Por Luis Benítez
Una singularidad con escasos precedentes en el año
editorial argentino es la publicación de dos nouvelles en un mismo volumen. Y así lo hizo la pujante editorial
Palabrava (https://es-la.facebook.com/palabrava), de Santa Fe, Argentina, en el
caso de Te juro que es por tu bien (ISBN
978-987-4156-22-8, 160 pp., Colección Rosa de los Vientos, 2020, Santa Fe,
Provincia de Santa Fe, Argentina), reciente lanzamiento de la narradora Susana
Ibáñez. Ambas novelas breves, La aguja en
el ojo y Me verás volver, dan
cuenta de la madurez expresiva de su autora. Su capacidad discursiva y un
empleo tan inteligente como cuidadoso de la lengua castellana le depararon con
anterioridad el reconocimiento del lector y la premiación de sus primeras
obras, las colecciones de cuentos Por
íntima convicción (1999) y La vida al
ras del suelo (2018). En esta, su primera incursión en las historias de más
largo aliento, ratifica con creces los merecimientos recibidos. Es que Te juro que es por tu bien, siendo una
entrega doble, ofrece una pareja calidad de sentido y forma, plasmada en
páginas ágiles y bien dotadas de una verosimilitud que se impone, muy bien
lograda, al tiempo que personajes y peripecias se deslizan con un ritmo que, no
por natural, deja de cautivar con su dinámico devenir. Ibáñez maneja muy bien
el suspenso y dosifica la intriga en una proporción exacta, la justamente
necesaria para que deseemos seguir adelante en la extraña compañía de sus
personajes.
Tanto en La aguja
en el ojo como en Me verás volver,
la escritora santafesina apela a recursos del minimalismo bien entendido, excavando
en situaciones que pueden ser muy cotidianas para sacar a la luz cuanto de
trascendente ellas contienen. Y lo hace, vamos a resaltarlo, sin caer jamás en
el remanente costumbrismo del que pecan otros trabajos que bordean un similar
intento. La primera historia, La aguja en
el ojo, arranca con una fórmula clave para todo el resto de la narración: “¿Vos eras varón o mujer?”, anticipa la
primera línea de Ibáñez, presentando a Emi, el carácter protagonista, cuya
ambigüedad atraviesa el conjunto de la nouvelle
y pone de relieve las reacciones variadas de su familia primaria y todas sus
relaciones –logradas y fallidas- posteriores. La doble cara de la realidad, la
trágica y la cómica, signan el devenir de Emi, quien se edifica y se diluye
constantemente en circunstancias donde la presencia y el accionar del Otro
suelen dictar satisfacciones y fracasos. Emi, a quien Ibáñez diseña tan lábil
como el mercurio, posee un pathos
singular que lleva al personaje a deslizarse líquidamente por entre las décadas
de su crecimiento y maduración, encontrando sin embargo un puerto constante,
una forma de contención en su relación con su vecina, la modista Doris Díaz de
Tonali, otro muy logrado personaje de la autora de Santa Fe. Sin embargo Doris
no es, en La aguja en el ojo, el clásico sostén del carácter protagonista,
apenas un medio para dotar de mayor desarrollo y expresión a la figura
principal, por contraposición de idiosincrasias. Posee una identidad, una
patología propia y determinante de toda la otra mitad de la narración,
ambientada en un barrio tan bien edificado por la maestría discursiva de
Ibáñez, que nos lleva a pensar si Emi no está a la vuelta de casa ayudando a
Doris con sus moldes primero y sus achaques después. Tal la capacidad de la
autora para pintar escenografías con certeras, breves y ajustadas pinceladas de
medido estilo realista, sin necesidad alguna de dilatadas descripciones. Escribir
bien también incluye el no precisar de ellas.
En Me verás volver,
la segunda historia del volumen, Ibáñez cambia la primera persona del singular,
narrante de todo lo anterior, por una abarcativa primera del plural, un
nosotros –muy seguidamente siniestro, por lo que implica- dedicado a intentar
resolver, primero por las buenas y después por las muy malas, un conflicto
colectivo. Alguien, un indigente al que vamos a conocer como El Tipo, tan
desposeído que ni siquiera tiene un nombre (buen detalle el de la autora), se
ha aposentado con ruinoso colchón y hasta un perro mascota – al que luego los
del consorcio llamarán el Pupi- a la entrada del edificio habitado por
“nosotros”. Un conjunto de personajes apenas insinuados lo estrictamente
necesario por Ibáñez, pero ellos sí dotados de nombres o de apelativos que
favorecen una sucinta descripción, poseedores de características reforzadas por
los alias: Gómez, el portero; Bichito, Cuchillo en Liga; Sin Corazón; el Pela;
Sumpeligro;
Nouvelle coral, alternativa más que
compleja por la diversidad de personajes y su interrelación, plasmada en un
texto de solamente 59 páginas en la presente edición de Palabrava, la suma de
problemas que presenta una propuesta de esta índole se halla muy bien resuelta
gracias a la habilidad de Susana Ibáñez para hilar fino al tiempo que no se
demora en gruesos nudos narrativos. La acción se desliza por cauces naturales y
convincentes, donde el rompecabezas de intenciones, prejuicios, temores y
maquinaciones que conducirán al abrupto final se arma nítidamente gracias al
bien empleado recurso de los indicios previos y sus derivaciones, que sabe
Ibáñez como entretejer sin dejar
hilachas sueltas ni corredores que no lleven a ninguna parte. Lo que sucede a
cada paso y hasta el remate final deriva siempre del segmento narrativo
anterior y es presentado como una consecuencia admisible para la credulidad del
lector, sean cuales sean sus proporciones. Y no es poco logro en una propuesta
tan complicada, cuyas dimensiones de significado superan ampliamente la
brevedad de las páginas que abarca.
La mesura, la exactitud y un manejo experto del tempo narrativo caracterizan a este
volumen doble, que multiplica por dos la satisfacción del lector. Con Te juro que es por tu bien, Susana
Ibáñez demuestra que todavía se pueden imaginar buenas historias y, además,
escribirlas de modo excepcional.
La autora
Susana Ibáñez nació y vive en
Nota
(1) https://sobrelibrosycultura.com/conversamos-escritora-susana-ibanez/
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