Relatos de Robinson Quintero Ruiz
Yo no soy un hombre, ni un poeta,
ni una hoja, pero sí un pulso herido
que sonda las cosas del otro lado.
Federico García Lorca
Mi casa es un lugar al Norte de todos los recuerdos…
APRENDIZAJE CASERO (En un patio extenso con enormes árboles frutales como telón de fondo)
El abuelo me enseñó que un hombre está a salvo del mundo cuando se repite en su propio silencio; luego dijo con su voz domadora del tiempo y las más largas distancias: “Pero si quiere enfrentar esta hambrienta realidad, debe tomar a las palabras como única residencia”.
La voz del abuelo aún arropa lo que queda del patio. Con los ojos cerrados se apresta a ensanchar el mundo con un par de frases; su voz lleva el aroma de todos los años vividos, yo hago parte de esta magia invisible que se estremece en el silencio de la mañana.
Yo he seguido al pie de la letra cada uno de sus consejos, aunque a veces he roto las reglas para poder continuar adelante en mi propio camino. He evadido el buen comportamiento del amor; me convoco solidario conmigo mismo, pero tengo para ofrecer un atardecer que sonríe dentro de mi pecho, un par de recuerdos escondidos en los baúles de la abuela, la imagen de un hombre que vaga por calles y esquinas, extendiendo el veneno de sus sueños.
El abuelo me enseñó que uno se hace hombre en sí mismo, y varios hombres cuando tiene por testamento un par de frases huérfanas merodeando entre las manos. El abuelo me enseñó que para comprender la vida, hay que rodar con el mundo, llevarlo a cuestas en cada hora que pasa, en cada palabra que se extiende para bendecir las heridas que empiezan a florecer a través de los primeros tropiezos y el seco afán de querer desnudar las tristezas y las soledades, como única salida para sentir verdaderamente el vértigo del mundo.
EL DULCE FILO DE LOS RIESGOS
Cuando uno propina golpes bajos, la vida se convierte en un plato de sopa frío y amargo y el silencio nos golpea con su paso hiriente y seco entre las 4 paredes de un cuarto estrecho. Las calles hacen que uno pruebe constantemente el dulce filo de los riesgos y la rabia se convierte en un viejo pájaro desplumado que tiene temor de volar por el cielo abierto.
Uno se acomoda a los miedos ajenos, a las soledades prestadas, a los recuerdos dolorosos que inventa mamá, a este devenir que hace de uno una casa deshabitada, un simple trapo sucio de cocina. Pero no tengo otra manera de saber quien soy, ni qué hacer con este prolongado atardecer atiborrado de libros y canciones que reposan entre horas de cansancio y hastío.
Seguiré gastando mis tristes estancias, asumiendo mi vida bajo el tráfago del mundo, ahogándome entre las risas de mis hijos, entre momentos rotos que alguna vez inventé para no estar tan solo.
FRASES FINALES PARA UNA POSIBLE CARTA A MAMÁ (Carta hallada en el bolsillo derecho de un sucio y viejo blue jeans dominguero, perteneciente a un poeta desconocido)
Ya sé que te preocupa que tenga el alma como esta arrugada y vieja hoja de papel; pero recuerda que tú me enseñaste a ser un pájaro capaz de volar en medio de las más crudas tormentas. Ya sé que el ruido de mi rabia suena como una triste canción de Bob Dylan, pero no tengo secretos cuando se trata de hacer trampas en el amor. Nunca he pensado tener una casa lujosa o un automóvil último modelo, me basta con todo el silencio que los años me obligan a cargar.
Sé que muchos piensan que nunca me he esforzado para darte algo bueno de mí, pero sé que tú guardas estas frases finales como si fueran pañuelos para apaciguar tu llanto cuando estoy lejos de aquí. Tú bien sabes que mi alma es un papel barato y tú, el único poema de esperanza escrito en él. Sabes bien que no finjo o exagero cuando hablo de ser un prisionero de tantas frases prestadas. Sabes que tengo mis caminos cuando quiero volver a casa, donde sé que me aguardas pacientemente, sentada en medio de la penumbra y escuchando boleros en tu vieja radio.
El mundo es más que cuatro paredes y una buena canción de rock para no hacer tan largo el camino hacia quién sabe dónde. Tú lo sabes bien mamá, soy la herida que siempre sangra, la frágil voz de un atardecer frente a la ventana, aquel cielo cruzado de recuerdos y nostalgias, este papel amarillo escrito con palabras llenas de sed, para siempre gritarte cuanto te extraño.
HAGAMOS DEL AMOR UN ARTEFACTO MÁS HUMANO
Ven muchacha, coloquemos nuestras manos desnudas sobre la ciega herida que hace del amor un pedazo de pan cotidiano. Dejemos que él se embadurne la cara con nuestra risa y con nuestro llanto. Que la única luz que lo cobije, sea el silencio de nuestros cuerpos cansados después de la tibia batalla del sexo. Tomemos al amor por nuestra cuenta, que sienta la sed que se esconde en nuestros labios; que sepa que durante las noches nuestras vidas se balancean sobre la cuerda floja.
Ven muchacha, cantemos tristes canciones de atardecer a su oído. Coloquemos al amor en el sucio rincón donde alguna vez estuvo aquella mesa y aquel florero. Dejemos que él aprenda a paladear nuestros miedos, nuestras livianas tristezas. Enséñale a morir para que te pueda ver con los ojos cerrados. Enséñale a nombrar tu cuerpo, a viajar en él como pájaros de verano. Muéstrale que de este lado, las cosas buenas duran un breve instante.
