Por Luis Benítez
El sello argentino Payana Ediciones distribuyó recientemente esta reedición del poemario del autor mendocino, creador de una larga lista de títulos en el mismo género y también en narrativa, tanto para adultos como para las infancias.
“Poesía en el tiempo, como toda poesía necesaria.”
Sergio Morán
Desde que publicó su primer cuento en 1966 en el Diario Los Andes, con el apoyo nada más y nada menos que del extraordinario autor de Zama, Antonio Di Benedetto (1922-1986), el poeta, narrador, dramaturgo, periodista y guionista Luis Alfredo Villalba ha recorrido una extensa trayectoria que le ha ganado el favor de varias generaciones de críticos y lectores.
No es casual, entonces, que un título como este, La muchacha del café (1), haya alcanzado a ser reeditado, cuando resultaba imposible acceder a su primera salida de prensas, la de 1996 bajo el logo de la casa editora porteña Libros de Tierra Firme. Es de relevar y celebrar la encomiable decisión de Payana Ediciones de hacer posible esta segunda edición, tal como lo subraya en este mismo volumen (págs.91, 92) la poeta Sandra Flores Ruminot (1970), titular del sello local: “Desde esta editorial consideramos imprescindible preservar el patrimonio cultural y literario de la provincia, para que pueda ser leído por todxs y también para que las nuevas generaciones de escritores no estén siempre buceando en bibliotecas amigas y mesones de libros para ver si aparece algún ejemplar agotado/olvidado que sirva de miguita de pan en el camino sin mapa, o casi, de la literatura mendocina”.
Cuarenta y tres piezas de distinta extensión conforman La muchacha del café, aunque predomina el poema concluido en una página, consistente y sobrio, erigido sobre la base de una precisión muy capaz de crear climas intensos en su brevedad, así como caracterizado por la funcionalidad de las metáforas e imágenes siempre atentas a seguir el eje principal del núcleo de sentido, sin desviarse de él sino enriqueciéndolo con fulguraciones adecuadas para capturar sin intermitencias el interés del lector. Del mismo modo que su connacional Juan Laurentino Ortiz (1896-1978), Villalba conoce el valor intrínseco de la afirmación implícita en el verso interrogante, que emplea con maestría consumada aunque con un control seguro del recurso discursivo que no se desmadra en ningún momento.
De igual modo, es de destacar la intercalación acertada de lo coloquial en el sitio preciso y no en otro, así como el fino trazo de humor que atraviesa aflorando aquí y allá, siempre sin estridencias, el conjunto de esta obra.
El lector versado en la historia reciente de la poesía argentina no pasará por alto un detalle relacionado con el momento en que la edición prínceps de este poemario salió a la luz, a mediados de la década de los ’90. Por entonces, buena parte de la crítica especializada y también de la academia se mostraban encandilados por lo que presentaban como la “novedad” epocal, subrayándolo desde los medios de comunicación y difusión que poseían. Argumentaban que el género atravesaba por una pretendida renovación del discurso poético a cargo de un sector de la nueva generación de autores, pretendiendo que la poesía ingresaba en una negación de toda lírica, centrada en el yo autoral (empobrecido en su ensimismamiento de acuerdo a los resultados obtenidos, cabe señalar). Como de costumbre, los árbitros de la moda literaria se referían exclusivamente a una porción ex profeso seleccionada de la producción general, e invisibilizando no por ignorancia sino por intención, a cuanto se publicaba entonces no respondiendo a esa visión unívoca, tanto por parte de los nuevos autores como por los de la generación intermedia a la que pertenecía ya Luis Alfredo Villalba. Sospechosamente, la supuesta “novedad” provenía de la ciudad de Buenos Aires, donde fue ruidosamente propagandizada durante toda la década y aún después, reduciendo a unos pocos nombres y a obras de dudosa calidad poética -a la luz del presente si queremos ser objetivos- el conjunto de lo producido y publicado en un país como la Argentina, donde la mayoría de las autoras y autores viven y crean y publican fuera del “círculo mágico” en que acostumbra encerrarse lo más difundido de la poesía nacional: Buenos Aires.
Esta reedición de una de las obras de Luis Alfredo Villalba es otra demostración de lo erróneo y perjudicial que resulta ignorar la calidad y el talento con que se escribe y se hacen búsquedas estéticas serias y profundas fuera del circuito porteño.
