, además, nosotros mismos la llevábamos. Nadie lo organizaba, ningún ministerio, sino nosotros mismos, que llegábamos a cualquier Casa de la cultura y preguntábamos si había posibilidad de hacer una exposición. Si nos decían que sí, montábamos las fotos un día antes y siempre había gente que se interesaba en la fotografía. Nos preguntaban sobre nuestro trabajo y uno se entusiasmaba. Por ejemplo, recuerdo que en San Fernando de Apure, el periodista nos comentó que era la segunda o tercera exposición de fotografía que se hacía ahí y nos emocionó mucho.

-¿Por qué crees que la gente siente esta afinidad con la fotografía?


Porque se les parece a la realidad y porque además transmite las emociones con mucha fuerza. Es una manera también para muchas personas de verse representados en la imagen.

-Y a partir de esa exposición surgieron otros proyectos con “El Grupo”, ustedes hacían viajes fotográficos por todo el país.

Sí, nos íbamos los fines de semana, o en los días feriados, en al carro de alguno, a algún punto del país a hacer fotografías. Nos íbamos a los pueblos, llegábamos a la plaza principal, al mercado, a la iglesia y al cementerio. Dábamos vueltas y fotografiábamos a la gente.

-¿Había un leitmotiv cuándo iban a un lugar o simplemente escogían un localidad porque les llamaba la atención?


No, no había un objetivo preciso. Simplemente se nos ocurría que algún lugar podría ser interesante. O, por ejemplo, si íbamos camino a Oriente, pasábamos por muchos pueblos en los que generalmente uno nunca se detiene y allí nos parábamos. Y lo mismo cuando íbamos a Occidente, a los Llanos. Era cuestión de detenerse en los pueblos, de explorar las carreteras y caminos.

-¿Piensas que de alguna manera la influencia de los fotógrafos norteamericanos que hicieron estos registros de los pueblos en los Estados Unidos tuvieron que ver con esa idea?

No, porque aquello fue organizado, había un dinero para eso. Lo de nosotros era espontáneo y uno mismo lo costeaba con los ingresos propios. Eso es lo que hubiéramos deseado que sucediera, que existiese un organismo que se ocupara de eso. Uno sólo quería documentar, ver la realidad del país y mostrarla tal cual la veía. Si eso hubiese llegado a una instancia superior, hubiese sido maravilloso.

-Del trabajo en conjunto salieron también trabajos individuales de mucha importancia, por ejemplo “Por aquella desolada patria”, con el que ganaste el Premio Luís Felipe Toro y que fue el que te permitió ver la coherencia de tu obra.


Sí, después de muchos años me di cuenta de que mis imágenes tenían algo que las unificaba; algo que era secuencial independientemente del pueblo donde habían sido tomadas o incluso si habían sido hechas en Caracas; había una relación en las imágenes.

-Pareciera que en “Por aquella desolada patria”, estabas buscando no sólo lo que estaba al margen de la capital, sino incluso lo que estaba al margen de esos mismos pueblos. Era periférico ya en lugares de por sí periféricos.

Si, una Venezuela totalmente rural. Dentro de cada pueblo hay cosas bonitas, elementos históricos atractivos y también entes como … desamparados. ¿?

-Hay mucha melancolía en ese trabajo, comenzando por el título, que ya remite a una idea de desconsuelo.

El título era lo que me decía toda esa cantidad de fotos que tenía. Y es un trabajo que podré hacer por siempre y tendrá como resultado las mismas imágenes.

-¿Por qué aún la patria sigue desolada, de alguna manera?


Por supuesto. Y yo siempre busco eso en todas partes. En Colombia, México, Eslovenia e incluso Italia, he encontrado cosas así. (Será que a nuestros gobernantes no les ha interesado mejorarla ¿)

-Es un trabajo que, por un lado, toca muchos rasgos de la cultura popular venezolana, especialmente en la arquitectura. Pero también destaca cómo lugares de importancia histórica en el país, han devenido en pueblos fantasmas. Pueblos como La Ceiba, Altagracia, San Sebastián de los Reyes; lugares que fueron importantes, en sólo un siglo se han destruido, y eso nos desconcierta.


