"La Tierra permanece", nuevo poemario del argentino Luis Benítez





Por María del Pilar Magaña


Acaba de publicarse en la provincia de Córdoba, Argentina, el volumen “La Tierra Permanece”, del poeta Luis Benítez. La edición fue realizada por el dinámico sello Buena Vista Editora (ver: http://www.editorialbuenavista.com.ar), dirigido por Daniela Mac Auliffe, para su colección Agalma, que está dirigida por el reconocido poeta local Alejandro Schmidt. Es de destacar la labor que viene haciendo esta casa editora argentina, desde 2005 empeñada en difundir la poesía argentina contemporánea. 

Asimismo Buena Vista Editora, en otras de sus colecciones –que suman más de una docena- rescata por ejemplo las voces de “Las antiguas. Primeras escritoras argentinas”, una serie que como su nombre lo dice, nos devuelve los escritos de autoras como Juana Manso, Juana Manuela Gorriti, Rosa Guerra, Francisca Espínola, Agustina Palacio o Elvira Aldao, trayendo nuevamente al primer plano escritos de difícil hallazgo inclusive para el bibliófilo o el lector especializado.

En lo que hace al título que nos ocupa, “La Tierra Permanece” reúne en sus 90 páginas textos poéticos que ponen de relieve la belleza de la naturaleza, los ríos, animales y árboles que son constantemente amenazados por la acción del hombre, con un enfoque que trasciende lo específicamente ecológico para remarcar sus relaciones con la historia, el mito y las sensaciones que provoca en el lector el encuentro con ese “otro universo” que nuestra especie ha abandonado para erigir una propio, con los resultados que bien conocemos.

En “La Tierra Permanece”, el poeta Luis Benítez –de amplia trayectoria dentro y fuera de su país- se explaya fluidamente acerca de las tópicas antes referidas, utilizando una pluma engañosamente simple y directa, pero cuya relectura revela capa tras capa un sinfín de relaciones entre el texto poético y la realidad circundante. En poemas como los titulados “Ese hermano que envenena los ríos”; “Anoche alguien derribó un árbol que cumplía tres mil años”; “El extravagante viajero, río arriba”; “Inefable, entero”; “Un insecto en enero” o en el que le da título al poemario, Benítez no solamente evidencia el buen oficio, las habilidades escriturales y el aprovechamiento de sus logros anteriores en el género, sino que también nos trasmite un mensaje claro en torno a los peligros que encierra algo que, directa o indirectamente, realizamos todos los días.

Como muestra, vaya a continuación uno de los textos referidos:

INEFABLE, ENTERO

sólo los animales están despiertos:
todo a su alrededor sueña
consigo mismo
envuelto en niebla
la espera lo contiene

vagan los animales
el gato el perro
el  caballo de la calle
el pájaro en el cable
aun los que llevamos dentro
el tigre en su espejismo
la ballena en el suyo
contemplando lo durmiente
pero sin descifrar ni el contorno
de su inmensa pregunta

vagan  por el sueño
sus pisadas lúcidas
buscando el rostro
de eso
perdido para siempre




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