León Félix
Batista: “la enajenación y escisión del ser en el destierro”
Autor de casi una decena de poemarios, gestor cultural y
nombre destacado de la poesía latinoamericana contemporánea, el dominicano
radicado en Nueva York León Félix Batista (1) integra
la colección Gala de Poesía del sello estadounidense Pro Latina Press (2).
Aquí responde a distintos interrogantes acerca del género y su propia
trayectoria dentro de él.
Por Luis Benítez
Imágenes: Cortesía archivo personal del autor y de Pro
Latina Press
1. ¿Puede señalarnos las diferencias temáticas y
estilísticas producidas entre uno y otro de sus poemarios publicados hasta la
fecha?
He publicado nueve libros originales de poesía en 35
años: El Oscuro Semejante (1989), Negro Eterno (1997), Vicio
(1999), Burdel Nirvana (2001), Mosaico Fluido (2006), Pseudolibro
(2008), Un minuto de retraso mental (2014), Música ósea
(Cascahuesos, Perú, 2014) y Poema con fines de humo (2022, Premio
Nacional de Poesía Salomé Ureña de Henríquez 2021), de los cuales existen
varias ediciones, “excrituras” y antologías, que se elevan a la escandalosa
suma de 25 publicaciones.
Mi primer libro trata el tema de la enajenación y
escisión del ser en el destierro, el hecho abrumador de duplicarse, de
convertirse en dos sin dejar de ser uno, por el que pasa un emigrante. Lo que
nunca he podido matizar cuál de los dos en quienes el sujeto poético se
convirtió era el otro, quién era el oscuro semejante de quién.
A este debut impreso siguió una trilogía erótica,
compuesta por Negro Eterno, Vicio y Burdel Nirvana. Hay un
desfiladero temporal entre mi primer libro y el segundo, pues me mantuve
durante 8 largos años tratando de adquirir una voz literaria lo más auténtica
posible, distinta al menos de la estética marcada por mi generación poética
dominicana. Esos 3 libros son los que más marcadamente sondean el lenguaje (de
ahí que algunos críticos me empezaran a asociar al neobarroco), lo que
constituyó una vuelta a mi impulso original de lo complejo, al instinto cerval
con el que empecé a escribir: torciendo el cuello a la sintaxis. Tal vez por
eso escribí toda una trilogía, como poeta niño con juguete nuevo.
En una etapa siguiente (quién sabe si no agotada todavía),
a causa de haber vuelto a residir un par de años en mi país, redescubrí el mar
Caribe –a cuyas orillas había nacido–: su movimiento perpetuo, las olas rizando
el rizo, el vaivén de las mareas, la pleamar. Y lo quise replicar en mi poesía.
Así, escribí al mismo tiempo un extenso poema en prosa (Pseudolibro,
sobre el tiempo y su imposibilidad real) y otro en cantos de versos cortos (Mosaico
fluido, el mar visto como un ser viviente, estructura biológica delimitada
por la membrana de la tierra). Y volví a este método con Música ósea (acerca
del cuerpo y su plasticidad) y Un minuto de retraso mental (los procesos
mentales del recuerdo). Quizá ha sido un modo de asumir mi doble, el poema
siamés del primer libro.
Recientemente ando en busca del silencio con Poema con
fines de humo, último libro publicado.
2. ¿Cuáles fueron los poetas que más influyeron en su
obra y de qué modo lo hicieron?
Las influencias de un poeta son, por lo regular, de
difícil precisión, y a veces más visibles para el lector que para el propio
escritor (que las “padece” como angustia, para estar al tono de Harold Bloom).
He leído mucho y de todo, dejándome permear por lo que leo, sea poesía o no.
Puedo, no obstante, aventurar algunos nombres, cazándolos como libélulas de mi bosque
literario. Por ejemplo, hace unos días me di de golpe con dos poemas que
publiqué a los 20 años en una revista del taller literario de la universidad en
que estudiaba. Uno de ellos citaba a Lezama Lima y el otro a Roberto Juarroz (a
quien conocí personalmente a los 18). Uno de los textos se titulaba “Pastiche
de Plotino” y el nombre de aquel taller literario era “César Vallejo”: he ahí
influencias que invocar y estrategias de escritura.
También he estado traduciendo poesía desde muy joven, por
lo que sospecho que deben haberse inoculado en mi tintero los decires de
ciertos poetas norteamericanos, desde la línea Pound-Eliot-Williams, pasando
por los objetivistas y John Ashbery, James Schuyler y Philip Lamantia, hasta
David Antin, Clayton Eshleman y Lyn Hejinian.
Añadiría a Fernando Pessoa, lo que conduciría a preguntarse
cuál de sus personas, además de que no hablo portugués.
