Los sueños danzantes







Edgar Cherubini Lecuna
París, Francia

Freud afirmaba que un individuo necesita reconocerse a sí mismo para construir su identidad y que este proceso “comienza cuando se toma a sí mismo, a su propio cuerpo, como objeto de amor”. En ese comenzar, que también puede ser un recomenzar, el pasado juega un papel importante, pues recordándolo o no, éste nos ha moldeado y nos seguirá moldeando. De allí que debemos aprender a manejar esa conjugación desde nuestro presente y hacia el futuro. El niño desde que nace, es un lienzo en blanco en el cual los padres, el entorno y la vida misma van pintando motivos abstractos, con tachas y manchas incoherentes o bien, paisajes armoniosos, equilibrados y plenos de belleza. A veces, un individuo alcanza la adolescencia con esa obra inconclusa. Las emociones y los sentimientos, el amor o su ausencia, son difíciles de manejar en esta etapa psicológica y física, crucial en la vida de todo ser humano. Cuando el joven ve la pintura y ésta no le gusta, necesita, entonces, aprender a conocerse, amarse a sí mismo para poder reafirmarse, empoderarse y así emprender el desafío de la vida, para tener la posibilidad y el privilegio de amar a los otros.

Construir la identidad a través de la danza, de eso trata el maravilloso documental: "Les Rêves dansants, sur les pas de Pina Bausch", de Anne Linsel y Rainer Hoffmann, que se exhibe en l´Entrepôt, un pequeño y modesto ateneo, en el barrio XIV de París.
Quien más que Pina Baush para motivar a un adolescente a expresarse, a desatar sus miedos y angustias, de traspasar el espejo de la sala de ensayos para construir su identidad partiendo de las carencias, inseguridades, sentimientos y deseos.




En 2008, Pina Bausch retoma su célebre espectáculo Kontakthof, genial coreografía plena de armonía, poesía y belleza que la hizo famosa durante cuarenta años y que tuve la oportunidad de presenciar en Boston en 1994, pero esta vez con 43 adolescentes, entre 14 y 18 años, sufridos y deseantes en un presente terriblemente convulsionado. Algunos de ellos con el desamor, la inseguridad y la desesperanza a flor de piel, tímidos y pudorosos ante la ternura o el descubrimiento del otro. En el grupo hay excluídos por ser gitanos, algunos son huérfanos o refugiados del genocidio bosnio, otros pertenecen a bandas de barrio o son ihilistas sin opciones. Hay hijos de familias en apariencia estables y funcionales, niñas que se averguenzan de su figura en los espejos de la sala de ensayos. Una amplia diversidad social de adolescentes que no tenían noción alguna de danza y que ni siquiera sabían quién era Pina Baush, escogida entre las escuelas de diferentes distritos, para esta conmovedora experiencia que duró año y medio, en el Tanztheater de Wuppertal, Alemania. Culminando como el éxito de temporada.


El psicoanalista Adolfo Vásquez Rocca, en su artículo “Pina Bausch: Danza Abstracta y Psicodrama Analítico”, al analizar las obras de Pina Baush, concluye que “el psicodrama analítico ofrece no sólo la metodología adecuada de sublimación, socialización y producción de subjetividad singular y colectiva, en orden a redirigir el potencial thanático-agresivo del comportamiento humano, sino la estrategia más efectiva en la prevención de la violencia social”. Al hacer un seguimiento en el tiempo de sus coreografías, opina que Pina Bausch trabaja con sus propios miedos, sus deseos, complejos y su vulnerabilidad. “A través de escenas expresionistas, sus obras se pueblan de sentimientos humanos tan elementales como la necesidad de ser amados o, al menos, odiados”.
Claude Halmos, psicoanalista, autor de “Grandir: les étapes de la construction de l’enfant, le rôle des parents”, describe lo observado por el en les Rêves dansant: “ésta coreografía les permitió controlar sus cuerpos, explorar sus emociones y descubrirse ellos mismos”. Durante el rodaje del film, algunos de los testimonios son intensos, pues estos jóvenes se expresan de sí mismos por primera vez, diciendo cosas que jamás habían dicho a nadie.
Bénédicte Billiet, coreógrafa en este proyecto, declaró a Le Fígaro, que “Pina Baush siempre ha buscado la causa que hace mover a la gente, que los pueda motivar a que sean ellos mismos, hombres y mujeres únicos, sin importarles su raza, ni su forma corporal. Hay una palabra alemana que es muy significativa para ella y es “Sehnsucht”, difícil de traducir, pues indica el anhelo hacia alguna cosa intangible, la búsqueda de alguna cosa indefinida en el futuro. Podría darse una interpretación al término “Sehnsucht”, como el “deseo de desear”, porque apunta a la búsqueda del sentido de la vida, de la necesidad de amor, de la sed de ser uno mismo. En los adolescentes “Sehnsucht” se da con más intensidad. Billiet es explícita en relación al trabajo que efectuaron: "Con nuestras exigencias, encaminadas al “yo sí podré lograrlo”, al “sí es posible lo que parecía imposible”, al “yo valgo”, los hemos motivado a tener confianza en ellos mismos. Los ensayos fueron una iniciación a la perseverancia como única manera de lograr algo. Los jóvenes se fueron transformando y sintiéndose más seguros y esto se tradujo en un resultado final, donde la armonía de sus cuerpos en movimiento y las expresiones en sus rostros hacen de esta coreografía algo inolvidable, de una gran fuerza y belleza conmovedoras. Esos jóvenes hicieron posible sus sueños y danzaron en ellos.

edgar.cherubini@gmail.com

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