Claro. Uno no quisiera que toda esa riqueza –esas construcciones que eran como palacios en el siglo XVIII o XIX- se pierdan y se conviertan en lo que son hoy en día: ruinas. Uno se imagina que debieron haberse transformado en museos; que los gobiernos y la gente los hubiese mantenido. O lo que pasa en Caracas, por ejemplo, que un edificio que tiene siglos, lo tumban sin consideración para hacer uno nuevo, más grande, más moderno y también más impersonal.

-Eso también lo denuncia tu trabajo en muchas ocasiones, como aquella fotografía de Parque Central, donde se ve una casa de los años cuarenta; un edificio de los sesenta y la gigantesca torre de Parque Central, ya de los ochenta. ¿Crees que en ese aspecto de denuncia tu fotografía y la de otros, funcionó?

Desafortunadamente, no. No llegó a dar en el clavo como para que algún organismo o institución se sintiera dolido. Quizás algunas personas, una parte de la sociedad, sí. También se debe a que nunca han existido demasiadas publicaciones de fotografía en el país, menos de fotografía de denuncia, y entonces no llega a la gente. Ahora se están rescatando cosas, restaurando. Pero es imposible rescatarlo todo cuando ya todo está casi derrumbado.

-¿Crees que la fotografía de denuncia en sí ha hecho alguna transformación en nuestra sociedad, ha desempeñado algún rol?

No, los fotógrafos quisimos que sí fuese así, era nuestro sueño. Pero lamentablemente no llegó a suceder.

-En tu generación esa fotografía llegó a ocupar un lugar importante, y si bien no cambió la sociedad llegó a significar un inventario de los problemas de la venezolanidad y, quizás hoy en día, cuando los revisamos, nos hacen ver en perspectiva la evolución del país

Evolución por una parte e involución, por otra. Muchas cosas no se solucionaron o están peor.

-¿Cambiando de tema, recuerdas tus primeras fotografías, las que te impresionaron y ante las que sentiste que habías alcanzado un cierto nivel?

No, nunca me he sentido demasiado seguro de mí mismo. Por supuesto, habían fotos que me gustaban mucho, pero sabía que podía hacer otras mejores y las hacía, trabajaba más en las tomas y las composiciones. Y otra vez sentía que podía hacer algo mejor. Al principio incluso recortaba los negativos y dejaba algo significativo, ahora trabajo a negativo completo, porque he ido logrando hacer mejor las cosas.

-¿Y cómo es tu proceso creativo? ¿Cómo trabajas?

Generalmente es sólo salir a la calle. Otras veces no, tengo uno tiene una idea específica y voy a hacerla, como cuando íbamos a hacer fotos a las galleras, o a un lugar particular en un pueblo. Pero tengas un fin o no, es el “ojo” quien te lleva a buscar lo bueno y lo malo de una situación, lo que te interesa fotografiar. A veces incluso vas a hacer algo específico y resulta que hay otras mil cosas que también interesan y simplemente el trabajo se ramifica.

-¿Te ocurre que con la revisión posterior de tu trabajo logras hacer conjuntos importantes de imágenes? ¿Revisas mucho tu archivo?

Si, sobre todo últimamente he estado revisando mucho el archivo y copiando cosas que nunca había copiado. Esto me ha permitido estructurar otro tipo de discursos en el tiempo.

-¿Cómo sientes tu obra en el contexto de la fotografía venezolana actual?

En este momento la siento un poco relegada, porque yo sigo fiel a la fotografía documental y ahora lo que mayormente se hace es fotografía intervenida, digital o conceptual; así que es muy escasa la cabida para el tipo de imágenes que hago. Son muy pocos los eventos donde puedo participar. Incluso la mayoría de los concursos y exposiciones ya están dirigidos a otro orden de creatividad.

