Sensory Overload / Sobrecarga Sensorial: nueva entrega del destacado poeta estadounidense Sasha Reiter
Por Luis
Benítez
Dentro de su colección Cruzando El Agua / Crossing The Water,
la pujante editorial estadounidense Nueva York Poetry Press (nuevayorkpoetrypress.com),
ha publicado en diciembre pasado el poemario bilingüe Sensory Overload / Sobrecarga Sensorial (ISBN-13: 978-1-950474-91-2, 2020, 116 pp.),
con una muy lograda traducción al español del también poeta, así como novelista
y crítico literario, Pedro Granados Agüero (1955).
Este, el volumen Nº 3 de la
colección, es de la autoría de Sasha Reiter (1996), quien anteriormente ya
alcanzó una marcada repercusión en cuanto a lectores y crítica con su primera
colección de poemas, la titulada Choreographed
in Uniform Distress/Coreografiados en uniforme zozobra (2018).
En esta, su segunda entrega,
Reiter no solamente ratifica las condiciones demostradas en su poemario de 2018
–muy lejos de la novatada poética que muchas veces cabe esperar de una obra
inicial-, sino que avanza decididamente para convertirse en una de las promesas
que mejor cumplen con las expectativas del género en esta primera parte del
siglo XXI, a escala internacional.
Ello tiene lugar debido a que en
el breve lapso de dos años la voz de Reiter se ha tornado aún más personal,
destacándose la autonomía lograda respecto del marco de influencias –aunque por
demás bien digeridas- que podrían observarse en su obra primera, aspecto por
otra parte muy esperable en la primera compilación de los trabajos de un autor
joven. Desde luego que esta maduración de los recursos empleados por Reiter
para su expresión, así como el manejo experto de los núcleos de sentido que
evoca, no alcanzan para definir la importancia de su segundo poemario.
En mi opinión, esta estriba
mayormente en la capacidad de Reiter para interactuar en dos planos. Por una
parte, el sujeto común y propio de un
topos determinado, el área geográfica, social y política donde obra y autor
se han originado, en su caso concreto la experiencia vital de un estadounidense
por nacimiento, que es hijo de un triple
cruce de culturas: la propia de su país natal; la judía, de índole ancestral, y
la latina provista por su padre argentino y su madre peruana. Si bien todo
entrecruzamiento y mestizaje cultural implica un formidable caudal de
enriquecimiento conceptual e ideológico que se precipita sobre el individuo en
formación –somos los seres humanos, primordialmente, una construcción cultural-
ello conlleva inevitablemente un margen mayor de confrontación, evaluación y
discernimiento, establecido en la conciencia de un solo sujeto que se halla
librado a sus exclusivas capacidades para hacer una síntesis posible de tales
aportes.
Amén de tal encrucijada, la conciencia del individuo –y en este caso estamos hablando específicamente de la correspondiente a uno dotado de las capacidades de Sasha Reiter- debe enfrentarse en lo externo y medioambiental, el de ninguna manera soslayable entorno cotidiano, a su constante y notoria otredad, inocultable en un ser pensante que expresa permanentemente, a un nivel más profundo y por más vías que el común de las personas en su misma situación, tanto los nexos que lo enlazan con los otros como los conflictos, los propios y los ajenos, que lo distancian al tiempo que lo identifican, lo tornan evidente, en definitiva, le otorgan la condición de ser en tanto que somos porque así nos reconoce el otro, tanto desde una óptica positiva como negativa o bien mixturada, según sus capacidades de comprensión de la otredad.
En este marco el triple otro que
es Sasha Reiter, el hombre joven que escribe los versos que estructuran Sensory Overload / Sobrecarga Sensorial, debe
presentar cara no solo a las tensiones derivadas de su propio Dasein heideggeriano, su ser en el tiempo
y el espacio que le fueron dados, sino también a las fronteras que lo
distancian de otras construcciones culturales, léase sujetos, instituciones,
ideologías, prejuicios y creencias que difieren, no condicen o francamente se
enfrentan a su misma conformación. Su “ser en el mundo” no escapa a las pugnas
y los conflictos que esta diferencia establece.
No es el sujeto expresado en Sensory Overload / Sobrecarga Sensorial alguien
que, cómodamente, transcurre y deja que las cosas y los seres que lo rodean hagan
lo propio. La poética reiteriana se establece –así como por otras características-
sobre un antagonismo palpable entre una conciencia provista de ética y estética
en una mixtura compleja, y un entorno que no cree en ellas, las niega, no las
entiende, las rechaza o hasta puede llegar a combatirlas.
El otro plano en que ejerce su
acción la capacidad autoral de Sasha Reiter, más evidente todavía en Sensory Overload / Sobrecarga Sensorial que
en su anterior Choreographed in Uniform
Distress/Coreografiados en uniforme zozobra, consiste en su don para
reflejar esa hibridación ontológica y tanto sus confrontaciones internas como
externas en el contexto de la diégesis poética, sin que medien distancias
mayores entre su discurso y la sensibilidad del lector, apelando a un lenguaje
que se muestra capaz, y en porciones de la presente obra resulta increíblemente
idóneo, para transferir a lo impreso una gama tan amplia de sensaciones,
conceptos, ideas, afirmaciones, metáforas e imágenes que jamás se equivocan en
cuanto a cuál es el eje central del sentido final de cada poema, del que no
deben apartarse ni un solo instante. Y
así lo hacen.
