1
Podría condenarte por terminar
sobre la Vía Láctea con voces advirtiendo cementerios de otros hombres. Tal vez
por esta tenue luz que se hace hisopo en la resequedad antigua. Te asumo como
último de tu raza de pronósticos. Te hago sargazo en los secos mares de este
mundo y de los otros antiguos de hojalata sustituidos al igual por tus símiles
hambrientos.
2
Te llaman tiempo la matemática y
los poetas medidores del olvido. Te llaman número los grandes consumidores de
éter y vacío. Te llaman en las calles del desierto onírico y en los balcones
despoblados y en la heredad de los símbolos. Veo te usan los astrónomos para
aseverar que por toda la galaxia hay muertos sin enumerar los lenguajes
hundidos.
3
Asumo la marcha de los relojes
invertidos y busco la palabra de tu nuevo nombre entre los higos con olvido
declarado de virus y asumiendo la declaración formal de los telescopios sobre
un tamarindo en la boca de un cráter intersticio tallado por los otros en la
memoria que la tierra guarda aunque tierra no fuese llamada ni la medición
fuese copia tuya.
4
No pretendo llevarte a la pila
bautismal sino a tu sepultura. Se bautiza al irse como a una señal de radio
captada en las grandes orejas de los elefantes y que se metamorfosean en
colmillos. Te llamaré andrógeno cuadrúpedo o como a mi voluntad le dé la gana
si logro sobrevivirte por un segundo.
31 de diciembre 2020
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