-¿Y qué opinas de estas nuevas tendencias de la fotografía?

Como en todo, hay algunas cosas que me gustan muchísimo y otras no. Pero no me interesan demasiado las manipulaciones digitales y ese tipo de trabajos. También sé que este nuevo tipo de fotografías tienen un papel en la sociedad de este momento. Son formas de expresión y no un registro visual de algo que está sucediendo. Tienen que ver más con pensamientos e ideas, con ciertas motivaciones de la gente.

-Siento que tu trabajo tiene una base poética, en cuanto a que la imagen formal nos refiere a las emociones. ¿Sientes tú también esa poesía en tu obra, más allá de su función como documento?

Si, yo sé que no es sólo un documento. Hay una búsqueda, una necesidad de decir algo, incluso a la hora del trabajo de laboratorio. Yo busco la manera de resaltar algo, las emociones, los detalles, sentimientos; todo lo que se quiere decir. Porque yo siento una emoción a la hora de hacer una foto y quiero transmitírsela a la gente, al que va a ver esa imagen. Y causa mucha alegría cuando se comprueba que eso se ha logrado.

Hay muchos sentimientos, no sólo la melancolía de la que hablábamos antes, a la hora de hacer una de mis fotografías. A veces hay agresividad, a veces humor, sobre todo negro. Son sensaciones que forman la personalidad y uno encuentra imágenes que responden a ellas y quieres que la gente sienta eso también cuando las ve.

-¿Y crees que tus fotografía, en ese sentido emocional, ha cumplido un mejor papel que en el caso de la denuncia?

Si. La verdad siempre me he sentido complacido con lo que la gente dice de mis fotografías. Sobre mi obra no se ha escrito casi nada, pero lo que me dice la gente me hace sentir que, al menos emocionalmente, mis fotografías han llegado; que la gente rescata lo poético en ellas. Y eso es algo que siempre me alegra mucho: poder transmitir un mensaje con mis fotografías. Eso compensa mucho el que la denuncia como tal no haya funcionado. La gente ve en mis fotos una ruina y quizás no se preocupa demasiado por el aspecto social de eso, pero más allá, ve la belleza que hay en ella.

Has invertido tiempo también en otros aspectos de la fotografía: en la conservación e investigación, hiciste copias de fotografías históricas tan importantes como la de Pal Rosti ¿Qué es lo que te ha llevado a interesarte en estos otros aspectos de la fotografía?

Al principio era porque me llamaban para hacer trabajos de reproducciones de fotografías de un archivo de negativos que después pasó a la Biblioteca Nacional y, a partir de allí, surgió un extenso proyecto de investigación, que desarrollaría Josune Dorronsoro y en el cual participé y que fue el primer trabajo de investigación serio que se hizo sobre la fotografía venezolana. Por supuesto, eso implicaba conocer de conservación, hacer las copias, etc.

-¿Y eso cómo influyó en tu obra personal? ¿Cambió tu manera de concebir las exposiciones o te hizo pensar en la importancia que tenía la fotografía para el futuro?

Sí, sobre todo eso, pensar en la importancia que tiene la fotografía para el futuro. Las imágenes del pasado nos dicen algo: lo que hay en ellas, la calidad, sus dedicatorias, nos hablan de un momento de la historia. Hay imágenes que tienen cien años y se siguen conservando, otras se han perdido y es una lástima.

Recuerdo una investigación que hicimos en el Estado Lara, pues había aparecido un daguerrotipo. La persona que lo tenía, creyendo que lo limpiaría, borró la imagen y lo único que se pudo rescatar fue la firma del daguerrotipista, que estaba grabada con un punzón.

La conservación de la fotografía era un área prácticamente desconocida aquí. Con el tiempo vinieron unos conservadores norteamericanos y dieron un curso en el Centro Venezolano Americano, donde traté de absorber todo el conocimiento, como una esponja. A raíz de eso me contrataron en la Biblioteca Nacional para trabajar en esa área e inclusive visité varios centros en Estados Unidos y Canadá y traté de hacer cosas aquí, pero no fue fácil.