Ven muchacha, señálale el punto exacto donde somos animales que se aman a oscuras bajo el signo hostil de tanta soledad aguda. Rásgale el corazón con tus dientes, bríndale una palabra huérfana empapada de ausencias; luego arréglate el cabello, colócate tu único vestido florido y deja que los juegos y los artificios coloquen trampas a su paso.
INEVITABLE
Nada de lo vivido será suficiente. Ni todas las frases de Borges citadas a puño con la memoria, ni cada partido de fútbol en las mismas calles, ni la magia palpable en la sonrisa de mis 2 hijos. Nada puede detener la caída. Aprendí de días pegados a un tiempo presuroso; pero no será suficiente, ni los golpes y los mordiscos propinados al amor, ni tantas largas caminatas bajo un aguacero de atardecer, anudando mis viejos zapatos al asfalto que cubre la ciudad.
Nada de lo que tomé por la fuerza será suficiente. Ni mi lista interminable de errores, ni las palabras de Bukowski y Fante, que en muchas ocasiones sirvieron como papel de regalo para envolver toda mi rabia. Nada puede detener la caída cuesta abajo. Aprendí de cosas que van y vienen con el viento; pero nunca será suficiente. Ni la tristeza de mamá, ni la música jazz que hace que los domingos no sean un día más, ni los cigarrillos que nunca fumé detendrán lo que está por venir.
Nada de lo dejado atrás será suficiente. Ni la marihuana y las cervezas en las esquinas, ni las canciones maltrechas de Tom Waits, ni las iniciales grabadas con una navaja oxidada en la banca del parque. Nada puede detener la caída. Aprendí de promesas rotas y sueños averiados para culpar al prójimo, pero no será suficiente, ni los miedos y los caminos equivocados. Nada podrá detener algún día tu llegada, amiga muerte.
NO EXCUSES
A través de la ventana abierta miro las calles de la ciudad y recuerdo aquel día en que decidiste marcharte de mi lado. No te has perdido de nada nuevo, aún continuo siendo el mismo vago aferrado a la quietud de cualquier atardecer mientras cada rincón de este pequeño cuarto permanece en desorden.
Aquí dentro de mí, todos los pasos resuenan sin nadie. Todo lo que veo lo trago de inmediato; las penas, los adioses, la amargura del mundo. No sé cómo decir que soy una piedra que no puede mirar hacia dentro; pero intento vivir, viendo cómo crece la hierba salvaje en los predios vacíos. La única novedad es que envejezco muy pronto.
Y así voy, acumulando recuerdos y ausencias. Estoy dispuesto a ser paciente, a ir en contravía con el mundo. Tú muy bien lo dijiste: Soy un vago existir en medio de tantas frases repetidas donde el olvido se exalta. Aquí, encerrada conmigo, la muerte da vueltas sobre mis dulces heridas que la provocan.
TARDE DE BLUES AL LADO DE MAMÁ
Mamá me mira y sin decir una sola palabra escucha esta tristeza húmeda que corre en mi interior. Yo sé que por dentro, su corazón está derretido, alejándose de vivir por mis ausencias, por mis desconsuelos, por cada uno de mis errores.
Mamá dice que las cosas que se van no vuelven nunca otra vez. Yo me quedo en silencio, empapado de su vejez, enrollando palabras para darme un corto respiro. Contemplo el horizonte y me hallo aún más doliente en sus ojos.
Mamá presiente mis heridas abiertas por trasegar sin cobijo por el mundo, este goteo de frases en medio de la noche. Ella reconoce que soy como una hoja de papel a merced del fuerte viento, que estoy muriendo sin pedir ayuda, que soy la tarde solitaria para inaugurar en secreto todo su llanto.
NO MORE TIME
Dulcemente la voz de mamá se transformó en un pájaro que cayó vencido por tanto volar. Aquí y ahora yo invado su soledad. Aquí y ahora la aguarda mi tristeza tras la puerta de mi cuarto en penumbras. Aquí y ahora nuestra alegría se desparrama sobre el mantel sucio de la mesa. Ela me encuentra en cada cosa elemental y cotidiana que sus ojos recorren. Ella sabe que mi voz es una brújula rota, inservible en tiempos desbocados. Ella sabe que nuestro plazo extendido se ha cumplido ya.
TARDE DE DOMINGO (Posiblemente escuchando jazz bajo un calor insoportable y con los bolsillos totalmente vacíos)
Mamá siempre piensa que las cosas buenas están por llegar. El mundo viene y va y yo pretendo no darme cuenta porque he fingido ser como esos objetos perdidos que nadie nunca puede olvidar. Todo el aire está lleno de recuerdos y el cielo es una vieja colcha remendada y la música de Miles Davis da vueltas y vueltas para advertirme que la vida es un lote baldío donde los gatos escarban para desenterrar huesos y desechos de basura.
Esta es una tarde de domingo donde todo gira frágil y denso, donde todo está invadido por la nostalgia de aquellas frases que uno ha leído en algunos libros. Porque soy padre y madre y tristeza y soy mis hijos y esta única canción que gira sobre las cosas elementales, soy un pedazo vagabundo de cualquier trasto que alguna vez fue útil, soy esta tarde de domingo y el mundo rompiéndose allá afuera y yo aferrándome a este ahora, a este después de la tristeza, a este peso de la nada, al valor de tantas cosas que se fueron, a esta rabia semejante a un caballo desbocado. Me digo mentiras a mí mismo para no sentirme como aquel perro ciego que los años le cobraron el coraje de crecer en las calles, donde todo cuesta demasiado, como una veleta girando sola en su base.
