Casa primera, poema de Mibelis Acevedo Donís

 





Hasta el líquido universo en que prospero

-guarida de brazos, torso, dedos mínimos, 

flancos de feroz sapiens en ascenso-

llega el fragor 

la sangre que galopa entre nos

el anticipo del dolor que nos separará en algún momento.

No hay imperfección

es la gresca que espera.

Una y otra,

carne fraguada en mismo germen

alejándose y juntándose, 

cordón divino

renunciando o acogiendo las agujas de la presencia. 

Sin saber bien, lo sabemos. 

Cuando tu vientre nada distinga en sus cenizas 

allí florecerán los cantos de la casa primera.

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