POEMAS DE GABRIELA ABEAL





Ferocĭtas


Guarda en el olvido
el cadáver de este orgasmo.
Entiérralo en un cajón
y busca su espíritu
cuando el viento
te golpee con señales de distancia.
Guarda el vestigio de vida
y dedícale unos versos
cuando tu ferocidad me exhume
añorando el contacto.



Lévres

Me robaron una estrofa
entre el ombligo y los senos,
tenía escrita la ruta
para indicarle a tu boca
dónde quería los besos.
Me robaron los sentidos,
me quitaron un fragmento
donde llevaba escondidos
los minutos exaltados
que viví sobre tu cuerpo.
Me robaron la lujuria,
los pensamientos violentos
que guardaba en las retinas
cuando mi lengua salvaje
atormentaba a tus huesos.



“Si la vida es amar,
bendita sea”

Delmira Agustini



Bendito el mar
que te condujo
hasta mi orilla.
Divino viento
que desnuda mis temores,
así
cultivo los segundos
sembrando las plegarias
que luego le rezo a tu imagen.

Me arrodillo ante ti
sagrada bruma,
porque en las noches de delirio
me permites
despojarme de ataduras,
para poder
resbalarme humedecida
por los suburbios
y secretos de la carne.


Corps du délit


Traspaso el escenario del hastío,
desgrano mi cuerpo sin remedio,
la luz se esconde entre las sombras
y yo te pido ciegamente
devuélvele a los poros la energía
frotando las agujas de tus dedos
en sentido contrario y futurista
por los poseídos anillos de mis senos.



De inocencia arrabalera



Te regalo las llamadas sin motivo,
los días que mi ser no quiere guerra,
cuando el nudo se agiganta en la garganta
y cansados los huesos se doblegan.
Te regalo la inocencia de mi carne,
la nodriza, también la arrabalera,
con el ruego que me acunes en tus brazos
y en el aire se disipe la tormenta.
Te regalo los minutos que no tengo,
los segundos que ignoras y te pienso,
las palabras sin sentido de las horas,
los verbos que me urgen en la lengua.


Poema 33



Yo sé que estuve allí,
en los sitios donde no transita mucha gente,
en los ojos de las fieras sin domar,
en el roce
que transmite la intención original
de las pieles que no saben de fronteras.
Yo sé,
llegué a lugares
donde no cantaron las sirenas,
encerré tu esencia entre mis manos,
desapareció la brújula del tiempo
y el mar se convirtió en Mesopotamia.

que inventé besos de litigio,
realice conjuros
para no llorar con las cebollas,
ni quitarles las capas al recuerdo
y quedar desnuda en la memoria.
Yo sé
lo que no aparece entre los libros,
a que reino inconquistable
viajan los huesos que renuncian,
dónde va el vapor de los besos en invierno
y los momentos que se ocultan en valijas.


Eros



Es tu boca la que quiero de trofeo,
devorarla en porciones muy despacio,
aplacar mis deseos con tu lengua,
con saliva obsequiarte los orgasmos.


II


Con tu mano sigilosamente tierna
recorré los contornos de mi estado,
que la celda sea victoria entre tus piernas,
los gemidos sinfonía de los labios.


Breves


No laves mis silencios con tus letras
rómpeme la carne
ábreme la tierra.


II


Pan que al mediodía me llenas
cubre los espacios
donde no implanté la guerra.



III


Los arbustos y los pinos se doblegan
cuando penetras mis ganas
y humedeces mis piernas.



IV



Cierra los párpados
abre el corazón dormido
sujétame del lado descuidado
busca la reacción
que altere mi apetencia.



V


Déjate llevar
por el filo de mi lengua
póstrate a mis pies
puéblame la selva.



VI

Cuando la noche despierte
y el ruiseñor aparezca
cubre todos los pecados
con brotes
de una nueva primavera.


Tierra húmeda


Regalame los jadeos de las hojas
cuando mueren por el peso de los verbos,
las preguntas de la pluma a la deriva,
la morriña cuando piensas en mis besos.
Regalame la aventura del misterio,
la influencia de la llama entre tus manos,
la fiereza que te nace del linaje,
la dulzura que te mana de los huesos.
Regalame el cosquilleo de la prisa,
el latir de las venas en tu sexo,
el destino de la lluvia embravecida
en la tierra afanosa de mi cuerpo.


Tierra caliente


Regalame las cadenas que me unan
a los muslos cuando siembras a tus partes,
una cárcel que le impida la salida
a mi carne cuando aceche otros lugares.
Regalame el conjuro más perverso,
que me haga adicta a tu carne,
que se abran mis pliegues en el día
cada vez que tu lengua me abrase.
Regalame una cama con espinas
que en mi espalda se graben los pecados,
una fusta cuando montes mi cintura
y me obligues a ceñirme a tu mandato.


Tierra indómita



Regalame los pecados capitales,
que no pueda dejar de devorarte,
que contagie tus sentidos con lujuria,
que tu vida se tiña de granate.
Regalame la osadía del valiente
que conquiste tus puntos cardinales
y la furia que me nace entre los pliegues
se sosiegue cuando leas mis palabras.
Regalame la fuerza de los vientos,
las alas del que emigra sin nostalgia,
una caja con semillas de dulzura,
raíces que se trencen a tu alma.


María Gabriela Abeal Capital Federal 4 de Julio de 1969, reside en Mar del Plata. Maestra de Reiki, Decoradora de Interiores y Técnica Ceramista (expuso esculturas en el Museo Castagnino y fue integrante del equipo: Mar del Plata Arte y Comunicación -Galería de Arte- lugar donde también exhibió su obra). Es incluida en la Antología “Los 4 Elementos” “Ríos libres para pueblos libres” en El Dorado Misiones-Argentina. Su primer libro (Cotidianos) fue publicado por Ediciones de la Revista ICAM, de Barinas, Venezuela, país donde participó en la III Feria Internacional del libro de Caracas, y en la Primera Muestra del Libro de la Frontera de San Cristóbal del Táchira. También en los Diarios, El periodiquito Maracay Ciudad Jardín (Venezuela) aparecieron sus obras junto a ilustraciones de Danilo Seijas y Diario Vuelta al sur (Venezuela).
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