Pero al mundo no le importa lo que nos aúlla por dentro, este grito de auxilio que se ahoga en el silencio. Aquí estoy entregado a esta tarde de domingo, sin algo diferente a esta soledad que me sonríe. Aquí estoy, solo como un muerto en su cajón, mirando las cosas simples que ocurren distantes a través del vidrio empañado de esta ventana.
EMPTY
Podría continuar hablando de lo mismo. Preparar una taza de café y leer un libro de Salinger. Dar un par de pasos sin rumbo, perderme aquí bien adentro de las palabras, aquí entre 4 paredes, o mirar las calles, los autos, el silencio. Compartir una breve charla con mamá. Podría dejar de inventar motivos para fugarme y no entretenerme viendo la vida rodar cuesta abajo, sin ningún respiro; pero soy un hombre terco, que sabe que en algún otro lugar, alguien semejante a mí, también habita la nada.
Al Este de mi corazón, hay calles aguardando una nueva soledad…
INSTRUCCIONES PARA LA NOSTALGIA
Poco a poco uno va volviendo aquel lugar donde dejó la vida y uno se tropieza con las canas y las tristezas de mamá. Uno comienza a levantarse más tarde cada día, a toser cuando aspira el humo de los cigarrillos. Uno amanece de mal humor porque no recuerda fechas precisas, porque se le olvidó ver la final de fútbol europeo, porque ahora uno duerme solo y mira el reloj cada 15 minutos.
Poco a poco uno se da cuenta que al amor no hay que inventarlo culpable o inocente, porque al fin de cuentas, uno sólo pertenece aquellos lugares que obligan que nuestro corazón vuele. Cada vez es más latente el tránsito de la soledad y las ausencias que nos hace sólo hombres en busca de la estrechez del mundo, porque la vida ahora cabe en un instante.
LIFE IS NOTHING (La vida es nada)
He crecido entre palabras que deshacen el mundo. Me he repetido incansablemente en las mismas cosas de siempre. Sé que hay momentos olvidados en el fondo de una taza de café, porque mi vida está hecha con los oscuros restos que me brinda el amor. Queda por habitar otro adiós, otra ausencia sin sabor. Estoy aquí a pesar de mí mismo, a pesar de los ruidos quebrados que van y vienen por estas callejuelas solitarias, a pesar de este intenso despertar en la nada.
Los días pasan como caballos salvajes. Los días están un poco más tristes ahora, porque el ocio es un quehacer cotidiano. Afuera el panorama continua siendo el mismo. Estoy tan lejos, perdido de todo aquello que se hunde con el mundo. Ahora soy como un pájaro mojado en busca de un norte mejor, como un cigarro ardiendo en el suelo, como un reloj que no puede abarcar todas las horas en un solo momento.
LUGARES COMUNES
Me he llenado las manos y la boca con lugares comunes. Estoy desahuciado en ellos: la banca sucia de parque, el último cigarro del paquete, el tráfico que no para día y noche en la avenida, los libros que tomo prestados de la biblioteca, las hojas de papel donde escribo cómo rueda la vida; las putas y los jíbaros que envuelven la noche en la ciudad.
Soy un caso perdido, si alguien quiere saber lo que soy, únicamente debe transitar por el lado bajo del camino. Esta es mi casa, aquí me tropiezo sólo conmigo, abonando la cuenta corriente de estos días vagos, sin dinero, sin fechas festivas, sacándole el cuerpo al amor, apegado al miedo, a los bolsillos vacíos, a esta miseria que palpita en los andenes.
Me he llenado las manos y la boca con lugares comunes. Estoy abrazado de quejas y errores porque no es nada fácil olvidarlo todo.
MI PROPIO CAMINO A NINGÚN SITIO
Toma mi lugar y te darás cuenta que no es fácil vivir la vida en círculos; vivir a través de cosas que están de antemano perdidas, cruzar líneas donde todo debe pagarse, donde hay que aprender a caer por tu propia cuenta, cruzar líneas donde no hay alas prestadas, donde algunas pobres frases, son tu único cobijo.
Pero hay que vivir como si hoy fuera tu último día, no le permitas a nadie colocarse en medio de tu propio camino, ni pensar en aquellas cosas lejanas que nunca pudieron ser. Cada quien encuentra rincones apropiados para derramar algunos recuerdos, cada quien busca amor y puñaladas para sentirse vivo; no olvides que el mundo es una simple ilusión, no le digas a nadie en que lugar escondes tu mejor secreto.
Este es mi largo camino a ningún lugar. Sin tantas preguntas con fáciles respuestas. A fin de cuentas, la fe y la esperanza se pierden con sólo respirar esta desgracia circundante. Recuerda que esta vida absurda se vive mejor bajo la senda de los perdedores.
PANORAMA PARA VAGABUNDOS II
No hay por qué dejar de lado esta soledad puntual, ni este monocorde silencio, ni las hormigas que visitan mi mesa en busca de restos de pan.
No hay por qué detestar esta sonrisa del sol pegada a la ventana, ni este ruido de transeúntes que viene y va por las angostas callejuelas del alma.
Uno se envuelve en estas cosas cotidianas, uno se deja rodear de obligaciones caseras, circunstancias que hacen de uno, un animal invisible, a pesar de la brusquedad de las noticias en la radio, que nos obliga a rodar con el mundo, con su asco de carros-bombas y niños famélicos y hombres despojados de sus sueños.