3. ¿Cómo se sitúa usted dentro del panorama
poético latinoamericano actual?
Como un ave rara (con plumaje mixto de distintas
especies). Siempre he sido un outsider de grupos, tendencias,
generaciones, y sé que en literatura a veces se paga caro el no pertenecer. Pero
vale la pena que la pluma vuele de manera libérrima, a contracorriente o
remando por las márgenes. Me fui por el camino de la comunicabilidad oblicua, y
no me quejo por llegar más tarde, rechazando los atajos. Me he propuesto
irritar, remover, incomodar más que agradar con esos textos que tienen incluso
la fortuna de que alguien transija en llamar “poemas”. Esa es la razón por la
que he “sacado la lengua” (literaria) a mis lectores publicando como poemarios catálogos
de moda, diccionarios o playlists. Dos de mis libros se titulan “Prosa”
y otro es un “seudo” libro, un falso libro, un libro que no es tal, que da
igual cómo se lea, pues no conduce a ninguna parte. El prototipo sería Oliverio
Girondo, quien publica un libro complejo bajo el tramposo nombre de 20
poemas para ser leídos en el tranvía, y lo comienza señalando la ridiculez supina
del “prejuicio de lo Sublime”.
Si la literatura es un concierto de palabras, a mí me
encanta desconcertar. Pero no soy el único en el panorama poético
latinoamericano actual, de modo que, rara avis, vuelo a solas, pero no
solo: varios vamos rompiendo la armonía de la nube de estorninos, corrompiendo
la bandada de las letras.
4. ¿Cómo define las características temáticas y formales
de Seis amnesias, su último título publicado por el sello Pro Latina
Press, de Nueva York?
Mi libro Seis amnesias es una compilación de
partes de 6 libros premiados: Negro Eterno (accésit Premio Nacional de
Poesía Casa de Teatro 1996), Vicio (accésit Premio Nacional de Poesía
Casa de Teatro 1998), Burdel Nirvana (Premio Nacional de Poesía Casa de
Teatro 2000), Mosaico Fluido (Premio Nacional de Poesía Emilio
Prud'Homme 2005), Pseudolibro (Premio Nacional de Poesía Universidad
Central del Este 2006) y Un minuto de retraso mental (Premio Nacional de
Poesía Emilio Prud'Homme 2013). El hilo maestro que los une son los galardones.
Pero también representan mis segunda y tercera fases de escritura ya descritas
en la primera respuesta a esta entrevista, dejando deliberadamente fuera la
primera (el prototipo, el ensayo, la etapa de gateo) y la más reciente, que
está en proceso.
¿Por qué amnesias?, nos podrían cuestionar. Lo responde
mejor el comentario en contratapa: “la manera más sublime de continuar un hilo
de escritura es olvidarla a medida que esta recibe la luz de la impresión y
hasta que vuelva a ser iluminada por el ojo de un lector. Por eso Seis
amnesias renace cada vez que alguien abre este libro y recobra en muestras
de Negro eterno, Vicio, Burdel Nirvana, Mosaico fluido,
Pseudolibro y Un minuto de retraso mental la trayectoria
fulgurante de una poética singular.”
Me emociona que Pro Latina Press incluyera este libro mío
en su ya prestigiosa Colección Gala de Poesía. Y más por un detalle: aunque
parezca increíble, es mi primera publicación en Nueva York, mi segunda
ciudad-país, donde he vivido la mitad de mi vida.
5. ¿Cuáles son sus próximos proyectos poéticos?
Tengo por costumbre no comentar detalladamente sobre
proyectos literarios en agraz. Me gusta que maduren. Uno suele decir “estoy
escribiendo un libro” y, sin embargo, un libro solo es libro una vez escrito,
cuando adquiere una forma definida (no necesariamente impresa). Prefiero hablar
de Work in Progress. Pero llevo varios rumbos de escritura, varios
cuadernos que se van borroneando, inéditos –me parece que siete– que tomo y
dejo, abordo y anclo en aguas mansas hasta que pase la tormenta, y que avanzan
a distintas velocidades. De manera general, puedo adelantar que escribo uno de
haikú (450 escritos ya, que pretendo llevar a mil), un bestiario, uno que imita
una novela, otro que es un texto abierto sobre el misterio de la materia (y que
tal vez sea póstumo), uno de aforismos desaforados y dos más de tema trágico:
un siniestro personal y un drama colectivo.
6. ¿Cuál es su visión de la poesía latinoamericana
contemporánea?
