Jonás

 


       

Por: NAUDY HENRIQUE LUCENA

 

La oscuridad de la ciudad de Nínive, 

No  era  nada comparable, 

Con la del vientre   de la ballena  donde  fui a parar

Después   que  mis compañeros 

Me  arrojaron   del  barco.

 Era uno  de esos días  difíciles

 Que   no  provocaba    hacer  nada,

Ni  sacar la basura,  ponerse a  remendar

 Las  lonas del velamen, ni pulir el  filo de los garfios,

Sino   el de recostarse un poco 

                       A   contemplar  el vuelo de las gaviotas

Tenía que ser  el Capitán  Ahh, Pata de Palo,

 Gruñón  y mal humorado,

 Quién me encontró  dormido  sobre  las  tablas

En eso  el mar se  enfureció,

Empezó   a  bambolear  al barco,

Y  sacudir sus   mástiles

De inmediato ordenó  con voz recia:

___echen ese flojo al agua___

Y   el mar  dio un enorme eructo, me tragó  y  se calmó.

Claro que no fue una estancia confortable allí,

En el vientre de la ballena,

Porque   no era  ningún  submarino de guerra

Ni los camerinos de algún yate de lujo

Apenas  se arrimaba uno a su costilla

Ésta lo hincaba con palabras soeces

Y lo obligaba a ir más allá  de sus riñones

Con su permanente  tirria: “Sal  a trabajar Vago”

Sin embargo

              El tour   no dejó de ser interesante,

Fui  llevado  a  profundidades inimaginables,

Mundos  sumergidos poblados  de  criaturas,

Que   por   comodidad  lingüística,

Siguen  llamándose  peces, pero  perfectamente

Podrían  ser otra cosa, incluso    personas;

De  apariencia  modesta y comportamiento normal;

De lo que  cabe en este tipo de clasificación

Pero aplastados por la presión  diaria,

Escamosos  y  oblicuos,  gentiles  y sutiles,

Y ésta presión, como  sabemos, es una enemiga cruel

Que nos gobierna a todos.

Aquí estamos, dicen: “Aguantando  la Pela”

Algunos cargan linternas en sus cabezas,

Otros tienen ojos en los dedos,

Y  al mínimo susto, sueltan una tinta  indeleble

De esa que  usan durante  las elecciones

                             De las autoridades universitarias

Ellos  se han acostumbrado  tanto a esta situación,

               Que  ya tienen una mansedumbre natural

               Incrustada  al cuerpo como una concha 

A pesar  que no dejan de aplastarlos,

               Desollarlos   y estrellarlos,

Mantienen  su  toque de elegancia  desmantelada

Y  sus convicciones intactas; liberales  y  demócratas,

Siguen creyendo  en el novus ordo, la liberté, Égalité,

La Fraternité,  bla, bla,  Aunque,  últimamente,

Después de semejante   reflexión forzada

                            A  tantas millas de profundidad

Estas   viejas ideas inculcadas han sido  puestas  en remojo;

 Sospechan  que éstas   no  han sido  sino  anzuelos

                        Tragados con hambre  por  los   pueblos.

Ellos, aunque  son  inocentes para la política,

Aquella proverbial   lámpara

Les advierte  los peligros  y les  impide,

               Tragar cualquier   apetitosa  carnada

                Y sus vistosos y atractivos señuelos de marketing.

Como la presión sigue  en aumento,

 Se  han visto  en la  necesidad de ser  ubicuos,

Una  condición de emergencia   que  ya estaba en su  naturaleza,

Es decir;  pueden   estar al mismo tiempo

              En oficios diferentes, a la vez; cabalgar horarios,

              Saltar  de aquí y allá, y  si en algún lugar

              Tienen  su puesto de Hot- Dogs,

             Se rebuscan con algún  tigrito, practican cirugías locales,

              Afeitan  perros  y  hasta venden café capuchino en los semáforos.

 


Comentarios

  1. Guerra permanente desde el Yo. Viaje hacia lo incierto de la eternidad.

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