No hay por qué evadir el rumbo de una vida tranquila, ni esta leve canción que borra a cuentagotas las penas del amor, y las señales que se esconden en mi cansancio, en mi angustia, en la humildad de las palabras, en el desorden de estas horas tristes, en lo irrenunciable de un trasegar breve, en el silencio de mi pobre vida como un payaso solitario.
PORQUE A VECES LA VIDA SUENA COMO UN DISCO RAYADO
Cuando dejes atrás el dulce aroma de los límites, sabrás bien que no es bueno dar más de lo que recibes y arriesgar lo poco útil que queda del amor. Debes aprender a ir despacio porque la vida a veces suena como un disco rayado. Debes tener cuidado de no apegarte a cosas que arrastren unas cuantas verdades porque al final los sueños terminan rodando cuesta abajo entre las piedras; después de todo, el amor tiene una memoria a corto plazo.
Estaremos allí, tú y yo, cerrando ventanas y puertas, apagando las luces que nos habitan, anhelando el vértigo de las próximas caídas, mirando de soslayo estos pobres detalles que nos hace animales cotidianos en busca de fechas perdidas.
Estaremos allí, solos, abandonados a las cosas imposibles, repletos de fracasos, ardiendo de miedo, porque a veces la vida suena como un disco rayado.
POSTAL DE CIUDAD
Salgo de casa. La calle frente a mí tendida como un cadáver feliz. Yo dulcemente adolorido coloco mis pasos titubeantes. De fondo el ruido de la vida que viene y va, el cielo distante, la hierba que crece en los lotes baldíos, transeúntes que nunca se detienen con las manos dentro los bolsillos, una chica que sonríe me brinda un poco de luz y de fe, me ayuda a esperar el final de la tarde entre cigarrillos y cafés; todo en la ciudad huele a cotidiano y yo vago de un lado para otro con esta postal urbana como único salvoconducto.
RUEDA LA VIDA
Es el ir y venir de tantas cosas elementales. Es tratar de hacer algo útil con este enojo colgado a las palabras. Pero muchos prefieren dar la espalda cuando rueda la vida. Lo irresoluble espera tras la puerta al regresar a casa. Afuera los sueños se chocan contra el pavimento. Así son las cosas porque no hay buenas respuestas.
Rueda la vida y muchos aún piensan en obtener un auto nuevo. Es tal vez, el mundo brindando su afán. Mientras tanto, el miedo condimenta el devenir de la gente. El tráfico arroja otra especie de vacío y en el reflejo de los días, a veces me busco como un perro viejo busca un lugar de sombra para poder mitigar el calor que aprieta por todos lados. Rueda la vida mientras uno quema a solas su último cartucho de sueños.
VIEJAS COSTUMBRES
Las soledades que uno hace suyas, esta mesa donde descansan hojas de papel y algunos libros de Borges y García Lorca, estas puertas y estas ventanas que crujen por el devenir de la vida, del amor y sus ausencias cortantes, este recuerdo seco pegado a mis viejas costumbres, estas vigas que sostienen todas mis próximas tristezas, esta rabia que no sé donde carajos esconder. Todo esto me hace ser una calle, un árbol, una canción, un camino. Entonces, me bebo todo el tráfago desenfrenado en una ciudad sin nombre. Entonces, empalmo rutas de olvido y dejo que mi fe descanse un poco de mis muchos fracasos y regreso cansado a mí mismo, a este corazón solitario que no le importa para nada lo que va a ocurrir en los próximos segundos…
YO AL CUADRADO (Posiblemente una versión apócrifa del quijote)
El inquilino hiperactivo que me habita, hoy se levantó con su pie izquierdo. Dejó de lado mis calles, mis aceras y mis esquinas. Se cansó de fumar la misma marca de cigarrillos, de anudarse los cordones de los zapatos con el paso de los días vagos, de tomarse la taza puntual de café sin azúcar, de hacer la visita dominical a mamá y llevarle algunos discos compactos de boleros y mirar con ansiedad a la vecina cuarentona, a quien los años no le hacen mella.
El inquilino sabe que día tras día aumentan las penas, las distancias, los olvidos. Que hay que sacudir las palabras para romper la racha de estrechez que nos merodea en los últimos años. Él sabe que quedan pocas esperanzas y muchas deudas, que las derrotas y las incertidumbres son el pan en nuestra mesa.
Hoy se levantó temprano, dejó atrás ese rostro demacrado en el espejo manchado del cuarto de baño. Se armó de valor y se fue lanza en ristre contra los límites de un prolongado atardecer, caminó sobre las ruinas de los amores de un pasado que oficia todo su veneno sobre este hoy descolorido.
El inquilino sabe que me escondo de él bajo las sábanas del miedo, y entonces decide colocar la oxidada herradura en el bolsillo de su pantalón; el único que posee, y con su lento andar, va regando trozos de su triste figura bajo la luz azul del alumbrado público en un barrio sin nombre…
Todos los pasos marcan el ritmo de un cercano Oeste, donde las palabras y la música son nuestro único cobijo…
BILLIE HOLIDAY AÚN CANTA SUS TRISTEZAS EN UN PEQUEÑO RINCÓN DE ESTE CUARTO ESTRECHO
No hay motivos para dejar de lado lo que fuiste. Uno a uno pasan los días y tu voz me aferra a instantes lejanos. Todas las palabras vuelan hacia esta tristeza exacta y queda la imagen de una vida presurosa, algo excesivamente mundano, frágil y precario.
