El tiempo de las vacas flacas

 



Homenaje a Alexander Calder(1898-1976)

Por Naudy  Henrique Lucena

Si las ideas no fueran chispas de pensamientos  sino alambres  de cobre  recogidos en las calles, servirían para   atar cualquier cosa; perderían su carácter fugaz   pero podrían  ser más comprensibles y útiles al  ser humano   porque se materializarían  como cosas y al reducirse a éstas, entrar en  ellas, ser ellas,   hasta podrían  colgarse de los techos como las nubes que son tan móviles  y humorísticas que de nada aparecen y desaparecen;  hacen su magia y se van  y vienen frescas con otra de sus  danzas  acrobáticas en el cielo y casi nadie se da, dio y dará  cuenta de su majestuoso espectáculo   hasta el día apocalíptico  que se enrollen definitivamente como un papel tapiz. Tal vez  era lo que  pensaba Alexander Calder  al  recrearse como un niño con el arte del alambrismo  y  dio a sus espectadores sus más hermosas esculturas, entre ellas la serie  “Cow”  (1929), unas vacas  de un naturalismo tan puro que parecían  acercarlo  al misticismo primitivo como los dibujos hallados en las cavernas.  Desde ese entonces es difícil saber si una idea  es alámbrica o inalámbrica.  Sus admiradores creen que  “Cow”,   la vaca flaca,  fue inspirada en el relato bíblico sobre José el Hebreo,  interpretador de sueños  como Sigmund Freud, quién llegó a escalar una alta posición de mando debido a su  interpretación de los sueños del Faraón  egipcio; se podría decir que  su revelación superó cualquier arte de adivinación,  aunque sus aportes podrían simplificarse   básicamente  en  la creación de unos  modelos de regulación económica  para la distribución de la abundancia y de la escasez cíclica y  tantas otros   imprevistos  naturales mediantes lo cuales  el hambre ataca sin piedad a los pueblos, así llamados. Sus consejos  y terapias de choque fueron tan acertados  que pudieron sortear la catástrofe anunciada, simbolizada por la imagen onírica de las vacas flacas que devoraban a las gordas, y al aplicar  tan recios modos de austeridad, no sólo  logró salvarlos, sino que  creó las bases para un supuesto y deseable crecimiento económico sostenido como lo haría  cualquier programa  del F.M.I.   Sin embargo, al considerar el desarrollo histórico se  podría decir que sus ideas  fueron   mejor   aprovechada  por una  sociedad secreta de economistas, traficantes de esclavos  y filibusteros  que  ya estaban desde mucho antes que surgieran  los  mismos faraones   y conocían la naturaleza del mercado , cobraban  impuestos y hasta subían a sus anchas  las  tasas de interés y los aranceles.  Los sueños  cinéticos  de Calder  con vacas  gordas y flacas  continuaban siendo  repetitivos y para su interpretación necesitaba  saber  cuál vaca era mejor,  la after  o la  before .     En uno de ellos  vio pasar muy cerca de la cerca de alambres de púas a la última vaca gorda  y lo supo porque la vio a aterrada, y de  mal carácter,  se  quejaba del  heno que le servían  porque   tenía muy pocas calorías, le faltaba el sabor a melaza y miel y  se lo  vaciaban en el suelo o se lo cambiaban por una paca seca de hierbas amargas y oscuras que al comerlas le daba pesadillas;  la vaca dio unos paso cojeando un poco porque  para colmo tenía  hendida  una de sus uñas;  detrás de ella vino  una fila de vacas flacas que devoraban sin contemplaciones   los  últimos brotes de pasto verde que quedaban en la franja de tierra; sus colas ya casi no les servía para espantar las moscas  y sólo tenían gorda  una  sombra alargada como un hilo de alambre.

 

                                      Naudy Henrique Lucena

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