por Edgar Cherubini Lecuna
El término “bibliocausto” lo acuño la revista Time en su edición del 22 de mayo de 1933, cuando en el mundo libre se propagó la noticia de la sistemática quema de libros acometida por los nazis en las principales bibliotecas alemanas y posteriormente en los países ocupados. Como bien lo apunta Fernando Báez (Historia universal de la destrucción de los libros), el Holocausto o aniquilación sistemática de millones de judíos por los nazis, fue precedido por el Bibliocausto, en el que millones de libros fueron destruidos por el mismo régimen. Entender cómo se gestó este horror – afirma Baéz – puede permitirnos comprender cuánta razón tenía Heinrich Heine cuando escribió proféticamente en su obra Almanzor (1821), “Allí donde se queman libros, acaban quemando hombres”. La destrucción de libros de 1933 fue apenas el prólogo de la matanza que siguió, “las hogueras de libros inspiraron los hornos crematorios”.
El diario venezolano El Nacional (29.03.09) nos trae una noticia inquietante sobre la destrucción masiva de libros por el régimen de Hugo Chávez. En un reportaje de Laura Helena Castillo, la periodista investiga la destrucción de más de 60.000 volúmenes sustraídos de las bibliotecas públicas del estado Miranda durante la gestión del gobernador Diosdado Cabello, el segundo hombre de la revolución, quien es actualmente ministro del gabinete de Chávez.
“Entre 2007 y 2008, 62.262 libros de las bibliotecas del estado Miranda fueron vendidos como pulpa de papel. La operación quebrantó las normas de descarte de material elaboradas por la Biblioteca Nacional”, escribe la periodista, quien detecta por igual en las auditorías la desaparición de más de un millón de ejemplares. Se trata de “la destrucción de la cultura (...) en la lista hay de todo: religión, historia, literatura, política, material braille, textos infantiles. El número de ejemplares representa 15% de los 401.000 libros que, según el Instituto Autónomo de Bibliotecas del estado Miranda (Iabim), quedan en el estado, aunque debería haber 2.000.000”. El Nacional, entrevista por igual a algunos de los responsables: "La variedad de libros desincorporados es tan grande que uno pudiera imaginar que, en varias áreas, se hizo por ignorancia", dice María Elena Zapata, directora general del Iabim. "La mayor parte de los libros tiene una ideología capitalista", así se expresó Ignacio Barreto, recién designado director del Instituto Autónomo Biblioteca Nacional, quien acaba de asumir la dirección del ente rector y de las 727 bibliotecas públicas del país. “El problema de la ideología no es un asunto ni proselitista ni partidista, se trata de la concepción de un Estado, un sistema. La mayor parte de los libros que están en las bibliotecas tiene una ideología dominante capitalista. Los libros de autoayuda incitan al individualismo, a que tu crecimiento personal no tenga nada que ver con el crecimiento del otro. Los libros de historia de hace muchos años ven a la historia desde la dominación. Son libros de ideología capitalista”, afirmó sin pudor. En la Biblioteca Nacional apoyan la creación de la sección ideológica en las salas públicas del país, que contiene sólo libros destinados a promocionar el proyecto político de Hugo Chávez. En muchos de sus anaqueles ya se encuentran libros alusivos a la revolución cubana y en cuanto a libros de texto para la educación primaria han desaparecido acontecimientos relevantes de la historia democrática del país, mientras se magnifica la gesta de Chávez cuando en 1982 lideró un golpe de Estado y en el presente intenta establecer un régimen denominado “Socialismo del Siglo XXI”.
Construir el futuro socialismo significa sacrificar la libertad de conciencia, la manipulación y el control de la población, así como borrar la memoria colectiva. Entre otras denuncias está la desaparición de colecciones fundacionales de regiones, pueblos y personajes que levantaron esas comunidades o contribuyeron a la edificación de la democracia en Venezuela. De allí que retomemos a Fernando Báez cuando dice que “(...) un libro se destruye con ánimo de aniquilar la memoria que encierra, es decir, el patrimonio de ideas de una cultura entera. La destrucción se cumple contra todo lo que se considere una amenaza directa o indirecta a un valor considerado superior”.