Pero tu voz es el único remedio para mi herida que sangra una soledad delgada, lenta, llena de abandono. Tu voz se hunde en la tarde y compruebo que nada es auténtico, todo tiene un borde donde comienza la nada. Hasta este angosto corazón llega tu voz envuelta en un sonido altivo que rompe cualquier límite, improvisando cualquier triste estancia. Nobody can not take away from me.
Billie, bríndame tu extraño fruto, no dejes de cantar, extrae de mí otras frases, otros caminos quebrados pero no dejes de cantar, completa tu embrujo, rompe todo aquello que me aleja de la verdadera belleza. Deja que el sol se quede para siempre en mi ventana, aunque tu voz sea lluvia, aunque no tenga otra buena razón para tejer lo amargo de estos días. No estoy solo, tu voz me acompaña a perderme a través de un largo blues desteñido, donde está regada toda tu vida.
BREVE INSTANCIA PARA JEAN ARTHUR RIMBAUD
Como siempre, vuelves a este lugar allegado de hombres y tristezas para sentir de qué manera el silencio responde; entonces te separan los años en blanco y las frases que nunca tuviste el valor de escribir.
Pero aún están merodeando las penas que no responden y el plácido vuelo de una belleza violentada por tanto vivir entre los límites de un seco atardecer que late desnudo sobre un horizonte que se apaga.
No todos pueden cruzar esa orilla, ese borde que atrapa momentos a la deriva. No todos pueden arropar aquel cielo lejano que sólo es tuyo; no todos pueden quemar la realidad a través de un sendero equivocado.
Ya no importa lo que está por venir. Desde ti, cualquier cosa se hace infinita y serena, aunque sea toda la ruina del mundo.
EPÍSTOLA PARA LA ESTRECHEZ DE UN CORAZÓN SOLITARIO (Carta escrita por Jaime Sabines a Lorenzo Ramírez Monteverde, México, octubre de 1969)
Esta breve jornada que me habita, que me ayuda a repetirme en las cosas comunes que me aguardan más allá de estas cuatro paredes. Este hermoso dolor solitario que me ayuda a saber que el amor es un artefacto fuera de uso. Este lento y amargo animal que soy; poblado de adioses y verdades a medias, sólo tiene por equipaje el rostro de un niño que sacude su mano a través de la ventana de un tren que viaja en cámara lenta.
Ya lo sé, cada quien tiene sus razones, cada quien paga el precio por estar en esta vida. Tal vez, sólo es el tránsito hacia una soledad mayor, pero estoy desbordado de nostalgias, Tengo una enorme estrechez en mi corazón. No quiero resistirme a esta obligatoria estación de recuerdos y vivencias en el fervor incondicional de otra tristeza más real. Este es mi acta de afirmación con el mundo; a pesar de este trasegar por el mismo camino donde todas las palabras prolongan mis próximas fugas.
LA VOZ DE SARAH VAUGHAN ES EL FILO AGUDO DE ESTA SOLEDAD QUE SIEMPRE ME ACOMPAÑA
A veces, las palabras cobran mucha importancia, llevan dentro de sí una clase de magia que transforma el mundo, se hace evidente que a solas, las cosas más triviales no poseen fronteras; como tu voz que es un pájaro vivo cruzando cielos, Sarah Vaughan. Tú, que retocas mi abandono y haces que esta cruda realidad se acomode a estas cuatro paredes.
Sarah, tu voz viajera desde Newark, no tan lejos de Manhattan, se ajusta a mi presupuesto de situaciones comunes y corrientes. Ella es mi resguardo para prolongar mis vínculos conmigo mismo, con este lado seco de mi alma, con este devenir de frases prestadas.
Tu voz es el mejor exceso para estas horas diferentes donde todo está en calma. Todo es fácil dentro de este esquema creado por ti. No hay límites, sólo el diálogo evocador de un puñado de recuerdos melodiosos que contienen paisajes y horizontes de una soledad natural que siempre me acompaña.
EPÍSTOLA DISTANTE PARA UNA DESPEDIDA
(Palabras recobradas en una carta escrita por Vivien Haigh Wood a Thomas Sterns Eliot, desde un hospital siquíatrico en Oxford, verano de 1939)
Son todos los recuerdos que hoy me habitan este retorno ajado de suaves atardeceres frente a esta pequeña ventana; tal vez sea tanta miseria circundante lo que me obliga a escribir palabras de agua mientras tu lejanía me brinda una tristeza prolongada, ya no podré seguir el curso de las horas que se extienden contra el cielo adormecido, ya no estoy en mí.
Es difícil lograr habitar lo poco que queda de un mundo hecho trizas. No hay nada posible que signifique otra larga estancia. Somos criaturas fallidas a la búsqueda de una plenitud que nos evita. Y va creciendo este destierro enternecido de profundas soledades y sólo hallo el final cortante de un sueño; después de haber gastado un par de promesas y compartido una taza de café frente a una página en blanco, vuelvo a decirlo, ya no estoy en mí.
Tal vez sea tanta estrechez cotidiana lo que me obliga a tener un corazón florecido en piedra. Tal vez mi angustia y mi débil esperanza estén perpetuas en esta tarde solitaria, que inventa reincidencias amargas para mostrarme que todo lo pasado es una constante fuga. Tu abandono ha trastocado cualquier reflejo mío; oigo entonces cómo tu voz me coloca en el olvido.
EPÍSTOLA SIN REMITENTE PARA MILES DAVIS
Estás aquí, en este rincón apartado del cielo, y tu música es el hondo suspiro de Dios. No hay nada que no hayas pronunciado, no hay nada concreto sino ha sido tocado por tu sortilegio. Y yo estoy al borde de este presente presuroso y nulo.