En fin, eso me llevó a pensar que los fotógrafos a veces hacemos fotografías que consideramos banales pero que, con el paso del tiempo, cobran importancia, porque son el reflejo de una época, de lo que sucedía en determinado momento de la historia. Hasta nos habla del proceso fotográfico que se utilizaba. Conocer de conservación también me ha llevado a ser más cuidadoso con mi trabajo, con el revelado y el copiado.

-¿Además de tu trabajo de imágenes del país, su arquitectura y su gente, también tienes un trabajo importante de retratos de personalidades de la cultura?

Sí, siempre me ha gustado hacerle retratos a este tipo de gente y he tenido la oportunidad de hacer para algunos catálogos y publicaciones retratos de escritores, poetas, pintores y artistas en general.

-¿Qué piensas del retrato?


Me gusta mucho. A través de él puedes mostrar parte de la personalidad del retratado.

-¿Y cómo crees que debe ser la actitud del fotógrafo frente a los retratos, no sólo retratos formales, sino también en la calle?

La mayor parte de las veces trato de pasar desapercibido, de que no me vean, para que la gente se muestre desinhibida en las fotos, se muestre tal y como es. Si me está viendo tomar la foto, entonces cambia la pose, la actitud; quiere tener una imagen para la foto y prefiero las poses espontáneas. La presencia del fotógrafo influye, porque es un momento donde la gente tiene conciencia del poder de la fotografía.

En este sentido yo tengo experiencias muy bonitas, especialmente cuando salía a hacer fotos con Sebastián Garrido. El tenía una especie de magia para la gente, le pedían que les hiciera fotos. Así que también creo que la reacción depende de la empatía de la gente con el fotógrafo. Me ha pasado que, tras un rato de estar fotografiando a alguien, se establece una relación intima entre él y yo.

-Cambiando de tema. ¿Qué fotógrafos venezolanos o extranjeros te han influenciado a lo largo del tiempo, porque las influencias también van variando?

Yo siempre me he preguntado eso, porque nunca he pensado en imitar a alguien. Yo tengo mi forma de hacer las cosas, que al principio era muy poco flexible y con los años ha ido cambiando. No sé quiénes exactamente podrían ser mis influencias. Inconscientemente imagino que uno las tiene, porque ha visto muchísimas fotografías, no sólo de extranjeros, sino también de fotógrafos venezolanos, especialmente de los más cercanos a mi. Por ejemplo, Alexis Pérez Luna, Jorge Vall o Luis Brito están ahí, porque he visto mucho de su trabajo e inconscientemente eso queda grabado.
Por supuesto, cada uno tenía su manera particular de ver las cosas y era una de las virtudes de “El Grupo”, que cada uno tenía su propia personalidad.

-Y eso es algo que pareciera hacerle mucha falta a la fotografía, la personalidad y era una de las cosas maravillosas de “El grupo”, que en él había cinco personalidades y puedes ir a una exposición y sin ver el nombre, reconocer inmediatamente a quien pertenece cada pieza.

Eso también se debe a que, antes de unirnos, ya cada uno tenía una experiencia –por más pequeña que fuera- como fotógrafo, había una madurez y ya se tenía una cierta visión desarrollada. Y a la hora de reunirnos ya teníamos más o menos el mismo trayecto recorrido y una visión propia; así que nadie imitaba a nadie. La empatía fue más bien positiva.

-¿Y por qué se disolvió “El Grupo”?

Al final los que quedamos fuimos Alexis, Sebastián y yo, trabajando y haciendo cosas. Pero como en todo proceso natural de crecimiento, hubo divergencias en cierto momento y consideramos que era mejor separarnos.

- “Letreros que se ven” fue un libro importante para ustedes como colectivo. De alguna manera era un estudio sociológico de la ciudad.

