Por
Luis Benítez
Deconstrucción de los rostros y otros poemas,
de Luis Raúl Calvo (Ediciones Generación Abierta, Buenos Aires, Argentina, 2019)
Los 25 poemas que integran este último poemario de Luis Raúl Calvo están divididos en dos secciones: Deconstrucción de los rostros, que
incluye a 15 de ellos, y la titulada Otros
poemas, que suma una decena.
Un aspecto los relaciona y otro los separa.
El primero es el lenguaje empleado por el poeta, bien conocido por quienes
somos sus lectores desde hace años. Me refiero a la manera directa que tiene
Calvo de comunicarse con quien lee, engañosamente simple, para encubrir y por
ende, hacer así más efectiva la comunicación de núcleos de sentido más
complejos. El registro puede ir desde lo confesional y anecdótico hasta el
matiz de la evocación culta, pero en este caso invariablemente subrayando lo
que en común con todos los hombres tiene esta última. El recurso mencionado
abunda en Deconstrucción…, donde los
iconos culturales impregnantes, la mención a figuras de la pintura y la
literatura occidentales no invade con su prestigiosa referencia el discurso,
sino que alude a aspectos de la experiencia emotiva y conceptual que tienen en
esos nombres –Van Gogh, Gauguin, Artaud- una referencia directa. El poeta
desglosa luego este aspecto y nos muestra en sus versos cómo el sufrimiento, la
creatividad, el dolor, la angustia, las iluminaciones, que corresponden a la
vida de todos y cada uno de los hombres, si bien brillan reconocidamente en
esos nombres que él menciona, son en verdad patrimonio de toda la humanidad,
resultado de la experiencia tanto general como individual, que en estos poemas
se combinan.
El aspecto que separa a este grupo de textos de aquellos que componen la
segunda sección, la titulada Otros poemas,
es que en esta el tono se vuelve más intimista y hasta aborda el recurso de lo
paracoloquial, con singular destreza, vamos a remarcar, por ejemplo en el poema
Reencuentro.
Desde luego que estas superficiales aproximaciones no agotan todo lo que
podemos decir acerca de este poemario, sino que son apenas una introducción,
una invitación a leer, que extendemos al lector.
Así
escribe Luis Raúl Calvo
Generación Abierta: Treinta años
Tal
vez acaso, nos reconoceremos
en las
imágenes del tiempo
como
una vaga sombra que cubrió
los
anchos mares del Atlántico.
Una
cruel ironía: las páginas amarillas
serán
sólo eso, un reflejo certero
de
que hemos vivido el ocaso
de
un sueño, la fragmentada realidad
de
una vieja utopía, el deseo recobrado
en
las antiguas musas del Olimpo.
Muchos
ya han partido para reencontrarse
en
otros ríos, en otras regiones del alma,
la
pasión de la sangre no invade territorios
que
separen lo que la belleza une en el silencio.
Quedarán
las palabras, sí, al menos
las
palabras, desoladas voces de la memoria,
de
la fugacidad, del olvido.
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