Saga





Lagos Nilsson*


Santiago, julio de 2010



Uno. Conciencia del final

Qué podrán cantar los bardos
cuando me muera y vaya
hacia las altas montañas
que nadie ha visto refulgir
a la caída del sol en la mar
No habrá canciones que perpetúen mi nombre
Nadie recordará lo que dije o no dije
Los buitres anidarán en el filo de mi espada
y sus alas cubrirán el sol
que también se apagará
oxidado al otro lado de las orillas

No habrá canciones que me recuerden
los bardos no habrán oído de mí
No seré chispa en la memoria de los hombres
ningún cuerpo de mujer me echará de menos
Permaneceré como gato invisible
en el océano cansino de las cosas
Seré luz robada a los crepúsculos
viento corrido por otras tormentas
marinero solo bajo la lluvia
caminante que se perdió en la nieve

Aunque pude haber podido todo
pensaré en las cosas que no fueron
(nunca en lo perdido, no en el cadalso)
frente a una playa cualquiera
donde rompan las olas y horaden
la roca al resplandor de un volcán
para que mi menguada muerte
sea al final otra muerte apenas
en el reino de los vikingos que zarparon.


Dos. Saga

I

Vasta es la estepa / y fría
Los guerreros caen en el fango
el drakar a hombros parece quejarse
Al sur habrá un río.


II

Es tierra de sol y oscurece temprano
todos los días a la misma hora
como si el tiempo pasara sin cambios
Los árboles pierden sus hojas
Es otro mundo.


III

Los hombres se acostumbran a la muerte
al duro hierro / a la herrumbre callada
Los hombres se acostumbran a la muerte
pero no al mudar permanente de la vida
a esta obscenidad de nacer siempre


IV

Las batallas son por el botín
por el oro se desmembra y se mata
se muere a golpes y a estocadas
pero también para que canten y brinden
para que canten y oigan por la noche
los que no participaron.


V

Entre ahora y nunca reside la espera
Se comunica con el mañana
y es así el nunca / provisto
por el hacha, el desembarco y la espada.

VI

Entre todos los dioses
eligen al dios del invasor
Como si un solo dios pudiera
habitar la morada de los dioses
Pero no importa: navegamos.


VII

El caballo debe ser ancho
como las caderas de una mujer
Éstas aseguran parir y renovar
aquel nos lleva a la extinción.


VIII

Toda estirpe decae y acaba
No hay festejo que detenga
la melancolía del otoño largo
que espera el día más breve
la hora en que los bardos callan.


IX

La mujer ausculta las runas
Allá lejos en casa
las runas le dicen qué nos espera
cómo moriremos tan distantes
Las runas le hablan
pero no conocen el suelo que pisamos


X

En la fría selva se crece la madera
los largos listones para las naves
y la aventura de los remos
La madera alimenta el horno
donde se cuelan los metales
Al final la arena dibuja
los mapas que nos olvidan.


XI

La hidromiel es rocío
de las almas que nos miran
Es la sed de los que no están
Hidromiel necesitan los poetas
los enamorados y los heridos
los que mañana combatiremos
Es importante combatir
para que digan que hemos vivido.


XII

La mayor riqueza: caminar
detrás de la sombra
cuando el sol es la derrota
de quienes nos persiguen.


XIII

El hacha conserva el peso
y la espada guarda en su filo tenso
el atroz alarido de los muertos.


XIV

Mar adentro existe el drakar
sus remos hieren las aguas
pero en estos ríos prevalece
la alerta del guerrero.

XV

No hay tiempo para echar de menos
soñamos la ilusión de volver
La ausencia es un ruido interminable
y el regreso la decepción de los fracasos.
Para el guerrero el amor
es una pérdida final y constante.

XVI

Afilar los dos filos del arma
es el rito previo al asalto
Cuando la hoja brilla
tienes la posibilidad incierta
de volverlos a afilar
antes de otra batalla.


XVII

Comeremos y beberemos
Cicatrizarán las heridas
el dolor será disimulado
cada noche de los festejos
cantaremos y recordaremos
Luego zarparemos otra vez.