Sí, así fue. Y hasta nos sentimos tentados a reeditarlo, pero ya nos estábamos disolviendo. Fue importante porque también era una nueva visión de la fotografía, hasta entonces no se había hecho algo así en Venezuela.

-Y tenía mucho que ver con el pensamiento de las vanguardias contemporáneas a través de las apropiaciones y las relaciones con la cultura popular.

Claro, y eso se convertía en un estudio sociológico y antropológico de la manera en como la gente se expresaba en esta ciudad a través de lo escrito, ya sea en letreros o graffitis. Muchas veces había errores de ortografía, cosas muy creativas, sentencias políticas, anuncios. Había de todo. Había letreros también de mucha pureza.

-¿Crees que parte del poder de la fotografía es que al descontextualizar las cosas de su entorno usual les da un nuevo valor?

Efectivamente, eso es lo que pasaba con los letreros. Estaban ahí todo el tiempo y nadie se fijaba en ellos, pero una vez que estaban en una fotografía o en el papel, estabas obligado a mirarlos y cobraban otra dimensión. Te dabas cuenta de que existían. Era bueno sacarlos de su contexto. Revelaban cosas del sentir popular y la gente no se fijaba en eso cuando los veía en la calle.

-A mi me atrae mucho la capacidad que tiene la fotografía para sorprendernos, para darnos un traspiés y que reaccionemos. Y hay muchas de tus imágenes de las que se puede decir eso. Es una obra que habla mucho de las emociones de Venezuela, porque tu obra es casi toda venezolana, a pesar de que viajaste mucho.

Por supuesto, fotografías que me gustan he hecho en muchas partes. Pero a través de la obra realizada aquí, está reflejada la manera de ser del venezolano, no sé si retratada exactamente, pero al menos reflejada. Y eso es importante, hablar del lugar donde uno vive y está.

-¿Y que es lo que consideras más relevante de lo que en tu obra muestras de Venezuela? Viéndolo ahora en retrospectiva ¿qué crees que dijiste sobre el país?

Es difícil generalizar. Están todos los aspectos de los que hemos hablado antes: el humor, la melancolía. Está también lo que tiene que ver con la bondad del venezolano, con su manera de compenetrarse con el otro, con su familia, vecinos, entorno. Pero también está la parte negativa del país: la desidia, el abandono. Está eso que es tan venezolano que es reírnos de nuestras propias desgracias.

- ¿Puede uno realmente decir que hay una manera de hacer fotografía a la venezolana?

No lo sé, no sabría cómo definirla. Quizás siento que hay algo que unifica más a la fotografía latinoamericana –como a la norteamericana o la europea-, que a la venezolana. Hay una forma de ver del latinoamericano. Pero la fotografía venezolana tiene fragmentaciones, o es muy abierta a las nuevas tendencias o las influencias del exterior. Tenemos mezcla de ideas.

-¿Y qué piensas de la fotografía venezolana actual?

Hay cosas muy buenas, me alegra que haya crecido y evolucionado tanto que simplemente esté al nivel de la mejor fotografía europea o latinoamericana. Además hay muchos caminos, mucha diversificación, no una sola manera de hacer fotografía, como era por ejemplo, en los setenta.

-¿ Y cómo ves esta nueva relación que hay entre la fotografía y los artistas plásticos, porque la fotografía es cada vez una herramienta que está siendo utilizada por los artistas plásticos? ¿Crees que eso beneficia a la fotografía?

Por supuesto, porque es una nueva manera de asimilar la fotografía y de redimensionarla como lenguaje. Y muchos fotógrafos se han dado cuenta de que no sólo los pintores o escultores, sino también ellos pueden utilizar la fotografía como una herramienta relacionada con la plástica. Y también ha permitido que distintas expresiones artísticas se unan; ya no es solamente pintura en sí, o fotografía en sí; es más difícil separar las fronteras. Y eso también es una nueva manera de concebir el arte.