Tu ritmo se extiende, me presta cobijo y me olvido del mundo. Cada nota se abre paso a paso hasta el final de mi pequeño universo. Estás aquí ahora y una brizna del verano se pega al vidrio de mi ventana. Tan solos tú y yo, extendidos por la nada, tan solo este bálsamo para construir palabras.
Tienes tanto que decir Miles Davis, tanto por hacerme recordar; tal vez un ayer húmedo y un eco apretujado en mi corazón de espinas, tal vez el mundo aguarde otra inquietud de tu trompeta y yo pueda lanzarme al vacío, sabiendo que tu música me hace brotar alas de manera repentina.
Estás aquí, en este rincón apartado del cielo, y yo estoy rebozado de esperanza y midiendo distancias para hallarme vagando a solas dentro de un camino poblado de silencios.
EN MI CORAZÓN HAY UNA ESQUINA ESPERANDO POR TI, UMA THURMAN
Nunca he sido un desconocido para ti, muchacha de ojos celestes. Yo fui la voz que siempre te acompañó por los oscuros corredores de una escuela en Amherst, Massachussets; yo soy el chico solitario y callado que no le importa para nada el tamaño de tus pies, yo fui quien te contempló desde una acera aquel día de otoño en una callejuela triste de Woodstock, Nueva York, arrojando los botes de la basura al suelo. Yo fui la tenue voz que te dictaba las frases en tus primeras cartas de amor.
Tengo suficiente espacio en mi corazón maltrecho para una segunda oportunidad, ancha y sin tiempo. Yo conozco perfectamente tus tibios rincones, yo también he visto cómo crecen la hierba y los árboles en una calle cualquiera, a mí también me pone de mal humor hacer cola en los supermercados, yo sé lo que se siente cuando uno se muda constantemente de un lugar añorado.
Llegas a mí, evocada por el aroma del café cada tarde en la cocina junto a mi madre. Yo soy el animal invisible que lame en silencio tus heridas. Soy el vuelo frágil de una hoja seca empapada por el crudo otoño que aún cruza por tu ventana. De no estar tú, demasiado enorme sería esta ciudad atestada de automotores y transeúntes. De no estar tú, sería uno más debajo de este firmamento extranjero, alimentándome de remotos recuerdos, al amparo de tropezar tu hombro en una larga fila de seres desocupados que intentan entrar al cine o subirse en un bus atestado.
En mi corazón hay una esquina esperando por ti, y unas frases escritas en una sucia servilleta y este silencio que viaja a mi costado. Es entonces cuando el cielo y yo conversamos sobre tus sueños y anhelos frente a un paisaje bañado por el alba. Es entonces cuando mi corazón maltrecho lucha por continuar con vida, esperando tu voz y tus pasos frente a esta puerta, que para ti permanece siempre abierta.
EPÍSTOLA PEREGRINA PARA UN DÍA DOMINGO (Carta que Theo nunca envió a Vincent en su ayuntamiento en Auvers, 18 de julio de 1890)
Ya sé que hay cosas que te aquejan, triste hermano mío. Ya sé que a veces retorna a ti el dulce aroma inmigrante de las palabras que hacen de este mundo un abismo profundo. Ya sé que hay pasos como huérfanos pájaros de vidrio que hacen de tu soledad una elegía.
Aquí está el inventario de lo tuyo, cada recuerdo como una señal en el alba que te arroja una luz unida a la ausencia. Aquí continua este solemne espacio donde la realidad es otra, donde se esconde el oficio de interpretar lo que no tiene límites. He aquí esta añoranza; este levitar de las visiones, este vértigo innombrable que te ha hecho posible.
Ahora vivirás en virtud de otras soledades, en la estación más breve de todos los adioses, en mitad del reflejo de una sombra de agua, vagando en un sendero cruzado de voces; que celebran rituales de elogio para la infinita naturaleza de tu belleza, que es el único milagro de este mundo en ruinas.
POEMA DEL RETORNO PARA ALEJANDRO DURÁN
No basta con escuchar el canto de la chicharra para poder desenlazar el angosto verano; más vale tener una palabra anudada con la tristeza y saber que el mundo nos mantiene afuera entre caminos que nos ausentan de lo poco que queda.
Retornan ajadas muchas frases que nos limitan en medio de un largo amanecer con canto de grillos, pero todo está vivo en los adioses mientras los hombres exageran su dolor para vivificar los fracasos en un solo instante.
Cada quien con su testamento de olvido, inaugura nuevos ayeres para pronunciar cosas que ni uno mismo sabe.
Pero todo, por muy poco que sea, vuelve a sus raíces, a esta canción sublime que reposa en la soledad, en el continuo tropezar con las penas que a veces nos ayudan a descubrir que todo es un equívoco.
Pero somos hombres, haciendo frecuentemente el mundo.
EPÍSTOLA PARA EL DULCE RUMOR DE UN FINAL
(Carta de Marylin Monroe para su amiga Brenda Neill, 4 de agosto de 1962)
Qué más puedo decir de esta tarde colmada de ruidos vacantes donde no me hallo en mis recuerdos. Todas las cosas a mi alrededor han perdido su inocencia; el mundo se cierra en sus fragmentos y yo me olvido de mí. Otra vez vuelve la soledad y me separan las horas y el silencio presume cobijar este atardecer solitario. Ahora sólo respiro este vacío, esta nada circundante, este sin sabor de las cosas lejanas.
Estoy haciendo mi inventario. Tal vez, nada sea igual. Tal vez, estos días finales no me nombren; pero llevo conmigo estas hojas secas flotando sobre el aura de la tarde. También hay pájaros sobre un cielo invisible y una espina pulsando mi horizonte de olvido.