La edificación literaria de Sensory Overload / Sobrecarga Sensorial
es de una precisión sorprendente, tan sólida como convincente, y quiero
insistir y subrayar acabadamente lo referido antes a su competencia para producir
la receptibilidad de quien lee, originando un efecto contagioso generalmente
inmediato. Reiter produce identificación casi instantánea, recorridas unas
pocas páginas de su poemario, merced a que sentido y forma, secciones
indisolubles del poema, se encuentran por la habitual en exacta correspondencia
y al ser indivisibles multiplican sus efectos, los exacerban recíprocamente. En
Sasha Reiter ambos elementos se muestran tan intrínsecamente unidos como “la
madera en el árbol”, apelando aquí a la eficaz fórmula del genial Vicente
Huidobro (1893-1948).
La amalgama que realiza Reiter
entre ambas facetas de su condición única e inseparable se potencia aun más
cuando apreciamos que su poética atiende a presentar en gran medida, sépalo o
no el poeta (yo creo que sí lo sabe), la condición propia del hombre
contemporáneo, fundamentalmente el de cuño urbano, sometido a las tracciones de
una realidad interna y externa de exigencia constante, creciente e imposible de
detener o ralentizar.
Tan ardua como peliaguda
propuesta es resuelta mediante una hábil puesta en escena de recursos que van
desde la enunciación lata y sin vueltas hasta la apelación a la ironía, el sarcasmo medido y el humor inocente que
ofrecen las referencias a situaciones cotidianas y fácilmente reconocibles, las
que Reiter sabe cómo hilvanar para potenciarlas hasta que alcancen niveles de
significado que trascienden a las mismas alusiones puntuales, dirigiendo su sentido
en la dirección correcta dentro del imaginario insinuado.
Cesare Pavese (1908-1950), en su
volumen La letteratura americana e altri
saggi (La literatura estadounidense y otros ensayos, Giulio Einaudi Editore,
Turín, 1951), establecía a su criterio las diferencias entre un autor de EE.UU.
y uno europeo, en cuanto a que el primero entendía la letra como reflejo de lo
real, en tanto que el segundo tomaba su obra como una construcción paralela a
la realidad. Desde mediados del siglo pasado hasta la actualidad (el ensayo de
Pavese incluye escritos que van desde
Sin embargo, autores como Sasha
Reiter son capaces de solventar la posibilidad, desde la letra misma, de tender
un puente sólido entre un territorio y el otro, de un modo que nos hace
sospechar que, una vez más, la genuina poesía es todavía capaz de violar las
reglas y alterar las normas vigentes, como en tanta medida lo hizo desde el
comienzo mismo de su historia.
El autor
Sasha
Reiter (Bronx, Nueva York, 1996), cursó el bachillerato en Literatura Inglesa y
Creación Literaria en Binghamton University (NY, 2018) y posteriormente estudió
historia y cultura británicas en Londres. En la actualidad cursa su maestría en
Creación Literaria en
Así escribe Sasha Reiter
Why do I love you, New York?
When I hate
you for what you’ve made me,
for the black
lumps that spot your sidewalks,
the bird shit
and thick air I almost can’t breathe without
coughing.
Cats battle
for warmth under
precious cars
hoarded
among your
litter lined gutters.
A testament to
human garbage.
The rotten
apple,
capital of a
dying world,
where no one
sleeps,
but no one is
quite awake either.
Like the
Ottomans,
your days of
empire are numbered,
and your pot
melts unevenly
in the streets
of Gomorrah.
We get used to
you,
but who wants
to love someone they need to get used
to.
Piss stained
train carts drag groped women
to subsidised
housing districts,
shoulders pull
skeletons nowhere at great speeds
and in the
twilight of neon mess,
filth breeds
filth
and angels lay
in street corners
to die.
……………
¿Por
qué te amo, Nueva York?
Cuando te odio por lo que de mí
hiciste,
por los terrones negros que manchan
tus aceras,
la mierda de pájaro y el aire espeso
que casi no puedo
respirar sin toser.
Pelean los gatos por el calor debajo
de los costosos carros amontonados
entre tus alineadas canaletas de
basura.
Un testimonio de la basura humana.
La manzana podrida,
capital de un mundo moribundo,
donde nadie duerme,
pero donde nadie tampoco está
despierto.
Como el de los otomanos,
tus días de imperio están contados,
y tu crisol se derrite de modo
desigual
sobre las calles de Gomorra.
Nos acostumbramos a ti
pero quién quiere amar a alguien a
quien uno necesita
acostumbrarse.
Los vagones del tren, manchados de
orina, arrastran a
mujeres manoseadas
a barrios de viviendas subsidiadas,
los hombros tiran de sus esqueletos a
ninguna parte a
gran velocidad
y en el crepúsculo del caos de neón
la suciedad genera más suciedad
y los ángeles se tienden en las
esquinas
para morirse.
(Traducción al
español de Pedro Granados)
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