-¿No crees que eso ha permitido que la fotografía se revalorice? Me explico: hasta cierto momento la fotografía estuvo marginada respecto a las otras artes y ahora se ha puesto al mismo nivel, no sólo la fotografía plástica, sino la documental. Nombres como el de Sebastiao Salgado o el de Henri Cartier-Bresson han cobrado una importancia increíble.


Es cierto y sobre todo me alegra por la fotografía documental, que finalmente se le haya reconocido el lugar que tiene dentro de la historia y que el público se haya acostumbrado a ella. En Venezuela quizás ha pasado en un menor grado, no porque no haya un público para la fotografía, sino porque no hay un mercado y eso ha entorpecido un poco el desarrollo de esta disciplina.

Los fotógrafos hacen el esfuerzo de copiar sus fotos, comprar marcos, etc. y lo que recibe por eso no cubre ni la mitad de lo que gastó.

-Pienso que a veces a los fotógrafos venezolanos les ha faltado agresividad para abrirse puertas y encontrar nichos. “El Grupo” fue una excepción, era de armas tomar, iba y hacía la exposición por su cuenta, pero es algo que no ha sido frecuente. Quizás hubiese sido necesaria más combatividad.


Eso depende en muchos casos de la capacidad que tenga el fotógrafo para hacer relaciones públicas. Para mí es muy difícil llegar a un lugar y decir “tengo este proyecto, fináncienmelo”. Mi naturaleza no está hecha para eso, no soy capaz de hacer ese tipo de cosas. Lo ideal sería que los fotógrafos tuviesen a alguien que se encargara de esos asuntos, y de promoverlos, buscar los caminos, ahora que hay una mayor apertura de los medios y las instituciones hacia la fotografía. Antes no las había, publicar un libro era una odisea, aún más que ahora.

-Por otra parte, tú has sido organizador de importantes eventos, como la II Jornada de Fotografía en Mérida o del Encuentro Iberoamericano de Fotografía, que tuvieron una repercusión importantísima en el país. ¿Cómo fue la experiencia?


Fue una experiencia importante, parecida a cuando llegué a La Habana y encontré a tantos fotógrafos reunidos. Es parecido recibir gente aquí, que traigan su obra. Y es más o menos lo que pasó en Mérida, a menor escala. Pero lo negativo es que esas iniciativas quedaron ahí. Han pasado trece años del Encuentro latinoamericano de Caracas y más nunca se han hecho eventos de ese tipo en el país; así que se disuelven en el tiempo. Tampoco ha seguido pasando mucho en otros países de América Latina. Y es importante que suceda, porque se dan a conocer muchos trabajos y tiene repercusiones en investigadores y fotógrafos. Está el ejemplo de los Fotoseptiembre en México, donde todos los pueblos del país se llenos de exposiciones, hasta en los pasillos del metro las hay. Hacen un excelente catálogo, además y eso amplía la cultura fotográfica de la gente.

-¿Qué podrías decirle a los jóvenes fotógrafos venezolanos? ¿Qué consejo les darías?


Bueno, tampoco soy tan sabio como para estar dando consejos. Lo importante es que vean mucha fotografía y que fotografíen mucho lo que les guste o atraiga. Que vayan educando su ojo y su sentimiento hacia las cosas que les interesan; es la manera de encontrar el camino.

-¿Crees que hay una deuda de los fotógrafos venezolanos hacia Venezuela? ¿Algo que falte por hacer?

Más que un tema, de lo que Venezuela ha estado carente siempre es de publicaciones, de medios de difusión de la fotografía, donde los fotógrafos puedan mostrar sus cosas. Hay temas que no se han profundizado: el mundo trasvesti de Caracas, el underground de la ciudad, las drogas, por ejemplo. Aquí hay mucha aprehensión hacia eso. Nadie quiere ver eso aunque esté frente a sus ojos. Los temas populares se han tocado mucho, pero el mundo urbano se han dejado un poco de lado.

-Tu tienes muchos libros y mucha música ¿Crees que es importante para el fotógrafo la relación con otras artes?