No voy a negarlo, extrañaré los días por venir, pero ahora sólo percibo esta ausencia que arde y la inaudible presencia de una herida profunda por donde transitan el tic-tac de los sueños, el llanto oportuno de las cosas comunes y corrientes y la continuidad de vivir alimentada por la muerte en el dulce rumor de una tarde sin final.
El amor es una ventana abierta al Sur, por donde se cuelan todas las ausencias…
BITÁCORA PARA VIAJEROS INSOMNES
Y ahora que no estás; sólo tengo vasos usados, puertas cerradas y esta canción puntual que gotea atardeceres, y este caballo indomable que recorre de arriba abajo mis tristes instancias.
Y ahora que no estás; también estoy ausente, también tengo palabras llovidas y este silencio compartido en una ruta de momentos distantes.
Ahora que no estás; sólo gasto gran parte de mi tiempo, viendo cómo copulan las libélulas frente a esta pequeña ventana (que tiene más de 2 vidrios rotos); una ventana por donde se cuela el viento y en otros momentos la lluvia que enciende poco a poco tu ausencia.
EL MUNDO MÁS ALLÀ DE 4 PAREDES
Cuando sabes que el amor es una llave que gotea durante la media noche; estás preparado para conocer el mundo más allá de 4 paredes. Siempre habrá rutas comunes para los corazones vagabundos. Siempre habrá chicas con el alma rota y palabras dulces esperando por ti, al borde del camino. Siempre habrá cosas elementales y cotidianas para llenar el poco espacio de vida que te queda. Luego verás que la realidad también habita entre vasos vacíos y ceniceros sucios y que estás solo al borde de la noche.
Poco a poco tendrás un nuevo horizonte atravesado de recuerdos y fugas futuras cuando el amor quiera morderte en la soledad de un cuarto estrecho. Siempre será bueno colocarte zapatos viejos y dejar que la ciudad amarre tus pasos hacia lugares donde todos saben hacer trampas. Recuerda que siempre habrá alguien buscando culpables por llevar a cuesta un camino equivocado. Ya sabes que en cualquier lugar las cosas que no se recuerdan, te muestran aquellas que nunca podrás olvidar. Así es el mundo más allá de 4 paredes.
La vida tiene sus condiciones, por lo cual hay que estar preparado. Las promesas se hunden atadas a lo que nunca fuimos y el tiempo no tiene reparos cuando anhelamos algo lejano y profundo como el horizonte de un atardecer de abril. Ya sabes que las heridas que sangran, también nos gritan que estamos vivos, que los animales rabiosos, también tienen un corazón de papel en busca del mundo en alguna parte.
EMPEZAR A VIVIR
Yo no puedo jugar al amor porque sólo tengo distancias. Porque las fechas especiales no cuentan para mí. Me basta las palabras que hago mías y el extravío y el silencio y el miedo y mi trasegar por las calles de esta ciudad apagada.
Yo no puedo jugar al amor porque sólo tengo esta rabia. Porque soy el resto delgado de un día domingo. Porque soy los pasos cuesta abajo. Porque soy el fruto que se pudre en el árbol. Porque soy el truco de magia que nunca surte el efecto deseado.
Yo no puedo jugar al amor porque sólo tengo una vida remendada y un ayer y unas gotas de un corto aguacero y un atardecer que está rumiando un par de buenos recuerdos. Sigo ante la máquina de escribir, colgado en unas cuantas frases, tratando de sacar alguna ventaja de mí mismo, tratando de empezar a vivir para perderme de nuevo.
PARECIDO AL AMOR
Hay mucho que temer cuando el amor te encierra en un te quiero y sabes que las distancias muerden tu corazón. Luego vendrán días sin color, esta tristeza que se clava en los rincones, este abandono y este cansancio de tanto esperar tu regreso. Ahora serás como un cuento sin final feliz, una instancia interminable donde no queda ninguna esperanza. Estoy absorto y entregado a esta ausencia, respirando tu pronunciada lejanía.
Cómo digiero este desgano, cómo maldigo esta fe que soporta cualquier soledad. Porque ya no estás, todo está sucio de ti y se extiende tu olvido en mis recuerdos como las colchas viejas que mamá colocaba a secar en el extenso patio todas las mañanas. No tengo otra manera de saber quien soy; sólo tengo mis pequeños temores y estas cosas comunes que dejaste por ahí tiradas sin ningún cobijo. Ahora debo reconocer que el amor verdadero es un suicidio, es una ventana abierta por donde trasiegan todos los ruidos del mundo.
POEMA PARA ARTEFACTOS INÚTILES
Nena, no quieres tomar en cuenta las cosas simples que nos previenen del amor. Sé que no soy convincente; pero nunca he dejado mi corazón como prueba de fe. Voy interpretando las distancias mientras los días se deslizan sin rumbo fijo y esta vida de mierda nos obliga a ser animales con los sueños hechos pedazos. Lo sé perfectamente, no tiene sentido cambiar el rumbo de ciertas situaciones; no tiene sentido fingir cuando sabes que el amor es un teléfono fuera de servicio. Ten cuidado, soy el dolor propicio para saberte llena de vida, un dulce secreto que te conduce a la misma trampa, el duelo que siempre perderás por colocar en tu boca promesas y recuerdos prestados.