Para finalizar, nada resume mejor el momento de aparición de este poemario y sus valiosos contenidos que algunos párrafos del poeta local Sergio Morán (1979) en sus palabras liminares (págs. 5 a 7) que titula acertadamente La muchacha del café: fotografías para no perder el amor y la memoria: “La muchacha del café apareció publicado originalmente en 1996. El dato no pasa desapercibido, algunos hechos trastornan (en ese momento sin retorno) la vida de todos, la política, el arte y también la poesía. En el mundo la idea de otra sociedad parece imposible de pensar, en el país Menem (2) consolida la vuelta a los postulados neoliberales de la dictadura (3) y achica el estado. Vivimos la dominación de un individualismo artificial que empuja al individuo a la competencia por el éxito y la felicidad. En el campo de la literatura, los poetas jóvenes nacidos en Mendoza renuevan el lenguaje. Entre 1995 y 1996 se publican Beso mostaza de Pedro Straniero, Mapas de Adelina Lo Bue y Museo flúo de Rubén Valle; la producción de poesía va a quedar ligada, en su gran mayoría, a autores que vienen del periodismo y que tienen otras preocupaciones estéticas: la cita de discursos sociales provenientes del cine o el rock nacional, atravesadas por una búsqueda de la imagen que no excluya la complejidad para crear sentido. No hay crítica social desde un punto de vista clásico, pero sí hay una atmósfera del presente, con un “nosotros” más debilitado pero que cuando aparece lo hace con un lenguaje oscuro que revela un aire de época difícil de respirar.
“En cuanto a La muchacha del café, Villalba construye una voz lírica que dialoga, que habla a un tú (…) No en el mismo sentido que poéticas de décadas atrás podían entender la poesía como comunicación, no hay pretensión de realismo. Villalba, peleado con la gramática, como él mismo lo cuenta en una entrevista, sólo en el caos respira. En ese sentido es que en este libro las imágenes causan extrañamiento por superposición junto a lo cotidiano (…) Dividido en tres partes, desde lo temático se poetiza el amor, con fuerte presencia del cuerpo, de lo erótico (…) En esta poética del diálogo no es tan importante quién habla si no el otro al que se le habla, cuestión que se hace más patente cuando se pasa de la intimidad del discurso amoroso al nosotros. En un grupo importante de textos, Villalba parece querer rescatar algo de la memoria reciente, lo mínimo al menos para no perderse en la niebla de ese presente.”
El autor
Luis Alfredo Villalba nació en la provincia argentina de Mendoza en 1939, donde reside actualmente. Su producción literaria es prolífica e incursiona en casi todos los géneros: poesía, novela, cuentos, literatura infantil, dramaturgia y guiones para documentales y cortos. Ha dirigido y escrito numerosas ediciones de la tradicional Fiesta de la Vendimia en su provincia, además de participar en diversos medios desde el periodismo. También se ha desempeñado como docente en talleres e instituciones educativas. Sus últimos libros publicados son Contra el cielo y a favor de la tierra, EDIUNC Universidad Nacional de Cuyo (2021) y Cuentos a contrapelo, Colección Agair Uzul, Inca Editorial (2021).
NOTAS
(1)Payana Ediciones, ISBN 978-987-88-6912-4, 94 pp., Guaymallén, provincia de Mendoza, Argentina, 2022. https://www.facebook.com/libreriapayana/?locale=es_LA
(2)El abogado y político argentino Carlos Saúl Menem (1930- 2021) fue presidente de la Nación entre 1989 y 1999.
(3)Morán se refiere aquí a la más sangrienta dictadura cívico-militar de entre todas las que asolaron la república, aquella que detentó el poder merced a un golpe de Estado producido el miércoles 24 de marzo de 1976 y que se extendió de facto hasta el retorno del país a la democracia en 1983.
Es importante rescatar del viento que como el zonda revuelve y enturvia el vino, para calmar la agitada y confusa lectura de una obra como la de Villalba que no embriaga sino derpierta la lectura actuaj y la vuelve ideología heroica para enfrentar la ignorancia y el egoísmo. Te felicito Luis Alfredo.
ResponderEliminarLeonardo Simone
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