Por Ramón Eduardo
Azócar Añez
El texto de Teódulo López Meléndez "Por el país del
hombre" (Primera Lectura del nuevo Milenio. Caracas, editorial Ala de
Cuervo, 2002.), nos hace reflexionar acerca de varios aspectos que desde
finales del siglo XX, importantes filósofos han discernido con la
"locura" de alcanzar una explicación consciente sobre el tema del
"hombre contemporáneo", sin sobreestimar la inteligencia y dando un
espacio de "duda razonable" al hecho de existir sin mayores presagios
que por pura conservación de vicios y objetos materiales.
Martín Heidegger (1889-1976), filósofo reconocido como el
principal fundador de la moderna filosofía de la existencia, se hizo muchas
interrogantes acerca de ese concepto tan trillado en filosofía como lo es el
"ser", llegando a la conclusión de que el "ser" como tal no
es lo que importa, lo fundamental es la pregunta que nos hagamos acerca de él,
aspecto presente en la obra de López Meléndez.
El término "ser" tiene, en el ámbito teorético
filosófico, definiciones que van más a ser puntos de vista de tal o cual
filósofo. El "ser" está implícito en el "que es" y el
"como es"; es lo que está más allá de la propia existencia, Heidegger
lo llama el "ser- ahí". Parecería que estudiar el "ser" es
un asunto de cantinflada, puesto que no hay racionalmente una respuesta
concreta y directa acerca del "ser". El "ser" no lo podemos
definir ni describir como una silla, una mesa o un vaso; podemos intentar
relacionar el tiempo y el espacio con estos objetos y en la medida que esa
relación va tornando consecuente y gradual, entonces estamos ante
manifestaciones claras del ser: el es, el estando; el ego, el ente, la nada, entre
otros, son elementos distintivos del "ser" en su relación con la
realidad. Nosotros, comunes mortales que hacemos oficios varios en nuestras
comunidades sólo tenemos una manera de entender qué es el "ser": el
trayecto que a diario recorremos en nuestra relación en sociedad, hasta
alcanzar trascender de los elementos terrenales. Por ello el "ser", y
acá limitamos el concepto a la apreciación de López Meléndez, tal cual lo
definiera Hegel, es "lo inmediato indeterminado": la fragilidad del
hombre y su inoperancia en el dominio de la tecnología bien expresada por López
Meléndez se fermenta acá de manera impositiva.
Ahora bien, cómo es eso de la pregunta del "ser",
cómo es eso de estudiar al hombre en un tiempo de mecánica tiempo-espacio.
Primero que nada, en acepción de López Meléndez, es una pregunta que investiga,
su formato es teórico y trata de traducir en concepto los elementos descriptivo
del "ser" que se desean descubrir. En esto, nos dice López Meléndez,
reside aquello que se pregunta y en que el preguntar llega a la meta. El hecho
de preguntar, por sí mismo, tiene su carácter de "ser", de hombre; el
preguntar puede llevarse a cabo como un "no más que preguntar", o
como una pregunta válidamente estructurada. De todo esto lo que hay que
destacar es que el preguntar " ve a través" de sí desde el primer
momento en todas direcciones.
La pregunta que interroga por el "sentido" del
"ser" es la que hay que formular. ¿Para qué nos sirve esto? No es
posible ir desarrollando argumentos y conceptos en la vida pública sin tener en
claro a donde pueden estos trascender y cuál es su valor en el desenvolvimiento
de las relaciones en sociedad. Es algo así como determinar cuál es el espíritu
o energía que le imprimimos a una acción determinada. Por ello la pregunta del
ser ha de entenderse como una investigación constante acerca de nuestras
posibilidades hacia el encuentro de un proyecto de vida que nos delegue
bienestar y sabiduría; una investigación que marque el sentido de la vida por
sobre todas las cosas.
La pregunta que interroga por el "hombre" pide,
según López Meléndez, que se gane y se asegure por anticipado la recta forma de
acceso a los entes de fragilidad y sensación. Entendiendo por
"entes", aquello de que hablamos, que mentamos, relativamente a lo
que nos concluimos de tal o cual manera; aquello que somos nosotros mismos y la
manera de serlo.
Como ven no es un asunto puramente de filósofos y marcianos
lo propuesto por López Meléndez en su recopilación ensayística, es un tema tan
común y sencillo que lo observamos ajenos nosotros a pesar de convivir con él y
ser nuestra energía y vitalidad la que lo hace posible como idea abstracta.
Esta visión de López Meléndez nos hace recodar la percepción
de Fernando Savater acerca de la filosofía, la cual consideraba conocimiento y
sabiduría. Conocimiento, porque su acción teorética reflexiona sobre la
información recibida de la realidad, jerarquizándola y dándole mayor
importancia al significado y relación de las palabras en cuanto a cómo captar
los fenómenos de la sociedad que influyen en la interpretación del mundo por
parte del ser humano; sabiduría, porque la filosofía vincula el conocimiento
con las opciones vitales (entiéndase valores), buscando interpretar cómo vivir
mejor de acuerdo con lo que sabemos. La ciencia es posibilidad, la filosofía es
vitalidad.
