Por Luis Benítez
Editorial Palabrava (1), uno de los sellos independientes
de Argentina que más ha crecido en los últimos tiempos, lanzó a librerías
físicas y virtuales la novela Te quedan lindas las trenzas (2), de la narradora
y poeta local Patricia Severín, más su coedición con la editorial Pro Latina
Press, de Nueva York, EE.UU.
Las tres secciones que conforman esta nueva entrega de la
autora santafesina –Luisa, Elbia y El viaje- nos transportan a un escenario mayoritariamente rural, el
de
Es en un contexto eminentemente agrícola, preindustrial y
dominado por la tecnología mecánica donde se desarrollan los primeros años de
la protagonista, Lina, una impúber alojada en los campos de sus abuelos
maternos, Pancho y Luli, y a quien su madre, Leandra, que se nos muestra como casi
siempre adusta, visita muy de tanto en tanto.
Lina no puede dejar de recordarnos a la encantadora Mick
Kelly, protagonista de The heart is a
lonely hunter (El corazón es un
cazador solitario), de Carson McCullers, la niña curiosa y vivaz que debe
enfrentarse al mundo de los adultos y sus múltiples enigmas. Rodeada de los
misterios e interrogantes de un universo al que recién se asoma, Lina,
ferviente observadora de cuanto despliega sus secretos en torno de ella, cuenta
para intentar revelarlos con su mirada
atenta a los entresijos de las relaciones familiares que abren y cierran sus
claves continuamente, pero que en muchas ocasiones solo puede avizorar como puertas
apenas entornadas, que ocultan mucho más de lo que le permiten comprender. Lina
sospecha más de lo que efectivamente sabe y acudir al auxilio de su
enciclopedia no siempre le garantizará acceder a los significados de palabras,
actitudes y escenas que la intrigan.
Es que en su entorno permanentemente se deslizan -guardando
mayor o menor sigilo- conflictos, códigos de conducta contradictorios,
incógnitas que nadie parece querer revelarle y, fundamentalmente, colisiones
entre las personalidades adultas que en reiteradas ocasiones ninguno se toma
demasiado trabajo en cuanto a disimular.
Es en esta primera etapa de su aprendizaje del inevitable
“quién soy y qué es cuanto me rodea”, el que sufrimos y gozamos todos, que Lina
conocerá la cercanía de la muerte en la persona de su tía-abuela, aunque
ciertos signos, que no termina de comprender, a raíz de ese deceso la llevarán
a dudar en mayor medida de cuáles son en realidad ciertas relaciones de
parentesco que antes le fueron declaradas.
Con un muy buen manejo de la estructura novelística, la
intriga y el suspenso condensados en escenas cotidianas, Patricia Severín
eligió la primera persona del singular, esa voz narrante de la niña de unos
diez años, para dejar entrever la madeja de pugnas familiares que envuelve a la
protagonista y los abundantes personajes terciarios y secundarios,
permitiéndole al lector omnisciente completar el cuadro general de situación.
Así lo dispone en las dos primeras secciones del volumen y empleará la tercera
persona para objetivizar cuanto sucede en la parte final de la novela, El Viaje, donde nos brindará los
indicios de quién será Lina y cuál su destino remoto una vez llegada a la
adultez.
El desarrollo de los conflictos es gradual y efectivo: a
las pistas que nos proporciona la autora en la primera sección, Luisa, se sumarán otras más concluyentes
en la siguiente fase, Elbia, cuando
Lina, niña itinerante, deja el campo de sus abuelos maternos por la
“casagrande” donde vivirá con los paternos, Elbia y Liborio, un entorno y unos
caracteres muy diferentes de los que conoció antes. La ruda sencillez del ámbito
anterior nada tiene que ver con ese de su presente en la segunda parte de Te quedan lindas las trenzas: las
pretensiones de su abuela Elbia, máscara que esconde el temor a la miseria de
una huérfana de padre que se casó con Liborio, de posición mucho más
desahogada, afecto al golf como marca de su condición social; la
ausencia/presencia del padre de Lina, aun más distante que su madre, son todos
síntomas de un medio ambiente tan intrigante para la niña como el que conoció
antes, aunque muy diferente.
Forzosamente unidos ambos mundos por los lazos de sangre,
de los que ella misma es otro de los resultados, no podían menos que originar
pugnas entre sí, las que justamente se tornarán evidentes para el lector en El Viaje, la tercera y postrera sección
de esta interesante novela.
Lina, una niñez en tránsito permanente a través de un
universo de acercamientos y distancias, una personalidad en formación bajo
constante desplazamiento, se trasladará entre una experiencia y otra recorriendo
en su accidentado itinerario dos caminos bien diferenciados: el periplo por el
mundo objetivo, donde lo quiera o no lo quiera deberá afrontar las preferencias
y los rechazos que imponen los adultos, y su propio recorrido interior,
madurativo, una travesía obligada a la que nadie pudo escapar desde que el
mundo es mundo y lo habitamos los humanos.
Te quedan lindas las trenzas es un texto para recordar
cuántas veces y de qué extraño modo, a la misma edad que Lina, el universo de
los adultos nos invitó a entrar en él y nos hizo, en buena parte, ser quienes
somos.
La autora
Patricia Severín nació en
Rafaela, provincia de Santa Fe, Argentina, el 10 de agosto de 1955. En
narrativa breve ha publicado: Las líneas de la mano (1996), Solo de amor (1999),
Helada Negra (2016) y Mamá quiere ver las rosas y otros cuentos (2020). En
novela: Salir de cacería (2013),
Obras de su autoría integran
numerosas antologías de poesía y narrativa editadas en el país y en el
exterior.
Entre otros reconocimientos,
ha recibido los premios: Cuentos para Niños Marta Salotti (1986), Nacional de
Cuentos Alicia Moreau De Justo (1987), Ciudad de San Lorenzo (1987), Escritores
Rafaelinos (1991), Subsecretaría de Cultura de
NOTAS
(1) Editorial
Palabrava, Diagonal Maturo 786, Santa Fe, Prov. de Santa Fe, Argentina. WebSite:
www.editorialpalabrava.com.ar.
Mail: editorialpalabrava@yahoo.com.ar.
(2)Colección Rosa de los
Vientos, Ed. Palabrava, Santa Fe, Provincia de Santa Fe, Argentina, ISBN
978-987-4156-35-8, 224 pp., 2021.
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