Sí, claro. El fotógrafo debe ser un ser completo. Incluso para hacer un tema en la fotografía, se hace necesario investigar sobre eso. Además, como ser humano te hace ver el mundo más ampliamente, te permite tener ideas más ricas y eso te convierte en un mejor fotógrafo.


Currículum Vitae

EXPOSICIONES INDIVIDUALES

1990 «Por Aquella Desolada Patria», 9° Premio Luis Felipe Toro, CONAC 1989,Museo Bellas Artes, Caracas
«Por Aquella Desolada Patria» Salón de Invitados, Premio “Casa de Las Américas” La Habana, Cuba

1991 «Fotografías Vladimir Sersa», Museo Jesús Soto, Ciudad Bolívar

1992 «Por Aquella Desolada Patria», Galería Mandril, Mérida

1993 «Por Aquella Desolada Patria», Galería Municipal de Arte de Maracay

1994 «Por Aquella Desolada Patria», Centro de Bellas Artes, Maracaibo

1995 «Por Aquella Desolada Patria», Galería Exedra, Quito, Ecuador
«Inter-Nos» Galería Universitaria de Arte, UCV, Caracas

1998 «Por Aquella Desolada Patria», Sala Exposiciones LEK, Liubliana, Slovenia
«Caracas» Kud Sestava, Liubliana, Slovenia

2002 «Muros y Territorios sin Tiempo», Museo Arturo Michelena, Caracas

2004 Paisajes , Hotel Paseo Las Mercedes, Caracas

EXPOSICIONES COLECTIVAS

1976/77 «A Gozar la Realidad» El Grupo, itinerante por Venezuela

1977 Colectiva “El Grupo”, Librería Cruz del Sur, Caracas

1978 Salón de Fotografías de Bellas Artes, Maracaibo
«Hecho en Venezuela», Museo Arte Contemporáneo Caracas. Itinerante en Alemania 1979-80

1979 «El Niño y La Estructura» Concurso Internacional, Galería G, AVC Caracas
«Octubre Libre» Consejo Venezolano de Fotografía, Caracas
«Letreros que se Ven» El Grupo, Galería La Trinchera, Caracas

1980 «Así es Caracas» Museo de Arte Contemporáneo, Caracas
«Letreros que se ven» Galería Colseguros, Bogotá. Itinerante en Cali, Medellín y Barranquilla 1981/82

1982 «Hecho en Latinoamérica 2» Consejo Mexicano de Fotografía, México
1ª Muestra de Fotografía Contemporánea en Venezuela, Museo Bellas Artes

1983 «El Bolívar nuestro de cada día» AVEF, CANTV, Itinerante
«Nos Américas», Galería Venezuela, Nueva York

1984 «El Riesgo», Galería Los Espacios Cálidos, Ateneo de Caracas
«Hecho en Latinoamérica 3» 3° Coloquio Latinoamericano de Fotografía, Museo Bellas Artes, La Habana, Cuba

1985 «Una Cierta Mirada”»Galería La Otra Banda, Mérida San Cristóbal, Puerto Ordaz, Sala Interalúmina 86
«Venezuela, 40 años de Fotografía Artística», Museo de Arte Contemporáneo de Sao Paulo; 1° Simposio de la Fotografía, Universidad Simón Bolívar 1986, Quito, Ecuador; Québec, Canadá

1987 «Pavana para una Negra Difunta» Sala La Fotografía, Ateneo de Caracas
«Salón Nacional de Fotografía Caracas» Fundarte, Museo La Rinconada, Caracas
«Visión Tangente de Venezuela», Québec, Canadá
1er Festival Internacional de Fotografía Actual, Montreal, Canadá
1989 3ª Bienal de La Habana, Museo Bellas Artes, Cuba