Pero nunca le digas a nadie que soy el forajido que deseas, aquella triste canción cosida a pedazos a tus quehaceres cotidianos. Es mejor tener coraje para hacer punto aparte en un mundo sucio de hombres con los sueños rotos. Es mejor ser una frágil cometa en contra del viento y estar aferrado a lo que otros desechan
Nena, no quieres tomar en cuenta las cosas simples que nos previenen del amor. Ya sé que tengo un corazón seco y lleno de espinas; sé que me cuesta aceptar el mundo como es, pero estás feliz de saber que soy el último borrego en tu fila.
POEMA PARA UN HUESPED DEL DESAMOR
Ahora que ya no eres mía, ahora que ya no estás bajo la estrechez de mi reventado corazón, ahora que mi vida cuelga de tu ausencia y a mi lado ruedan canciones que muerden la memoria, ahora la soledad es puntual en mi mesa, ahora las horas se ríen de mi patético rostro porque estás ajena a mí, tú y el lado invisible de los objetos cotidianos donde yo era un feliz inquilino.
Ahora soy un extraño, un huésped del desamor, alguien que busca cómo escapar de las responsabilidades, alguien que sabe perfectamente que el amor no es el pan que se comparte en la cama, alguien que se pierde, al saberte ajena.
REQUIEM PARA CORAZONES ROTOS
Uno termina cansado de contar tantas noches y tantos días, de caminar sin rumbo fijo bajo este cielo largo y desnudo, porque somos objetos extraños compartiendo la misma sed. Sabemos que el amor es un hecho inevitable, que lleva por dentro esa extraña magia que nos permite abrirnos a lo que no tiene límites. No es tan fácil entregar parte de nuestro tiempo, parte de nuestra fe o comprender que las cosas cotidianas salgan siempre bien.
Uno termina por dejar atrás lo que nadie sabe, uno se amarra a tantos silencios que nos matan por dentro y el corazón continua goteando recuerdos aunque al final no haya nada en los bolsillos. No es lo mismo entregar palabras para poder tener un lugar seguro donde estar. No es lo mismo regresar cargado de situaciones sencillas para hacer de la nada nuestra única salida. Se hace necesario esta rabia y el blues anónimo que transita en calles y esquinas para comprender que cargamos a cuesta una realidad muy herida.
Uno se acostumbra a desandar la ciudad con pasos de ocio, pues vivir es complicado, mucho más si colocamos un par de promesas en nuestros corazones rotos y hacemos de un lugar vacío nuestro único camino. Uno termina amando cosas imposibles de atrapar como en una vieja canción donde todo está atravesado por la soledad y la nostalgia mientras tomamos un largo regreso a casa.
RUTAS EN SILENCIO
Nada en mí tiene fondo. Por esa sencilla razón dejé abierta la puerta, para cuando te cansaras del jazz y la taza de café puntual cada atardecer, colocaras tus pasos bajo otro horizonte. Yo seguiré como parte de lo cotidiano, lo de siempre, el viento a través de la ventana, la lluvia persistente que cae sobre los tejados.
Pero no te lleves mi insomnio, mi tos seca por tantos cigarrillos fumados, la confirmación de esta extensa soledad que bosteza frente al espejo. Yo sé muy bien de qué manera puedo sobornar al tiempo, a la ausencia, a cualquier tipo de tristeza. Tú sólo márchate, borra mis palabras, el sudor de nuestro último encuentro sexual, lo cual hace más de seis meses. Déjame con la terquedad de apoyarme en lo incontenible de la vida, en la rabia y mis achaques de vejez. De vez en cuando saldré de mi escondite, de estas voces heridas, de estos libros de poesía. Nada en mí tiene fondo. No esperes a que invente para ti, un olvido mucho más persistente, otra ruta en el silencio.
SAY NO MORE
¿Qué pasa ahora que el amor entre nosotros ya no es un prodigio? ¿Qué pasa ahora que tu cuerpo no conmueve mi hambre ni mi sed? Debes saber que el mundo nunca retrocede para que pobres corazones tengan una segunda oportunidad. Esto que alguna vez estuvo vivo, ahora se borra, se hunde, se derrumba, deja de ser un pájaro atrapado por el delirio implacable de volar sobre un cielo infinito.
¿Qué vamos a hacer con esta materia desgarrada y encajada a estos días mudos que pasan a nuestro lado sin pedirnos permiso? ¿Qué vamos a hacer con tantas tristezas repetidas que añoran anclarse a nuestros pocos recuerdos? El mundo nunca retrocede para que pobres corazones tengan una nueva ruta. Mientras tanto, tú y yo aquí, alejados el uno del otro, nos borramos con preguntas inútiles, con adioses sin fondo, bajo el remedo de unas señales equívocas.
Sé que jamás estuve aferrado a tu fe, al soplo de tu delgada alegría, sólo tengo para mí, este olvido y esta nada, estos quehaceres cotidianos, este pobre amor semejante a unos viejos zapatos que nos quitamos luego de una prolongada jornada.
ÚLTIMO VUELO PARA UN CORTO AMOR DE VERANO
Qué tarde comprendí que tu amor era como la sombra del vuelo de un pájaro errante bajo un cielo podrido, como el extraño sabor que deja un mango verde entre los dientes. Ahora sólo tengo noticias de lugares comunes y un silencio latente que aumenta dulces heridas que se humedecen con los recuerdos transitorios.
Ahora comprendo que la muerte no es la única que nos recuerda que estamos al filo de los días. El amor es un trozo de madera seca que intenta viajar a contracorriente. Nadie descubre a primera vista la latente espina del amor, uno se queda para siempre masticando tristezas y soledades, caminando calles y avenidas donde todos los pasos resuenan sin nadie.
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