XVIII

El vikingo se parece al lobo solitario
Si la jauría que se mueve
ausculta el cielo
descansa poco en la noche
y después nadie recuerda su nombre


XIX

La mujer es la urgencia
de la identidad poco probable
de los hombres en combate
Son el llanto cuando mueren
rumbo el suyo también sin esperanza
en la furia del sitio y la batalla
La mujer es la identidad poco probable
de los espectros que pueblan la saga
que recitan los bardos en el banquete.

XX

El enemigo en verdad no existe
el enemigo es susurro de la oscuridad
El enemigo en verdad no existe
el enemigo es murmullo del viento
Vivimos por el olor de la marea.


XXI

El camino lo trazan los valientes
El camino cambia
una vez y otra
constantemente.


XXII

El ojo de la serpiente heráldica
otea la mar clavado
en la efigie de proa
A nada temen los marinos
Saben que lo suyo es asunto decidido
en cualquier tierra que les traiga la mar.


XXIII

No quieren hoy sangre los dioses
tienen toda la que se derramará
en las batallas por venir
las que los muertos llaman
las innombrables / aquellas
hacia las que marchan los vivos
y los que luchan por sobrevivir
la guerra de las cosas no tiene fin
Luego llega el silencio.


XXIV

El fuerte está rodeado
pero no basta el sitio
falta la hora del degüello
esa hora interminable
la marea del zarpe
las hogueras por los caídos.


XXV

A solas el vikingo no descansa
trama el modo de recomenzar
en un mundo aniquilado
por los maleficios de Luna
y la vigilia del troll
A solas el vikingo no descansa.


XXVI

Se teme a la ternura
porque desarma.


XXVII

La valquiria es la mujer que amó
la estupenda / la más perdida
la que lo olvida
la que simplemente partió
a cuidar de las abejas del monte
Sin la bebida de los dioses
el vikingo no imagina
cómo subir al Walhalla.


XXVIII

En las tierras al sur es difícil
la certeza del triunfo
Son otras condiciones
en esas viejas ciudades
que se desgastan bajo el sol
Es la gana de regresar
la que arma el brazo
a la espera de una señal
para izar la vela hacia las nubes.


XXIX

Tener la tierra que se recorre
hendirla y sembrarla de hijos y acasos
colgar la espada y acariciarla
mientras crecen las hojas.
Ir de pesca en la madrugada
olvidar el peto y el casco...
El vikingo desvaría antes
de entrar en combate.


XXX

Las criaturas de la profundidad
buscan compañía cuando sueñan
Locas arrastran a los hijos y arañan
y muerden y arrancan los ojos
Las vences una vez, y la siguiente
pero es inútil / se quedan
con esa terrible cosceha
del tiempo.


XXXI

Y entonces vinieron los de la cruz
para borrar nuestra cruz de rueda
Plantaron cruces y un hombre en ellas
Plantaron perdón y la otra mejilla
Dijeron que hay cosas más dignas
y nos pidieron morir por aquellas
Los hombres de la cruz.


XXXII

Nadie recuerda a los últimos que zarparon
no sabemos hijos de quiénes fueron los primeros
¡es tanta mirada la que espera!
Los dioses del trueno nunca dicen nada.


XXXIII

No tuvieron patria los clanes originarios
saben que son gente del norte
de las brumosas montañas del norte
de la grande mar del norte
No saben de política los vikingos.


XXXIV

Preferíamos el arma corta
para ver la piel cuando se la desgarra
sobre el hueso partido
Nos bañábamos en sangre
y nos emborrachábamos con hidromiel
los que sobrevivíamos al enemigo
que eran todos los demás


XXXV

Los reyes mandan hasta que mueren
Luego otro rey manda hasta que es muerto
Sus hijos serán hijos de un asesinado.

XXXVI

Ellas también defienden su tierra
son la llave maestra que mata o perdona
Sin ellas no hubieran existido los vikingos
Por eso mares y batallas tienen nombre de mujer.


XXXVII

Las estrellas son los ojos de los guerreros
que han muerto
Las estrellas a veces iluminan la derrota
y a veces el regreso.


XXXVIII

Cuando Odín zarpó hacia el oeste
y con él la fragua y las valquirias
y los duendes y la libertad
ni siquiera entonces
supimos que habíamos perdido.


XXXIX

No son mentira los trasgos
ni el troll que atesora
ni los asesinos en la sombra
ni los animales tutelares
ni las bestias terribles de la mar
No fue mentira la historia
En alguna parte los vikingos
siempre vendrán por su futuro
y no lo encontrarán.

