«La escritura es un
acto de disociación, de desdoblamiento perenne, en donde el “sí mismo” emigra a
la página en blanco, a su silencio que espera en el vacío infinito. El poeta,
el escritor, se deshace en las palabras, se vuelve añicos al nombrar las cosas,
de las que sólo quedan vagas huellas, rastros. Es alguien que ya no está. Lo
conocemos y existe únicamente en ese instante que va al encuentro del lector,
quien, por su parte, siempre lo reconstruye, lo adiciona, lo transforma o lo
anula a partir de su lectura. Y ese binomio escritor-lector, dará lugar, sin
duda, a otra imagen de su semblante y
añadirá distintas tonalidades y nuevas experiencias más enriquecedoras al
poema.» Así cavila Christiane Dimitriades
sobre el rastro irrevocable de la poesía en su Voz de fondo, publicado por Oscar Todtmann Editores (es el vigésimo
quinto poemario de la colección OT Poesía).
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