En su “Mundo feliz”, escrito en 1932, Aldous Huxley, anticipándose a muchos de los acontecimientos que vivimos en el presente, al predecir la extinción de la libertad y la democracia bajo yugos totalitarios, habla del concepto de felicidad colectiva y los objetivos superiores del dominador en boca de uno de los personajes de su novela: “Para poder brindar felicidad, la sociedad debe ser manipulada, se debe reducir la libertad de elección y expresión, así como ejercer el control sobre toda actividad intelectual, ya que el libre ejercicio de las ideas produce infelicidad. En relación a los libros:
- Shakespeare esta prohibido porque es antiguo. Aquí, no empleamos viejas cosas.
- ¿Aunque sean bellas?
- Sobre todo si son bellas. La belleza atrae, y no queremos que seamos atraídos por las cosas antiguas. Queremos que se amen las nuevas.
- Pero las nuevas son casi estúpidas, son ¡horrorosas!”.
- No solo el arte es incompatible con la estabilidad. Lo es también la ciencia. La verdad es una amenaza, y la ciencia es un peligro público. Estamos obligados de tenerla cuidadosamente encadenada y amordazada".
Los fanáticos seguidores de Chávez en el campo de la cultura y la educación no han tenido miramientos al eliminar recientemente la libre importación de libros, con la idea de que en el país se lea sólo lo que decida publicar el Estado. Así como escasean los productos básicos, pronto veremos anaqueles vacíos en las librerías, que se repondrán sólo con libros nuevos inspirados en las salas situacionales del régimen, de esa forma, no necesitarán secuestrar, quemar o vender como pulpa los libros desviacionistas de su proyecto de dominación. En Cuba, uno de los primeros libros prohibidos y desterrados de las bibliotecas públicas fue “1984”, la utopía totalitaria de George Orwell.
Esto último nos remite a otra obra del género de anticipación, “Fahrenheit 451” de Ray Bradbury. El título alude a que 451º F, es la temperatura a la que arde el papel. En la trama de la novela, los “bomberos”, son ejecutores de una nueva inquisición contra la libertad de pensamiento, en vez de apagar incendios se dedican a quemar libros prohibidos por el régimen. Montag, el héroe de la novela, es un “quemador de libros” (book burner) quien un día, abrumado por su aborrecible faena, percibe que los libros tienen “cuerpo y alma” y al “escucharlos gritar mientras los quema”, decide desertar y unirse al movimiento de resistencia. Hombres y mujeres que han ideado una táctica para preservar su cultura y sus valores, mediante la memorización de un libro por cada uno de los disidentes. Así, en un encuentro casual de dos transeúntes en un parque, una mujer es “La República” de Platón y el desconocido con quien se tropezó y ahora dialoga, podría ser “Los Viajes de Gulliver”. En un café, una joven le recita “Antígona” a otro joven, quien le contesta con fragmentos de “La guerra y la paz”. Para “leer” un libro había que buscar a otra persona, generalmente un desconocido.
Cualquier parecido de estos libros con la realidad del régimen “biblioclasta” de Hugo Chávez no son meras coincidencias. De allí que hoy decidí aprender de memoria, algunos capítulos de “Doktor Faustus” y de “La Montaña Mágica” de Thomas Mann, unos pasajes de “El sonido y la furia” de Faulkner, un párrafo del “Walden” de Thoreau, la primera página de “El Manantial” de Ayn Rand, de René Char “Aromas Cazadores” y “Le nu perdu”, “Four Quartets” de T.S. Elliot. Ya recito de memoria dos capítulos del “Sutra del Loto” de Budha Shakiamuni ¿Cuál libro o poema eres tú?.
edgar.cherubini@gmail.com
cortesía de www.analitica.com
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