XL

No dejarán de ser lo que fueron
entre la estepa de Rusia
el Báltico
las marejadas de la Mar del Norte
el Bósforo
y el Atlántico enigmático
No dejarán de ser lo que fueron
en las canciones y en los relatos
en los naufragios
cuando cae la cabalgadura
al pie de los muros
Ni vencidos
dejarán que los suplanten.


XLI

Es la fogata ritual
el horno del jabalí
y el horno del hierro
Es la mesa del banquete
la hidromiel
las preguntas de la medianoche
Y trabajar y pulir y embarcarse
dejar la memoria a los bardos
Es la vida.


XLII

El que llega a viejo se convierte en historia
pronuncia los cuentos sobre hazañas y mentiras
maneja la exactitud de la memoria
No hay muchos vikingos viejos.


XLIII

A veces alguien se pierde cerca de la aldea
lo devora la niebla
Si es una mucha la extraviada
los seres de la espesura la devuelven preñada
La aldea así crece
sin que extraños se asienten en ella
Los hombres jamás regresan.


XLIV

No hay registro de por qué
algunos navegan con rumbo a occidente
y otros entran por las miasmas del este
No hay lejos de casa diferencia
entre Vineyard y Asia
Las espadas son las mismas
los escudos para el combate
y la victoria o la muerte
sobre todo la muerte
No hay registro de por qué
nunca volvieron.


XLV

Luego las runas desaparecieron
los altares para sacrificar
los bosques y los pequeños seres
La cruz lo borró todo
menos la sangre
vertida entre dos edades.


XLVI

Los hombres libres no son libres:
los ata como un nudo el deber
No tienen conciencia de ser libres
deambulan a la espera de algo
que no conocen
Quieren el camino a la paz.

XLVII

Se reúnen en el crepúsculo
para aguardar juntos la marea creciente
el amanecer de las despedidas
los hombre de la mar
A medianoche la bahía es arena
y piedra y niños y aromas
La mar te recibe en lo que dejas.


XLVIII

Al término de los viajes
cuando se apaga la mirada
los demás encienden los leños
paras que los dioses así puedan
ver lo que escondías en tu alma.


XLIX

Cuando nace lo envuelven con paños
lo abrigan con piel de oso.
Lo cuidan cuando nace.
Cuando muere le dan sus armas
su escudo y prenden fuego
Lo cuidan cuando muere
Después será el que deba ser,
a solas consigo mismo
La Tierra pasa / La Tierra recibe
vendavales y semillas o muertos.


Tres. Regresar al comienzo

1.
La primera herida duele
Las otras pueden ser recuerdo
o nada más
Cuando el vikingo muere en combate
las doncellas vienen a recoger su alma
Son buenas y dulces
tienen grandes tetas y caderas voluptuosas
Se llevan al héroe al Walhalla
donde será recompensado
Pero allí no hay sexo.


2.
El vikingo no entiende el trino de la paz
descansar cerca del arroyo
la delicia de ver la montaña entre la niebla
No puede
Defiende un mundo extinto
el olor de sus mujeres
el calor del ganado en invierno
el humo que anuncia pan
el pequeño horizonte de su aldea y el barro
El vikingo no se pregunta
acepta el paso de los días
la fatiga del arado y el peso de sus armas
El vikingo no quiere saber
de la torpe pertenencia a la vida
de la muerte de sus amigos
de lo que se escurre como hielo
al empezar la primavera
cuando se pone el sol tras la huerta
La máscara de guerra
lo protege de la traición
pero la traición es una máscara
El vikingo sólo tiene su nombre
y una vaga noción de su infancia
Tiene deseo por su mujer
cuando su mujer lo mira
Sabe que nadie recoge los dones de la noche
mientras agoniza
sin heridas que justifiquen su herida
En el vacío de la playa
sabe que fue animal solitario
otro en el olvidado ser de su especie.

3.
Vendrán todos
como una horda sedienta una madrugada
y a la carrera por venganza

Todos los muertos
los guerreros y sus mujeres / los niños muertos
el ansia de los amantes que no fueron
los expatriados y los príncipes
los que cultivaron la tierra
y los en ella enterrados

Un día regresaremos
para contar nuestra historia.

*Poeta, escritor y periodista chileno

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