Sin estos dos conceptos difícilmente podemos contar con
líneas guías que nos orienten en nuestra lectura de la obra "Por el país
del hombre" de Teódulo López Meléndez; nuestra pesada búsqueda de
respuestas acerca de qué mundo nos ha tocado vivir y por qué estamos en él nos
hace requerir de una nomenclatura acertada, directa, que desnude los término:
¿Cómo reconocer los fenómenos a los cuales estamos expuestos y cómo responder
al constante devenir de ideas si no existiera un sentido bajo el cual oriente
nuestra interpretación? La ciencia nos da elementos prácticos para reconocer el
sentido dinámico y estático de existir; la filosofía nos da elementos
relacionados con nuestra esencia para reconocer hasta donde podemos andar y
bajo qué forma podemos ir moldeando nuestra temporalidad por la vida; y López
Meléndez nos seduce con un estilo flexible y descriptivo a percibir las
relevancias de un ambiente cargado de pesimismo y dolor.
En una palabra, López Meléndez nos aproxima a una ciencia
que es el ingrediente particular que confronta al hombre con el conocimiento y
las ideas en búsqueda de una relación que produzca cambios, transformaciones;
filosofía es el ingrediente general que ahonda los alcances y consecuencias de
esos saberes en el trayecto histórico- dialéctico de la vida humana.
Teódulo López Meléndez se pregunta acerca del hombre y de la
vida, relacionando esta percepción de unidad de análisis con el por qué estamos
aquí, cómo llegamos aquí, cuándo aparecimos; qué razón de ser nos moviliza,
cuáles son nuestros aciertos y desaciertos; en fin, preguntas inundadas de
inquietudes acerca de cómo se a dado nuestra razón de ser en el ámbito humano.
Ahora bien, a todo esto se hace sentir una incógnita de actualidad que la
Ciencia y la Filosofía han de esforzarse por responder en lo que será el tercer
Milenium.
Ya no se trata de marcianos o extraterrestres, López
Meléndez trata de indagar si esa majestad de Universo y vía Láctea que eso que
nos denomina no tiene sorpresas más allá de la razón física que nuestros
sentidos captan. O quizás tendremos que volver a incógnitas ya balbuceadas:
¿Quiénes somos y de dónde venimos? Preguntas de la vida, de ese sin sabor que
deja el místico recuerdo de Adán y Eva. Porque, citando en este caso a Savater:
¿Qué es el hombre sino el animal que pregunta y que seguirá preguntando más
allá de cualquier respuesta imaginable?
Otro aspecto tocado por Teódulo López Meléndez es la fusión
hombre-sociedad. Este tema, que en el pasado tratara ampliamente Karl R.
Popper, en su obra "La sociedad abierta y sus enemigos", publicada
por primera vez en 1945, destaca la civilización se encuentra en etapa de
infancia, sobreviviendo a la traición de los que en nombre de la humanidad se
hacen llamar sus intelectuales.
La tesis de López Meléndez, inscrita en el pensamiento
popperiano, trata de demostrar que la civilización del siglo XX, y la que está
efervesciendo en este siglo XXI, no ha podido despertar de la conmoción de
nacimiento, de esa transmisión de la sociedad tribal, con la fuerte creencia en
su todo místico fantástico que ejercita las facultades criticas del hombre a
través de una participación más constante y dinámica en el proceso de relación
e interrelación humana. En el caso particular de Venezuela, explora las
corrientes políticas que han balbuceado la historia y han corrompido la
institucionalidad.
Esa conmoción, llamémosla inercia de acción física y
espiritual, se aprecia como causa del surgimiento de los movimientos
reaccionarios que tienen como objeto, o razón de ser, echar por tierra a la
civilización abierta para retornar a la organización tribal o cerrada. En este
aspecto López Meléndez nos habla de un totalitarismo conservador que más allá
de aspirar mantener las líneas guías de una civilización originaria, persigue
guías de una condición de retrato que le permitan dominar y manipular el
interés colectivo.
Como apoyo y complemento a esta central, López Meléndez
estudia la factibilidad de utilizar métodos, críticos y racionales de la
ciencia para tratar problemas de la sociedad. Principios como reconstrucción
social democrática, modo de producción, teoréticos de interés que aumentan
darle un significado, una interpretación válida.
Ahora bien, López Meléndez da una importancia remarcada al
historicismo, interpretándolo como la síntesis del proceso de interacción del
hombre con la naturaleza, apreciando en esta interacción el punto de visita de
estudiosos y curiosos que han apreciado en el marco de la vida en sociedad una
clara proyección de evolución hacia límites más definidos de contrastes y
autodeterminación. Es el apreciar tiempo-espacio del desarrollo sostenido de la
libertad en un medio social abierto con claro influjo de sectores cerrados.
En un tiempo tan agrietado y controversial como el actual,
se requiere repensar hacia qué tipo de sociedad estamos siendo guiados por
nuestros gobernantes, hacia una alienada y vacía, o hacia una de participación
y bienestar ciudadana que haga posible expandir las voces calladas por influencia
del el instrumento de un totalitarismo de Estado que impone cuál ha de ser
nuestro pensamiento y qué debemos entender por libertad.
Teódulo López Meléndez nos presenta una cara de las
tendencias intelectuales equivocadas que buscan manipular al hombre y su
entorno, a nosotros nos toca descifrar esa tendencia en un mundo cada vez más
inmenso, más violento, menos imaginativo, menos creativo, ausente del interés
natural por defender su innata libertad y su dignidad cómo elemento vital de
transformación del Universo. Este libro de Teódulo López Meléndez se define
como el desafío de un "hombre de este tiempo" a una sociedad que se
está quedando en el oscurantismo de una época envilecida por la violencia, los
absurdos y el derroche de una poltrona que nos cobija nuestra cobardía.
Ramón Eduardo Azócar Añez
Doctor en Ciencias de la
Educación/Politólogo/ Planificador. Docente Universitario, Conferencista y
Asesor en Políticas Públicas y Planificación
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