1990 10ª Exposición Fotografía Documental, Biblioteca Nacional, Caracas
«Veinte años tratando de Ver» Galería Viva México, Caracas; Teatro de la Ópera, Maracay; Facultad de Agronomía, UCV; Alcaldía Los Salias, San Antonio de los Altos
«Tres Fotógrafos de Hoy» 9° Premio Luis Felipe Toro, CONAC 1989, Museo Bellas Artes, Caracas
«The Speed of the Soul», Art Institute of Boston, EUA
«A los Veinte Años», Galería Viva México, Caracas
«Leopold Godowsky Jr», Color Photo Awards, Boston

1991 «En La Habana», Galería América, Caracas
«Artistas vistos por Artistas», Sala CANTV, Caracas

1992 «De Natura», Galería Universitaria de Arte, UCV, Caracas
«Plural», Alianza Francesa, Caracas

1993 «Parapara y Ortiz» Alianza Francesa, Caracas
«Fotografías» Galería 125, Caracas
3ª Bienal de Artes Visuales «Christian Dior», Centro Cultural Consolidado, Caracas
«El País de Garrido, Pérez - Luna y Sersa», Galería Altxerri, San Sebastián, España
«Rostros, Risas y Sonrisas», Espacios Unión, Caracas
«Fotos», Galería Sólido, Caracas
«San Sebastián de los Reyes», Sala Gobernación DF, Caracas
1ª Bienal Nacional de Fotografía, Galería Municipal de Arte, Maracay
7mo Salón Nacional de Fotografía, Fundarte, Museo Sacro

1994 «La Desnudez del Papel», Museo Bellas Artes, Caracas
«Rostros del Valle», Museo Sacro, Caracas

1995 «El País de Garrido, Pérez-Luna y Sersa», Sala La Fotografía, Ateneo de Caracas
«Caracas Retratada», Fundarte, Museo Jacobo Borges, Caracas

1996 «San Sebastián de los Reyes» Galería América, Caracas
«Cara y Sello para Papel», Museo Bellas Artes, Caracas
«Atmósferas Urbanas», Espacios Unión, Caracas
54° Salón AV Arturo Michelena, Ateneo de Valencia
«El País de Garrido, Pérez-Luna y Sersa», Embajada de Venezuela, 5° Coloquio Latinoamericano de Fotografía, México, DF

1997 «San Sebastián de los Reyes», Museos de Mérida y Tovar
13ª Bienal Internacional Humor en el Arte, Gabrovo, Bulgaria
«Real Maravilloso», Cantieri Culturalli Ex Macelli, Prato y Milano, Italia

1998 «El Hecho Fotográfico en Venezuela 1847-1997», Galería de Arte Nacional, Caracas
1ª Bienal Internacional de Fotografía de Puerto Rico, Universidad Interamericana de Puerto Rico

2002 < Fría Cabaret> Sala NG , Celarg . Caracas.

2003 «Fotociudad», Medellín, Colombia
«Visiones de país. Fotógrafos Venezolanos», Galería Municipal de Arte Maracay

2004 La mirada de un artista , Universidad Nacional Abierta. Caracas

2006 Se hace camino al andar. Museo Bellas Artes. Caracas.
1ª Bienal Fotografía de Caracas, Museo Alejandro Otero. Caracas.

2007 Un mundo, varios puntos de vista, encuentro con fotógrafos notables.
Museo Alejandro Otero. Caracas.
Cien Imágenes de Plata y de Memorias. Fund.Amos, centro histórico Petare.

RECONOCIMIENTOS

1979 «El Niño y la Estructura» (Compartido)
1989 «Luis Felipe Toro» 3° Premio
1999 «Eslovenos por el Mundo» 1° Premio B/N Liubliana, Slovenia

FOTOS EN COLECCIONES

Ateneo de Valencia, Biblioteca Nacional, Casa de las Américas Cuba, Colección Ignacio Oberto, Museo Bellas Artes, Museo Arturo Michelena.

Comentarios

  1. Mis saludos desde Santiago de Chile

    Leo Lobos

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  2. Muy buena entrevista!!!!!
    Ademas es un gustazo saber de Wladimir y escucharlo a traves de estas letras.......
    Un Abrazo Wldimir .
    Edith.

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