Por
Luis Benítez
Veintitrés narraciones breves componen este flamante volumen de cuentos, cuya llamativa factura no duda en apelar al discurso coloquial y la ambientación propia de los entornos más habituales y conocidos, colocando sobre la página el doble recurso de lo verosímil y el toque humorístico al servicio de conducir al lector hacia la “puerta-trampa” de dónde surgirán (cuando menos lo espere) las realidades más oscuras, las facetas menos perceptibles a siempre vista de personas y situaciones que creía reconocer en profundidad.
Un hábil manejo de la lengua, sus modismos populares, los
giros más comunes, constituyen la herramienta privilegiada por el autor a fin
de generar tales efectos imprevistos, sorprendiendo a quien recorre las páginas
de Tragar sin masticar (1) cuento tras cuento, con pareja presencia de
intrigas, secretos revelados a partir de meros y sutiles indicios, un suspenso
que lleva a acelerar la lectura y a sentir cierto pesar cuando ya nos vamos
acercando al final del volumen.
El mismo humor como de pueblo chico que atraviesa esta
colección de cuentos de Fernández San Juan es lo que hace resaltar todavía más
los estallidos de lo súbitamente trágico, sórdido e inquietante cuando se
pronuncia y deja ver en su más completa virulencia. No pocas veces, para luego
volverse a ocultar allí mismo de donde emergió, mas el conocimiento de que
permanece presente debajo de la alfombra resulta imborrable. El efecto de lo
ominoso, lo siniestro cotidiano, ha sido muy bien logrado por el autor nacido
en Tres Lomas, Provincia de Buenos Aires.
Párrafo aparte y muy merecido para el muy breve -solo
tres páginas de profunda densidad discursiva- y penúltimo de los cuentos que
alberga Tragar sin masticar, el titulado “Desde mi cadáver”, donde
Fernández San Juan le da una segunda vuelta de tuerca al tema de una de las
narraciones cortas más célebres de Rodolfo Walsh (1927-1977), “Esa mujer”,
donde el teniente coronel Carlos Moori-Koenig, uno de los responsables del
secuestro y ocultamiento durante años del cadáver embalsamado de Eva Perón, es quien
lleva la voz narrante para aludir una y otra vez al crimen y la profanación de
sus restos.
En su versión, el escritor bonaerense hará que la
fallecida sea quien relate todo el cuento, desde la caja donde su cuerpo está
encerrado, depositada sobre un armario. Y es el mismo Walsh, quien en 1961
entrevistó al militar, el tercer personaje que se encuentra en la habitación.
Un desafío muy difícil de resolver el encarado por
Fernández San Juan: la misma estancia, los mismos personajes en un relato y en
el otro, forzando una comparación que, como siempre en letras, es imposible de
realizar. El desplazamiento de la voz narrante desde la obsesión con el cuerpo
de Eva Duarte de Perón que anima lo referido por Moori-Koenig con sus labios
vivientes y desdeñosos, hacia los momificados y secos de la occisa, fue un
acierto magistral no por el artilugio en sí, sino por el modo en que el autor
lo empleó.
Ya lo confirmará el lector, y verá por qué.
El autor
Alberto
Fernández San Juan nació en Tres Lomas, Provincia de Buenos Aires, y reside actualmente
en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Publicó anteriormente el libro de cuentos
Mal llevados (2019) y la novela
Más vale una oración que una lágrima
(2022). Es actor, dramaturgo y director teatral. Obtuvo la Beca Familia Podestá
para el Teatro Municipal General San Martín (TMGSM), de Buenos Aires, en 1996.
Fue profesor de francés en educación media. Se dedica a la problemática de
infancias y adolescencias vulnerables en el ámbito público. También se
desempeña como instructor teatral. Como narrador se ha formado con Sandra
Russo, Guillermo Saccomanno y Hebe Uhart. Participó en las antologías Letras desde el encierro del PEN
Internacional Puerto Rico y Así
vivimos, de autores de Argentina, Chile y Puerto Rico sobre la temática
LGTBIQ+, del Centro PEN Internacional.
NOTAS
(1)Ediciones Diotima, ISBN 978-631-90320-4-8, 138 pp.,
Buenos Aires, 2024.
Comentarios
Publicar un comentario