La poesía latinoamericana del momento ha sabido respirar ante
la desaparición de grandes movimientos y voces por un lado, y ante el empuje de
un abrumador proceso de banalización del hecho poético por otro. Se agotaron
las vanguardias, y empezó la dispersión, pero entonces, todavía, se podían
distinguir poéticas particulares: César Vallejo, Pablo Neruda, Vicente
Huidobro, Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo, Lezama Lima, Nicanor Parra, Octavio
Paz, en fin, los “fundadores de la nueva poesía latinoamericana”, como los
llamó Yurkievich, y otros más.
Sumada al caldo cierta poesía española, en un diálogo
cada vez más fértil, estos ingredientes han condensado en el caldo poético de
hoy, en el que priman las fusiones, la intertextualidad, lo anticonvencional,
las apuestas arriesgadas. No podemos decir que la poesía latinoamericana
contemporánea se caracterice por la indefinición, acaso sí por elusiva y por la
práctica del desplazamiento.
El canon estalló como granada de mano, y luego vino la
internet, los followers, los likes, el cocimiento del texto
aprisa y su comercialización antes de que se convierta en fiambre indigestible.
El signo de estos tiempos es que el
centro se encuentra en todas partes, y la poesía nos embosca desde un no-lugar
con nombres, arrojando sus palabras expansivas.
7. Respecto de su labor como gestor cultural, ¿en qué
consiste y bajo qué principios la desarrolla?
Soy gestor cultural por vocación, profesión y oficio, es
decir, por ímpetu natural, académicamente y en la práctica. Realicé una
maestría en la gestión de proyectos culturales y creativos y diplomados en
edición y gestión cultural, pero, mientras iba acumulando certificaciones
oficiales y académicas, llevaba añales como editor de libros y revistas,
armador de diccionarios culturales y directorios de escritores, organizador de
festivales de poesía, congresos de teoría, conferencias magistrales, etc. Los
diplomas, como un certificado de nacimiento, solo vinieron a enunciar una
realidad de hecho.
El germen de todo estuvo en mi prehistoria literaria,
pues en la adolescencia participé en la fundación –y fui directivo de– círculos
y talleres literarios, así como en proyectos de distintas revistas, en su
mayoría efímeras. Una vez en el exilio en Nueva York, creé en los 90 la
editorial Cantus Firmus, que alcanzó a publicar a 3 autores medulares: José
Kozer, Eduardo Espina y Silvia Guerra. Después acudí al llamado de la patria
para dar forma a la Editora Nacional, frente a la cual estuve por 12 años
(2004-2016) y edité cerca de 800 libros. Al mismo tiempo, fundé otra editorial
(Libros de Viento y Borra) y formé parte del comité organizador del Festival
Internacional de Poesía de Santo Domingo, de cuya última etapa fui director,
hasta su desaparición en 2020. Actualmente continúo como editor de contenido de
una revista, corrector de estilo y editor freelance.
NOTAS
(1)León Félix
Batista nació en Santo Domingo, República Dominicana, en 1964. Algunas de sus
obras publicadas en América y Europa son: El Oscuro Semejante (1989), Negro Eterno (1996), Delirium
semen (2010), Caducidad
(2011), Sin textos no hay paradiso
(2012), Joda poética completa
(2013), Mosaico Fluido (2014), Música ósea (2014), Un minuto de retraso mental (2014,
2013), El hedor de lo real en la nariz
imaginaria (2014), Duro de leer
(2015), Próximo pasado (2018), Prosa de fabricación casera (2018), Delirium (2020), Globos de ensayo y error (2020) y Poemas con fines de humo (2023). Entre
otros reconocimientos, ha recibido el Premio Nacional de Poesía Salomé Ureña de
Henríquez de los Premios Anuales de Literatura del Ministerio de Cultura de la
República Dominicana, el Premio Nacional de Poesía Emilio Prud'Homme y el
Premio Nacional de Poesía Universidad Central del Este. Piezas de su autoría
fueron incluidas en una veintena de antologías poéticas, entre ellas Zur Dos (última poesía
latinoamericana, Bartleby, Madrid, 2005), Jardín de Camaleones (la poesía neobarroca en América Latina,
Iluminuras, Brasil, 2005), Cuerpo
Plural (antología de la poesía hispanoamericana contemporánea,
Pretextos, Valencia, 2010), Poesía
esencial dominicana (Visor, Madrid, 2011), y País imaginario (Ruido Blanco, Ecuador, 2011; Amargord, Madrid,
2014). Ha sido parcialmente traducido al inglés, sueco, alemán, italiano e
hindi.
(1)Batista, León
Félix. Seis Amnesias, Pro
Latina Press, Colección Gala de Poesía, ISBN 979 8 218 32156-7, 148 pp., Nueva York,
EE.UU., 2023.
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