“Paleografías”, la nueva novela de Victoria de Stefano






Autora de una vasta obra, Victoria de Stefano ha impuesto su huella sobre la literatura venezolana. Fundamentalmente novelista, con títulos como El desolvido, La noche llama a la noche, El lugar del escritor, Cabo de vida, Historias de la marcha a pie, Lluvia y Pedir demasiado. Ensayista cuando se lo propone, escritora de textos para libros de fotografía cuando sus amigos se los solicitan (Paolo Gasparini, Luis Salmerón o Gerd Leufer)

Ahora publica Paleografías, con un subtítulo que la editorial esconde hacia páginas interiores obviándolo de la portada “Trazos oscuros sobre líneas borrosas”. Hubiésemos preferido que este fuera el título, montándose sobre las paleografías, pero tampoco podemos evitar leer las notas que se ponen en la contraportada.

Paleografías es (o no es) ¿a quién le importa? una novela sobre la depresión. Allí está un pedazo de vida de un hombre que comienza (¿algo comienza allí?) preguntándose sobre sí mismo y termina en una imprecisión, como termina. Si el personaje tiene o no de la novelista sería una pregunta idiota, puesto que todos los personajes de los novelistas a menos un rasgo tienen del dueño o dueña de la pluma. Es oscura la vida del hombre, no los trazos, porque si alguna novela que hayamos leído está magistralmente escrita es esta. El dominio del lenguaje por parte de Victoria de Stefano no puede ser mejor. Su maestría con la palabra adquiere con Paleografías una prueba irrefutable, aunque no necesitaba ninguna. La técnica es impecable, no hay muestras por ninguna parte de las soldaduras, todas disueltas con un dominio de una veterana de este género llamado novela. Oficio, acostumbra llamarse.

Paleografías se suma a una larga, vasta y fecunda obra. Hace mucho tiempo que merece el Premio Nacional de Literatura, pero en estos tiempos que corren los méritos se pierden o se olvidan en la lluvia. Saludos, maestra del lenguaje.

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